Ver a Sir Anthony Hopkins en una película es, desde ya, garantía del éxito de la misma. Prueba de ello son cintas como El silencio de los inocentes (1991), Drácula de Bram Stoker (1992), Amistad (1997), ¿Conoces a Joe Black? (1998), Hitchcock (2012), Los dos Papas (2019) y la reciente The Father (2020).

Y es que el actor siempre se ha caracterizado por su intensa preparación para los roles que ha representado en la pantalla. Cuentan, quienes han trabajado con él, que tiene una prodigiosa memoria, recurso del que se vale para poder leer y releer los guiones de tal forma que al momento de interpretarlos, las palabras le salgan de manera natural. Así lo confirmó Steven Spielberg cuando trabajó con él en la película Amistad (1997), en la cual Hopkins interpreta al expresidente John Quincy Adams, personaje que debe dar un discurso ante el parlamento estadounidense de, nada más y nada menos, 7 páginas (las mismas que el actor pronunció de una sola vez, completamente de memoria). Tal fue la impresión que causó en el director, que este se negó a llamarlo «Tony» e insistió llamarlo durante todo el rodaje Sir Anthony.

Claro que todos los conocemos por el mítico psiquiatra antropófago Hannibal Lecter, protagonista de la inigualable El silencio de los inocentes (1991), basada en la obra del mismo nombre (que recomiendo mucho leer) y que catapultó al estrellato al actor por su soberbia interpretación de uno de los asesinos más controversiales que ha visto el cine de ficción, y es que su actuación era tan convincente que hasta la misma Jodie Foster, su coestrella y recordada Clarice, sentía pánico al verlo en el set. Esta interpretación le valió su primer Oscar a mejor actor.

Pero siendo sincero con ustedes, y sin desmerecer el icónico personaje que construyera Hopkins allá en 1991, creo sinceramente que Anthony, protagonista de su nueva película The Father (2020) es, por lejos, su mejor interpretación hasta el día de hoy.

Sí, sí, ya sé que todos ustedes de seguro estaban dentro de la campaña pro Oscar para Chadwick Boseman (el recordado T’Challa en Pantera Negra, 2018) debido en gran parte a su trágica muerte, pero siendo objetivos, su película e interpretación no estaban ni cerca de lo visto en The Father. Y es que quienes seguimos a Sir Anthony Hopkins, por redes sociales, podemos dar fe de que es un octogenario bastante activo y jocoso, en contraposición al personaje que interpreta dentro de la película, un anciano agobiado por el Alzheimer y la demencia senil y su incapacidad para entender un mundo que va borrándose poco a poco de su memoria. La historia nos presenta los conflictos que tienen los familiares que deben de vivir con una persona que ya ni siquiera se reconoce a sí mismo o a quienes están a su alrededor, además de mostrarnos el lado más crudo y penoso del sufrimiento del protagonista a través de sus ojos, pues ya no puede distinguir quién es, dónde está y si el mundo en que vive es realmente el que ve o experimenta. Brutal de principio a fin.

La película es tan cruda que te deja una sensación de abatimiento muy grande, pues quienes estamos viviendo las primeras etapas del desarrollo de la enfermedad en uno de nuestros familiares sabemos cuál es el destino que les espera y que nada se puede hacer al respecto, solo armarse de paciencia y tratar de retribuir ese amor que nos dieron cuando niños de la misma forma ahora que somos adultos. Solo ver los primeros 10 minutos de la película y empiezas a aplaudir a Hopkins por su actuación, pero verlo en los minutos finales es tan desgarrador y ominoso que, a pesar de la desazón que te deja el film, no haces más que ponerte de pie, secarte las lágrimas y aplaudir, aplaudir por una excelente actuación que le ha valido un nuevo premio de la Academia, a los 83 años de edad, y que confirma con creces que este personaje es mucho más rico que el anterior y el pináculo de su capacidad actoral.

Les recomiendo mucho ver esta película y, si sus padres ya son ancianos, verla con ellos, créanme que hay cierta magia en compartirla.