CULTURA
De viaje hasta el Cayambe

Naturaleza viva | LlenkiTrek | Octubre 07, 2015
Como todo viaje uno vuelve a mirar la mochila, el dinero,
los documentos y la ropa sabiendo que la emoción de un viaje llena el alma cuando
te conduce por el camino que te muestra otros paisajes en un solo mundo que no
tiene fronteras… solo hermanos, naturaleza y enseñanzas.
Hace poco viajé después de diez años al paÃs vecino del
norte, Ecuador, con una compañera de otras jornadas, Esperanza Arbañil. La ruta
nos lleva a otras ciudades que no estuve
antes y tenÃa pensado llegar al nevado Cotopaxi y pasar mi cumpleaños. Esta vez el volcán
estaba despertando y la naturaleza nos esperaba con el mensaje que no era
posible visitarlo. Cotopaxi está en la Cordillera Blanca, donde el CÃrculo de fuego
del PacÃfico pasa hasta la lÃnea ecuatorial, esto era como cambiar de local de
tu fiesta, pero la madre naturaleza nos tenÃa otro escenario: el nevado Cayambe,
el único que está situado en “la mitad del mundoâ€. Claro, ya tenÃamos preparado
todo con algunos amigos de otras nacionalidades con quienes nos habÃamos
comunicado a través de una casa de expediciones. Al llegar a Guayaquil, y mirando la inmensidad
del rÃo Guayas, se rumoreaba que Cotopaxi estaba erosionando,
entonces decidimos seguir el viaje con Esperanza hasta Quito norte, un lugar lleno
de historia en cada calle de sus 2850 msnm. Como el barrio La Ronda y su plaza
Santo Domingo, hermosa de dÃa y de noche.
En Quito se puede tomar de transporte el 'Trolebus', un bus que
con poco dinero te lleva a diversas estaciones hasta por 25 centavos de dólar.
Ya en la ciudad nos pusimos en contacto con la casa de expediciones, quedamos
en una reunión con los amigos de montaña y nos fuimos para el volcán Cayambe y
sus 5790 msnm. Es impresionante sentir cómo
es estar en la mitad del mundo y el inicio de la Cordillera de los Andes:
montañas llenas de ichu, rocas labradas por el viento, granizo cayendo entre un
frÃo que se siente hasta en los huesos. En el lugar hay un campamento base a
4720 msnm, donde todos los montañistas alistamos nuestros equipos. Luego de
habernos alimentado y haber descansado unas horas, estábamos listos para realizar
el ascenso hacia la cima. En esta expedición nos tocó conocer a varios amigos
de diferentes nacionalidades, quienes fueron compañeros de expedición como Simon, Mantred, Chartier, Cardine y
Cristian. Cada paÃs unido al otro en una misma ruta para ver a la naturaleza en
su máxima expresión, tal como se nos manifestó durante el viaje.
Con el piolet listo, el arnés,
el casco y las botas, partimos a las 3 p.m. entre ichu y roca helada, caminamos 5 horas mirando el sol ocultarse desde
la montaña en el oeste. El clima estaba súper inestable y con viento bastante
fuerte, tÃpico de la cordillera ecuatoriana. La noche cayó y las linternas
frontales se encendieron, cada grupo de
expedición nos pusimos grapones, guantes de nieve, casco, y anclamos las cordadas
en los mosquetones de cada arnés. La cara nororiental del Cayambe estaba frente
a nosotros. El glacial estaba muy
agrietado y bastante inestable por lo que la búsqueda de paso se hace por
momentos bastante expuesta. Cada detalle de la naturaleza era un regalo, la
luna empezó a brillar, parecÃa de dÃa y eso que ya habÃamos visto este brillo
lunar en otras montañas de la Cordillera Negra, pero aquà el escenario era otro,
la nieve brillaba con la luz de la luna (¡era como estar soñando despierto!).
Luego de descansar, de haber probado un bocado de
chocolate en barra y con el equipo listo, empezamos a caminar con grapones en
la nieve. Cada paso era firme, despacio, pero largo sin poder usar mucho las
cámaras de fotos por el mismo clima (aquà el fÃsico es la resistencia del
cuerpo y mente). Acordonados en filas con el piolet afirmado en cada paso, el
frÃo era más helado y se sentÃa como los pequeños fragmentos de frÃo congelado
llegaban a tus ojos. El corazón late feliz y fuerte en cada paso como tus
pulmones que se abren más al respirar (¡te sientes tan vivo en la misma vida!).
A las cinco de la mañana fuimos por un terreno
cargadÃsimo de nieve floja y más de 30 metros de altura por subir, nevando, lo
que nos permitió llegar cerca a la cumbre, a 5760 msnm, prácticamente a 5790
msnm del lado sur.
El regreso fue con muchas ganas de tomar un chocolate o té
caliente en el albergue. Con la experiencia que cada hombre se lleva en la vida
que comparte durante el camino que recorre, estamos agradecidos por este regalo
de la madre naturaleza y el compartir con amigos que lo dan todo sabiendo que
puedes irte sin molestar a nadie por la única razón que conoces tu propia
felicidad.
Un viejo amigo y maestro me decÃa “Solo sigue tu corazón,
es el mejor amigo que cada hombre tieneâ€. Cuando dejamos la sierra de Cayambe,
regresamos a la ciudad de Quito norte ahà y de allà fuimos a Baños, un lugar
bello entre sierra y selva, donde un volcán divide la geografÃa. Fue muy
curioso y bello ver al cráter desde una casa que tiene un columpio (aquel dÃa
estuvo muy nublado que no vimos el volcán en su máxima expresión). Luego de salir de Baños fuimos a RÃo Bamba,
después rumbo a Guayaquil. En la carretera el escenario era como un mirador que
nos alejaba de las montañas y la cordillera de Ecuador. Hubo un momento en que vimos
el volcán, el cual también se ve desde Baños, con su fuerza encendida, como un apu guardián.
El bus avanzó y se perdió a lo lejos, entrando en una neblina que ya no nos
permitió ver nada más.
Llegamos a las ocho de la noche a Guayaquil. El terminal
era un mar de gente, de viajeros y ciudadanos entrando y saliendo en varias
direcciones. Nuestro bus partió desde Guayaquil hasta Tumbes, viajamos durante
la madrugada por las playas peruanas (que se dejan ver desde el bus). Cada
parada en la ruta fue una más en la vida, como este viaje desde el Perú hasta Ecuador.
Asà terminó nuestra aventura, viajeros. Nos encontramos en una próxima
expedición.
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