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Un cinéfilo llamado Quentin Tarantino

| César Vargas / Muchas películas | Febrero 24, 2013
Las pelÃculas de Quentin Tarantino son un viaje por la mente creativa de un cinéfilo afanoso, un revisionista de la cultura popular estadounidense. Él es un consumidor más, pero no uno común. Su cine es un vaivén oscila permanentemente entre la construcción y la deconstrucción de imágenes, sonidos, leyendas e historia.
Sus pelÃculas pueden gustar o no, pero nunca pasan desapercibidas. En el caleidoscopio de homenajes y guiños de los que está plagado su cine, se puede reconocer a un autor, un artista que no deja de crear y de creer en el cine como medio poderoso de vida y de entretenimiento.
Ya desde su primera pelÃcula –“My best friend’s birthday†(1988), inédita e inconclusa, grabada con recursos mÃnimos en compañÃa de sus amigos– hace una declaración de principios. Las referencias y las preferencias por la cultura pop (música, cine, televisión, comics, etc.), sus fijaciones y filias por la música de los setenta, el cine de artes marciales, los pies en plano detalle, las conversaciones brillantes y aparentemente intrascendentes, etc. Todo está ahÃ. El propio Tarantino es un personaje más y se confiesa ante el público como un melómano compulsivo, cinéfilo apasionado y amigo entrañable. Desde entonces su labor cinematográfica ha marcado un hito, ha inspirado generaciones con sus pelÃculas, puede considerarse el director arquetipo de los últimos veinticinco años, ese espectador compulsivo de pelÃculas que se convierte en realizador, asà como lo plantea Michel Gondry en “Be kind rewind†(2008).
Referencias
El cine de Tarantino es referencial por naturaleza. Ver una pelÃcula suya es como ver varias pelÃculas en una. Esta cita constante de nombres y situaciones, sin embargo, no es gratuita. Todo está armado con gran cálculo, encaja a la perfección incluso cuando la forma parece caprichosa.
De ahà que sus pelÃculas puedan tener estructura de rompecabezas o de collage. Las primeras resultan más ordenadas, comunes y reconocibles de apariencia – “Jackie Brown†(1998), “Death proof†(2007), “Bastardos sin gloria†(2009)–, las segundas llevan al extremo el uso de la forma, insertan y quitan, ensucian, desordenan el tiempo –“Reservoir dogs†(1992), “Pulp fiction†(1994), “Kill Bill†(2003-2004) .
Fobias y filias
Tarantino se acerca al cine de la mejor forma: viendo pelÃculas. Su trabajo en una videotienda –acaso el lugar más democrático para aprender de cine– le permite conocer autores como Akira Kurosawa o Jean-Luc Godard al mismo tiempo que a Roger Corman o Monte Hellman. Sus pelÃculas logran una mezcla equilibrada de todos ellos, puede congregar en una misma pelÃcula la rebeldÃa ‘chulera’ del mejor Elvis Presley y la rebeldÃa ‘académica’, estudiada del Marlon Brando de leyenda. No obstante son marcadas sus preferencias por pelÃculas menores, despreciadas o desconocidas por la mayorÃa, pero que en él están presentes como clásicos fundamentales. La música de los sesenta y setentas, los programas televisivos, los cómics son llevados a otra dimensión, añadidos al mundo y a la interpretación propuestas en sus pelÃculas. La cultura popular es cercana como nuestra mirada ante el televisor, lisérgica y adictiva como las drogas (de todo tipo) y digerible como las hamburguesas y demás fast food made-in-USA.
Representación
El cine es representación. Tarantino lo entiende asÃ. Sus pelÃculas son espectáculo, impostación, conciencia de que se está cumpliendo –o jugando– un rol determinado. En “Resevoir dogs†cada miembro del grupo de asaltantes asume una falsa ‘identidad’, el nombre de un color. Uno de ellos es un policÃa encubierto, que practica contar una anécdota, esto le sirve de prueba para ganarse la confianza del grupo. Todos los personajes juntos brindan un espectáculo de violencia, de referencias al cine de acción y al cine negro. Sin embargo, donde mejor explota Tarantino la idea de la representación es en “Bastardos sin gloriaâ€. Todos los personajes utilizan la impostación y el disfraz como armas y como medio de sobrevivencia. El grupo de soldados encubiertos, una muchacha judÃa ocultando su identidad, agentes nazis asesinos de buenas formas, todo es un juego de adivinanzas, una confrontación. La propia pelÃcula se disfraza de otra (o de otras) pelÃculas. La ficción disfrazada de historia donde prevalece la primera como poder supremo, como fuerza que puede cambiar la historia, rediseñarla y convertirla en espectáculo.
Pero quizá donde es más grato ver la representación es en “Pulp fictionâ€. No es un punto central en su construcción, está presente como parte de la ‘decoración’, en un restaurante habitado y atendido por dobles, por imitadores de personajes de la cultura popular norteamericana. Si Harmony Korine lleva a estos imitadores al paraÃso terrenal en “Mister Lonely†(2007), Tarantino los lleva al trabajo mundano, los enloda con la realidad de un paÃs donde todo es propenso a ser consumido, y donde paradójicamente también son elevados a la categorÃa de leyendas. En contraparte, los ejecutantes de la representación, los dobles de acción toman venganza en “Death Proofâ€, y asumen el protagonismo total, arrasando con todo lo que encuentren en el camino.
Venganza y redención
Los contrastes son notorios en sus pelÃculas. La principal acaso sea la presente entre lo mundano y lo espiritual. Hay algo en los personajes de Tarantino, los protagonistas generalmente, que los llama a trascender de su naturaleza, a evadir un destino, a liberarse. Los caminos son distintos y dispares. Jackie Brown en “Jackie Brown†y Beatrix Kiddo en “Kill Bill†lo hacen con violencia, teniendo la venganza o el ajuste de cuentas como motivación, Jules en “Pulp fiction†y ‘Mister Orange’ en “Reservoir dogs†lo hacen por un pacto de honor no establecido.
Aunque no es recurrente en su filmografÃa, se trata de un asunto de esperanza de vida. Su posición no es trascendental ni espiritual –como podrÃan serlo Dreyer o Tarkovsky– sino mundana, tangible de principio a fin. En “Reservoir dogsâ€, “Pulp fictionâ€, “Jackie Brown†y “Kill Bill†los personajes quieren alejarse del mundo criminal que los rodea. Curiosamente estas pelÃculas, como todas las de Tarantino, son descritas como excesivamente violentas e incitantes a este tipo de comportamientos. En ellas, sin embargo, esto solo es un aspecto formal, a veces accesorio, como lo describe en “Kill Bill†cuando Beatrix Kiddo llega a casa de Bill a culminar su venganza, pero es sorprendida por su hija (a quien creÃa muerta). La niña le dispara con un arma de juguete. Ella atónita, mira a Bill postrado en el suelo ajusticiado por su hija. La violencia (de la pelÃcula, y en general) se entiende como un juego de niños, caprichosa, improvisada, latente como parte de la condición humana, hecha sobre la marcha de la imaginación de un niño que juega con todo lo que tenga a su disposición.
Una imaginación que no deja de crear
Quentin Tarantino se asume cabalmente con un cineasta, un creador permanente. Arma y desarma, construye y deconstruye, al punto que juega con la vida y con el destino de sus personajes. Dentro de sus pelÃculas es omnisciente y omnipotente, hace y deshace a sus personajes y a sus actores. En el caso de los actores por ejemplo, y aunque solo pueda considerarse anecdótico, Tim Roth, policÃa encubierto en “Reservoir dogsâ€, es un asaltante común en “Pulp fictionâ€. En el mismo par de pelÃculas, el personaje de Steve Buscemi que detesta dejar propina a las meseras de restaurantes, se convierte en un mesero expuesto al mismo maltrato, y Harvey Keitel, temeroso de la muerte, luego se muestra como experto ‘limpiador’ de ‘situaciones engorrosas’. Kurt Russel, estrella infantil de Disney muchas décadas atrás, es un maniático asesino al volante en “Death proofâ€. En “Bastardos sin gloriaâ€, Michael Fassbender, actor alemán interpreta a un teniente británico que justamente se hace pasar por alemán siendo descubierto debido a su curiosa y poco creÃble pronunciación del idioma.
La deconstrucción de los elementos de sus pelÃculas es mucho más compleja y diversa. Comenzando por la deconstrucción del tiempo narrativo, de la linealidad argumental. El tiempo se distorsiona, se ajusta a los requerimientos de realizador. Controlado este elemento, continúa lo demás. En Kill Bill sirve para conocer el origen del camino de venganza que recorre Beatrix Kiddo, pero es en “Pulp fiction†donde el uso del tiempo en la narración condiciona la acción de los personajes. Asà podemos ver vivos nuevamente a los que estaban muertos, o a los poderosos antes de ser humillados. (Luego, en “Bastados sin gloria†se verá en paralelo, el cadáver del soldado Zoeller frente a su imagen proyectada en una pantalla de cine).
La deconstrucción es total. Tiempo narrativo, acciones, personajes, actores y leyendas. La imagen más significativa de esto es la ‘deconstrucción’ de Jules y Vincent, curiosamente delante del mismo Tarantino (en su personaje de Jimmy, amigo de Jules). Delante del creador y de la cámara, pierden su imagen de gangster, de hombre fuerte y se convierten en guiñapos de camisetas coloridas y pantalones cortos. Si Scorsese la rescataba en “Goodfellas†(1990) exaltándola, Tarantino lo hace para desarmarla y rehacerla al punto de convertirla en un Ãcono de su cine y en Ãcono popular.
Cuando el tiempo no se interrumpe y más bien se deja pasar, como en “Death proof†o “Bastardos sin Gloriaâ€, es porque el control se asume desde la concepción del espectáculo mismo, por tanto, se aparenta serenidad. “Bastardos sin Gloria†asume su control desde la manipulación de la historia como fuente del tiempo, se enfrenta a ella, la aniquila (Hitler y compañÃa dentro de una sala de cine) y sella su victoria con la esvástica marcada en la frente del coronel nazi Hans Landa. “Death proof†está controlada a partir del desorden generado por los dobles que asumen el control. En medio de la anarquÃa, el realizador manipula desde las sombras. Pese a que nace como la mitad del proyecto “Grindhouseâ€, dos pelÃculas por el precio de una (su par es “Planet Terror†de Robert Rodriguez), “Death proof†por sà sola es dos pelÃculas en una (o varias pelÃculas en una). Es una pelÃcula de terror en el más puro estilo gringo de carretera y chicas bonitas durante la primera parte, y una pelÃcula explosiva y de persecuciones en la segunda parte. Una secuela directa de sà misma, como toda la obra del buen Quentin es una suma total, una continuación permanente de cine de todo calibre.
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