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Poemas de “Aves en el pentagrama (última canción o rigor mortis)â€
César Olivares Acate (Trujillo, 1979) es licenciado en Educación por la Universidad Nacional de Trujillo. Es Magister en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios “La vestimenta de los dÃas†(2009) y “TransyGente (o poemas escritos en un micro)†(2014), las crónicas periodÃsticas “Jeremiadas†(2009) y el libro de relatos “Talión y otros cuentos de venganza†(2010). Está incluido en “Edición extraordinaria. AntologÃa general de la poesÃa en La Libertad 1918-2018″ de Bethoven Medina. En el 2021 mereció el Premio Copé de Plata por su libro “Buey manso o doce cantos para disuadir al matarife -con interludios-†(2022). Actualmente es docente universitario en Lima. A propósito de la publicación de su libro Aves en el pentagrama (última canción o rigor mortis), publicamos algunos de sus poemas.
| PoesÃa y narrativa peruana / Moscas de bar | Julio 12, 2024
Obertura
Es un pájaro o nota musical de dos patas
escápula emplumada
o estornino solo que en orquesta anuncia desgracias
Es un pájaro sobre el cable de alumbrado
su aspecto de corchea
sostiene el esqueleto musical de las distancias
Es un pájaro que trina despreocupado
sobre dos mil voltios de altura
su siringe de cuatro tiempos preludia melismas calcinados
tresillos
de
t o r m e n t a
SIETE
(SinfonÃa tripartita)
(a)
En esta cueva un hombre desangra un bisonte para Dios
mientras espera el reporte médico de su esposa
La incertidumbre se ha convertido en alimento
de dÃas y convulsiones
Tilapias desnutridas desfilan en paredes de caverna
y en mi garganta se diluye la última escarcha
del sonido
Al otro lado mis alumnos asisten a la isla de Serifos
donde me enfrento a la bestia que convierte en piedra
los pulmones
Perseo postrado en clase remota
decapitación de fiebre / saturación 92
y los bronquios silban
silentes discursos de urgencias tubulares
(b)
Mi esposa agoniza en una sala de hospital
conectada al ventilador de su memoria
(el fotograma de mi hija es cánula de esperanza)
Sus alvéolos: hilachas comunicantes
pálidos nudos saturados en tomografÃa
Vaya sistema que corta en dos la mirada:
hay que morir trabajando para no morir hambreado
Salarios de esperma y gastos de óvulo
lograrán parir la rabia la necesidad urgente
de cambiarlo todo
No desesperes / el sol llegará limpio a fin de mes
y las persianas por fin serán cerradas
(c)
En esta casa el inodoro muere
en estallidos guturales
No hay cabida para la angustia
los niños comen con la preocupación del ser
el estar reposa en la cánula de alto flujo
que sostiene tu vida con soplo feroz en las narices
Sistema gris Leviatán de candados
No te echarán del trabajo
pero te descontarán
¡Cómo no!
u n a / a / u n a estas h o r a s de a g o n à a
TRECE
(Mi padre, vendedor de periódicos)
Asà como algunos heredan tierras, casas
graznidos de nieve o breves rocas frente al mar
mi padre heredó de la abuela
un puesto de periódicos en el corazón de la ciudad
Cuando era joven, trepado en una bicicleta oxidada
recorrÃa calles garúas pistas salpicadas de madrugadas
y gritaba tristes noticias perforando los oÃdos de la urbe
Nosotros también pregonamos desde pequeños
nombres de diarios / opúsculos / rabietas
intentando seguir la frecuencia acompasada clara
la sinfonÃa de papá
Y mi padre fue poniéndose grande de dÃas y metrópolis
Al otro lado de su máquina de pedales
vio crecer nuestros sueños en calles pavimentadas de esperanza
intentando alejar al insecto de la pobreza con la energÃa
de sus abductores
A fuerza de coyuntura sus sueños se poblaron de pelusas blancas
Ahora lo observo cabizbajo con la telaraña del dolor
instalada para siempre en sus ojos glaucos
ojos que lloran la ausencia del hijo desaparecido
ojos que intentan mirar en allegro cuando todo es adagio
Mi padre y su puesto de periódicos han envejecido juntos
y juntos son pasado, arquitectura y paisaje
El dÃa que le toque partir
tal vez montado en una bicicleta de acordes
seguro recogeremos su sombra con olor a tinta
su alma de papel periódico como última noticia gritada en la ciudad
QUINCE
(AntÃgona)
A Polinices lo acribillaron en un cruce de caminos
a orillas de un night club argosiano
Era regidor de la municipalidad de Tebas
Su cuerpo quedó tendido en la boca abierta de la noche
Hacia él llegó AntÃgona con su dolor de madrugada
Forcejeó con policÃas y forenses luminosos
No le bastaron periódicos trapos viejos que cubrÃan
el abdomen agujereado / los ojos pétreos de su hermano
QuerÃa protegerlo con sus gritos de amor
colocó ramas cartones hierbas babas de cemento
sobre el cuerpo amado con las manos desolladas
QuerÃa mantenerlo fresco
incorruptible
alejado de los flashes carroñeros de la prensa amarilla
Los peritos de Tebas ensayaron una hipótesis
(adivina o te devoro)
Fue un ajuste de cuentas de Destino
Su cuerpo no debe ser enterrado por ser carne de incesto
Creonte
desde el sillón municipal
ordenó el cierre de los cementerios
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