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El viento entre las montañas: una mirada a Magaly Solier

Durante la novena edición de Festival Internacional de Cortometrajes FENACO, en Lambayeque, se dedicó una retrospectiva a la actriz peruana Magaly Solier. Comentaremos los títulos dentro de esta retrospectiva, además de reflexionar sobre su presencia en el cine nacional actual.

  |   César Vargas / Muchas pelí­culas   |   Diciembre 08, 2012

Magaly Solier es un caso peculiar en el cine peruano. Con una filmografía aún corta ha conseguido destacar sobremanera. Gracias también al éxito mediático de sus primeros trabajos (“Madeinusa” y “La teta asustada”, ambas de Claudia Llosa), la presencia de Magaly Solier en el cine peruano ha significado la reivindicación de la imagen de la mujer andina.

Su imagen no tiene que ver con los prejuicios de casos anteriores y recurrentes del cine nacional donde los personajes de estas características solo podían ser o sumisos o rencorosos. Sin embargo, tampoco el acercamiento a ella sigue patrones realistas. Los personajes de Magaly Solier son, hasta cierto punto, incorpóreos. Su presencia es poderosa, pero disimulada. La cámara se acerca a ella y vemos su rostro en primer plano, sus ojos y sus labios mientras canta. Todos ellos utilizados como herramienta de simbolización, no solamente como retrato.

En “Dioses” (2006), de Josué Mendes, tiene un personaje pequeño, extraño dentro de su filmografía, por lo común que es. Una migrante provinciana que trabaja como empleada para una familia adinerada. Para fortuna suya, la dirección evade los convencionalismos, y su presencia, aunque breve, resulta grata.

“Altiplano” (2009), de Peter Brossens y Jessica Hope Woodworth, la devuelve al ande y le da a su personalidad un aire místico. Una líder campesina evita a toda costa que su comunidad se vea afectada por las malas prácticas mineras. Un personaje secundario potente, llevado al extremo por momentos. En esta película es, tal vez, donde se le ve más cerca de un estereotipo, de mujer de campo aguerrida, que sin embargo no deja de tener un poco de lirismo en su lucha.

“Amador” (2010), de Fernando León de Aranoa, significa su primer trabajo en Europa (España específicamente). Entonces se superponen sus roles. Ahora es la migrante provinciana que ha pasado del interior del país a Lima y de Lima a España. Doblemente migrante y como protagonista nuevamente (después de las dos películas con Claudia Llosa), su actuación aporta a la película aquello que su presencia emana. Es lírico apreciar su mirada, su caminar solitario, su rostro reflejado en una ventana. Una vez más, importa más ella como personaje, como presencia fuera de contexto, lo que le aporta exotismo.

“Supremo mandamiento” (2012), de Juan Camborda, exalta la maternidad y con ello los conflictos que genera la presencia del hijo aún débil en la vida de la madre. Caso significativo el de su actuación en este cortometraje nacional, que logra romper un poco con su imagen onírica y la acerca a un contexto hostil y sucio, contradiciendo toda idea romántica de la relación madre-hijo en su etapa formativa.

Sobre esto último, un aspecto recurrente en su filmografía es la actitud y la aptitud protectora. En Magaly Solier los personajes femeninos son sinónimo de maternidad y maternidad es sinónimo de protección. Ya sea un recuerdo, una promesa, una familia, una comunidad, un anciano o su propia condición de mujer, sus personajes se mantiene pendientes del bienestar y la integridad de los demás. De esa forma se vincula con los otros personajes y aporta al contexto y al desarrollo de la historia. Aunque no esté siempre manifiesta, hay también una actitud de servicio. Sus personajes sirven a otros pero no son sirvientes, son seres protectores cuya condición va más allá. En tal sentido, se genera una dimensión más en relación a los que la rodean, cosa que también contribuye al exotismo mencionado anteriormente.

Exótica, esquiva, telúrica y magnética, Magaly Solier es una de las actrices más interesantes en el cine nacional y la que mayor proyección internacional presenta. Como en sus dos primeras películas el viento lleva su canto a través de espacios vacíos, su presencia es llevada más allá de lo que sus capacidades pueden imaginar.


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