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The Breakfast Club: “…And these children that you spit on as they try to change their worlds”.

En la primera semana de octubre, el Cineclub de la Dirección Regional de Cultura proyectará dos películas de la década de los ochenta. Comentaremos en esta ocasión la película “The Breakfast Club” (1985), dirigida por John Hughes.

  |   César Vargas / Muchas pelí­culas   |   Octubre 03, 2012

Autor de las películas que convirtieron el cine para adolescentes en algo más que comedias desenfrenadas, John Hughes es uno de los pocos cineastas que puede jactarse de tener una obra tan influyente dentro la vorágine actual del cine americano. Desde “Rushmore” (1998) de Wes Anderson hasta “Juno” (2007) de Jason Reitman, su influencia es notoria y contribuye a mantener aquel espíritu joven y esperanzador que no necesita del reconocimiento formal de premiaciones para ser feliz.

De toda su obra, “The Breakfast Club” (1985) resulta la película más atractiva. Convertida en objeto de culto tanto por su sentido de urgencia permanente como por el carisma de sus personajes. La trama resulta sencilla. Cinco chicos de secundaria que representan los estereotipos de una escuela norteamericana –el deportista, el bravucón, el geek, la princesa y la freak– son castigados un sábado en su escuela. Su detención durará toda la tarde, estarán encerrados en un aula vigilada por el intendente y tendrán que escribir un ensayo como parte de su “penitencia”.

Este encierro tiene un carácter metafórico. Estamos ante la generación atrapada por los traumas de la generación precedente, aquella que tuvo que soportar los conflictos bélicos en Corea del Sur y Vietnam, el asesinato de Kennedy, el caso Watergate, entre muchos otros. Es decir, estos chicos son los hijos de la generación que perdió la esperanza en el “sueño americano”, en el discurso oficial y que vieron en Woodstock, la música de The Beatles y las road movies vías de escape a su desilusión.

De ahí la premisa de total tirria al sistema, específicamente al sistema educativo. La escuela se ve como un lugar de encierro, de castigo, de tránsito forzado. El castigo impuesto el fin de semana, sin embargo, resulta revelador para los cinco personajes. Cada uno de ellos, envuelto en su imagen frente a los demás, va descubriéndose conforme avanza la película. La fuerza narrativa entonces, se centra en los diálogos. Hughes acierta en el ritmo del guión y en el planteamiento de situaciones. El perfil de cada personaje se revela sencillo y sincero, suficiente para poder ver a estos jóvenes que dentro de todo no han perdido la esperanza. 

Sus ideales, no obstante, son personales, proviene de su propia intimidad, acaso de un ensimismamiento banal. Antes que cambiar “el mundo”, estos chicos quieren cambiar sus propios mundos, sus realidades. Lo que muestra la película no es el logro de ello, sino el proceso. La aceptación de cada uno de sus pares. Finalmente, estos cinco chicos son uno solo. Sus personalidades resultan complementarias en cierto sentido. En algún momento, tal vez, la película se vuelve complaciente con estos muchachos sufridos. Pero es que estamos ante un autor que defiende a sus personajes como un padre a sus hijos. Los personajes finalmente se deben solo a él y a sus ilusiones de escape.

El castigo resulta burlado. La cuarentena a la que son impuestos los chicos no los regresa a la normalidad. Por el contrario, los contagia de un nuevo germen, los vuelve cómplices encubiertos en el plan de vida que los liberará definitivamente.  La “penitencia” se convierte en su declaración de principios, su testimonio de independencia y liberación de los males heredados y de los probablemente ellos heredarán.

 

Ficha técnica

Título original: The Breakfast Club

Dirección: John Hughes

Guión: John Hughes

Reparto: Emilio Estévez, Paul Gleason, Anthony Michael Hall, Judd Nelson, Molly Ringwald y Ally Sheedy

País: Estados Unidos / Duración: 97 minutos / Año: 1985



Puede ver “The Breakfast Club” el jueves 04 de octubre, a las 7:30 p.m.,  en el Cineclub de la Dirección Regional de Cultura (Av. Luis Gonzáles 345, Chiclayo). El ingreso es libre.

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