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Nagisa Oshima (1932-2013)

Ha fallecido Nagisa Oshima, uno de los realizadores claves para la vanguardia del cine japonés de la década del sesenta. El realizador deja una lista de títulos importantes entre ellos su obra más polémica, “El imperio de los sentidos” (1976).

  |   César Vargas / Muchas pelí­culas   |   Enero 27, 2013

El cine de Nagisa Oshima no se limitaba a criticar las convenciones sociales de su país. Muchas de sus películas estaban basadas en casos reales: una pareja que lleva su amor al extremo de la autodestrucción, una familia de timadores que utiliza a su hijo para sacar dinero, etc. A diferencia de Akira Kurosawa, presenta personajes mundanos y comunes, su naturaleza no es épica ni trascendental. Tampoco en sus películas la trama o los personajes soportan los conflictos éticos, el director deja a voluntad de los espectadores el juzgar o sencillamente apreciar lo que tienen delante.

Sus películas cuestionan las tradiciones de su país. Las presenta excesivamente rigurosas, crueles y alienantes. Esta reacción contra los modelos tradicionales japoneses es tanto en el nivel social como en el artístico. Oshima no siguió con la gran tradición del cine japonés de Kurosawa, Yazujiro Ozu o Kenji Mizoguchi. Sus películas se presentan más bien como vanguardia. Nagisa Oshima hablaba de asuntos espinosos para la realidad japonesa: la sexualidad, la xenofobia, la explotación, el crimen.

Los personajes de sus películas nacen condenados al sufrimiento. A partir del ejercicio perverso del poder y de la vida de opresión que deriva de ello se ven sometidos al maltrato, a la aniquilación inevitable. Como el soldado afroamericano cautivo en “The Catch” (1961) o el joven coreano en “Death by hanging” (1968), estamos ante personajes débiles y un entorno cruel hasta el salvajismo. Los motivos en estos casos refieren el desprecio irracional hacia lo foráneo. 

En otras películas suyas, en cambio, el entorno es hostil consigo mismo, con sus miembros más débiles. “Boy” (1969) –basado en un caso real– muestra a una familia que explota a su hijo para hacer dinero deliberadamente, al implicarlo en varios accidentes de carretera para cobrar compensaciones. “La ceremonia” (1971), muestra la hostilidad camuflada en la rigurosidad de las costumbres japonesas. Oshima aprovecha la oportunidad para mostrar una visión satírica de estas costumbres, las deconstruye y las hace ver torpes y absurdas. 

“El imperio de los sentidos” (1976) –quizá su película más conocida y con seguridad la más polémica– refuerza el planteamiento de la dominación, aquí ejercida a partir del sometimiento sexual. Oshima no escatimó en censuras  decidiendo incluir escenas de sexo explícito, lo que obligó a terminar la película fuera de su país. Además, haciendo referencias mínimas a los conflictos bélicos en los que se involucró Japón en la primera mitad del siglo XX, describe la decadencia de la sociedad japonesa debido a la autosuficiencia y al hedonismo desmedido de los sectores dominantes. Determinantes las actuaciones de Tatsuya Fuji y Eiko Matsuda como propietario de un hotel y sirvienta respectivamente. La relación entre ellos es clandestina, posesiva y obsesiva hasta el punto de poner en riesgo su vida. Destaca entre los dos, Eiko Matsuda como Sada Abe, la mujer sometida a placeres propios y ajenos, las expresiones de su rostro conmueven y perturban en igual dimensión.

Para “El imperio de la pasión” (1978), Oshima redunda en los planteamientos  de su anterior película. Sin embargo, a diferencia de “El imperio de los sentidos”, el aspecto formal de la película es más insinuante, más poético y claramente reflexivo. Esta película además le otorga su primer reconocimiento internacional al ganar el premio como mejor director en el Festival de Cine de Cannes.

Posteriormente, Nagisa Oshima realizaría tres películas más, dos de ellas en los ochenta y una a finales de los noventa. Las dos primeras, como resultado de su reconocimiento internacional, las realiza en Europa. “Feliz Navidad, Mr. Lawrence” (1983) y “Max, mon amour” (1986) donde se muestra como un realizador solvente y de oficio, al lado de personajes como David Bowie o Charlotte Rampling. Para “Gohatto” (1999), su última película, vuelve a Japón donde contó con la participación de su colega Takeshi Kitano y del músico japonés Ryuichi Sakamoto.

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