Blogs
El personaje
| Poesía y narrativa peruana / Moscas de bar | Julio 11, 2013
Estabas putÃsimo con tu barba de cuatro dÃas y tus pantalones rasgados que te quedaban tan bien, no me vengas a decir que los elegiste de casualidad. La gente te saludaba entusiasta, no dejabas de hablar con tu fanaticada, seguÃas siendo el héroe un mes después que ejerciste tu voz de sociólogo impertinente y saliste a las calles pasando al lado de irregulares edificios, de ese muy alto, de aquel muy bajo, de otro de estilo republicano y del sin ningún estilo, marcando el paso sobre un asfalto bombardeado por una pésima gestión.
De pronto la aburrida ceremonia habÃa terminado y bostezabas disimuladamente, mientras todos se lanzaban a la sala principal para asegurar su copa de vino y un lugar frente a alguna pieza de arte que con suerte tal vez entenderÃan. Rechazaste todas las copas de vino por una botella de Sprite que traÃas en la mano y le dijiste en un susurro a la chica de al lado "Es de mi propia cosecha", mientras se podÃa sentir tu aliento a aguardiente.
Un gordo con cara brava de coquero se te acercó, te estrechó la mano, le sudaban las manos, lo sé por tu incomodidad en los ojos y te pidió una entrevista. Estaba interesado en tu siguiente puesta en escena. Le diste un número falso por supuesto y quedaron en llamarse. Al rato seguÃas con un trago y te perdÃas en una pintura, otro traguito para poder aguantar al mundo entero, incluidos los "dealers". Tengo la ligera sospecha que tal vez el desorden de esta ciudad te recuerde a nuestras vidas, que vamos haciéndolas sin la más mÃnima idea de cómo queremos que nos quede, tal vez contribuya que muchas veces tus vacÃos te asustan y buscas en que ocuparte sin aparentar que las paredes te asfixian.
La noche avanzaba y ya quedábamos pocos, las voces que oÃa me llenaban de ganas de irme mientras tu botella quedaba más vacÃa. Me daba curiosidad saber qué llevabas en la mochila, ¿qué puede llevar alguien que se preocupa por una ciudad como esta?
Poco antes de que todo acabara me preguntaste cuál era mi gracia. "Escribir", respondÃ, si hubieras sabido que no escribÃa algo bueno hace mucho. Estaba sin personaje, pero estaba ahà buscándolo entre caras repetidas ubicadas en lugares sin misterio, acusada de floja por mi editor de turno y sin un ápice de inspiración, creo que esa noche no lo hubiera visto asà lo hubiera tenido en frente, pero esta vez lo tenÃa al lado tomando el último trago para defenderse del frÃo, y tirando de mi brazo desaparecimos en la oscuridad, caminamos por la vereda de la biblioteca, que ahora alberga la oficina del alcalde.
Intempestivamente te detuviste frente a la puerta, la zarandeaste, la calle estaba casi vacÃa y aprovechaste en bajarte la bragueta, empezaste a mear toda la entrada y gritaste cuánto odiabas al mundo, tocaste la puerta con el puño como queriendo que el guachimán hiciera el hallazgo de tu travesura de niño y echaste a correr riendo mientras todas las flechas de las señales de tránsito te inculpaban.
Autora: Evelyn Mija (Chiclayo, 1990)
Compartir en
Comentarios
Déjanos un comentario
Visita mas contenido
Da clic Aquí para que revise otras publicaciones sobre Blogs