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FIL CIX: La primera feria internacional del libro se realizará en octubre

  |   Jorge Luis Alvítez   |   Agosto 31, 2024  

Se anuncia la I Feria Internacional del Libro en Chiclayo para octubre, y seguro alguien dirá que en octubre no hay milagros. Lo leo mientas deslizo las publicaciones en la bandeja de noticias de Facebook; no me sorprende, pero acudo sin remedio al más fresco pecado capital de las redes sociales: leer los comentarios para saber y no pensar. Algunos “expertos” escriben: “Espero que esté a la altura de una verdadera feria del libro”. Otros más nobles añaden: “Espero que no hagan cualquier cosa, yo he estado en otras ferias y esas sí que valían la pena”. Por ahí leo también: “Ánimo”. Y entonces pienso de verdad, un momento después de sentir la alegría de que al fin se haría una feria del libro en Chiclayo, pienso en que es Stalin Vega, un poeta amigo, quien está lidiando con la responsabilidad. Pienso más, mientras sigo leyendo comentarios similares; pienso que quienes los escriben esperaban desde hace mucho un evento así, pero también pienso en por qué razón no se habrían animado en hacer algo al respecto. Tal vez porque sería un trabajo muy duro y sin ninguna garantía de reembolso, una quimera inalcanzable en un país donde solo 2 de cada 10 niños son capaces de comprender lo que leen. Una completa pérdida de tiempo, de dinero y de gestiones interminables y burrocráticas. 


Y aun así la FIL CIX se realizará este año. Sólo puedo sentir el más egoísta impulso de querer asistir, y el ridículo deseo de dejar muchas cosas de lado para tratar ayudarles en todo lo que me sea posible, y no sólo con esta escueta notita que intenta apaciguar mi conciencia. Y pienso en todos los que asistiremos desde el 18 al 27 de octubre; pienso en los gastos irracionales que haremos (y eso me hace reír un poco), porque duele menos pagar por una botella de alcohol que por un libro (y pirata, encima). Pienso en los niños que nos acompañarían a buscar lecturas que quizás ellos mismos podrían conseguir en Google, y también en todos los disparatados argumentos con los que intentaríamos hacerles creer que un libro es insustituible. Pienso en Stalin y en todos los voluntarios que se sacarán la mugre por este amor incomprendido. Por este dulce fetiche que nos lleva a vivir miles de vidas mientras pasan las hojas por las manos.

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