CULTURA

"Druk": la alegría de estar vivo

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Junio 10, 2021

Druk (Thomas Vinterberg, 2020) nos sorprende desde el primer minuto. Ver imágenes de una noche típica de un  grupo de adolescentes desenfrenados, tomando hasta el hartazgo y haciendo las locuras que luego se convertirán en los invaluables recuerdos de una época que nunca más volverá, y que considerarán la mejor etapa de sus vidas durante el resto de la misma, nos invita a embriagarnos con ellos en una película exquisita.

Las primeras imágenes del film van acompañadas del hermoso tema «What a life» del grupo Scarlet Pleasure (mínimo lo agregas a tu lista de Spotify), el cual resume en gran medida el derrotero de la película con una melodía agridulce y que va relatando, en su letra, el sentir de aquellos jóvenes que solo piensan en vivir un día a la vez, y para quienes el futuro se presenta como una amenaza lejana y cercana a la vez, por lo que no tienen mejor cosa que hacer que beber, juerguear, olvidar y vivir, lo más que se pueda, ese instante que quisieran fuera eterno. ¿Cuántos de nosotros no hemos pasado por lo mismo y quisiéramos seguir viviendo a ese ritmo y con la única preocupación de aprobar exámenes? Definitivamente, yo levanto la mano y me pongo de pie para dar un enérgico «Yo quiero».

Druk (Otra ronda, 2020) es una película atípica en todo sentido, pues no nos narra una historia grandilocuente, sino que apela por relatarnos el anodino drama de un maestro de escuela llamado Martin, interpretado por un genial Mads Mikkelsen, a quien de seguro has visto en varias películas, pero siempre en la periferia, como actor secundario, cumplidor y sin mucho brillo; sin embargo, aquí se luce con una actuación medida y hasta podríamos decir de perfil bajo, que nos pone en la piel de un profesor claramente desmotivado, que ha perdido la chispa de la docencia y la enseñanza, como consecuencia de la monotonía, tanto de su vida personal como profesional, y a quien todo parece resbalarle, y con quien en algún punto me identifiqué, pues el trabajo de docente exige un gasto de energías que puede ser extenuante y que, si no sabes dosificarlo bien termina por agotarte y, lo peor hartarte.

Martin es amonestado por la asamblea de padres de familia que lo considera un profesor que, a pesar de ser muy querido y respetado por ellos, creen es mejor que deba de dar un paso al costado, pues sus clases han perdido completamente el brillo y es aquí donde se da el primer gran giro de la película. Martin, como todos nosotros, tiene un grupo de amigos que se conocen de toda la vida, a quienes consideramos incondicionales: Tommy (Thomas Bo Larsen), Peter (Lars Ranthe) y Nikolaj (Magnus Millang), docentes también que ven cómo los mejores años de sus carreras han quedado atrás y ya solo están pensando en hacer sus trabajos, de manera repetitiva y sin destacar, lo que criollamente diríamos hacer lo justo. Sin embargo, y dadas las circunstancias deciden poner en práctica un poco ortodoxo método para mejorar sus performances durante las clases.

Es así que deciden empezar, de manera empírica, una especie de estudio basado en los trabajos del psiquiatra Finn Skårderud, quien postula que tener algo de alcohol en sangre (0.05) te hace más creativo y relajado. La propuesta pasa por un breve periodo de escepticismo al cual le sigue una tibia conformidad. De esta manera, nuestros 4 protagonistas acuerdan beber alcohol solo durante los periodos que les toque desempeñar sus labores docentes, prohibiendo tajantemente hacerlo los fines de semana, que usarían para contrastar las conclusiones a las que irían llegando conforme pasara el periodo de experimentación. Al principio el cambio parece ser evidente, pues Martin y sus compañeros empiezan a evidenciar un subidón en el desempeño de sus clases, están más proactivos, más creativos y, sobre todo, más motivados para realizar sus labores. ¡Vamos que la creatividad fluye con el alcohol y la concentración con el café! Lo digo por experiencia.

Conforme va avanzando la historia empiezan a evidenciar que cada vez necesitan una dosis un poco más contundente de alcohol en la sangre para poder desempeñarse mejor, lo que los lleva a experimentar los límites personales de resistencia ante una sustancia que en cantidades medidas suele ser estimulante y que, en cantidades exageradas suele ser contraproducente. Es así que el experimento comienza a desvirtuarse y empiezan los problemas para algunos de ellos, de los cuales no voy a hablar porque sería adelantarles, de forma insana, la trama del film y esa no es mi intención.

La película concluye con una reflexión sobre el uso y abuso del alcohol y con el tema «What a life» muy presente en el cierre. Cabe resaltar un dato curioso y, a la vez, triste de la película que no hace más que agrandar su relevancia y valor como pieza artística: El film está basado en una obra de teatro que Vinterberg había escrito mientras trabajaba en Burgtheater (Viena). La inspiración adicional provino de la propia hija de Vinterberg (Ida), quien había contado historias sobre la cultura de la bebida en la juventud danesa y quien trágicamente falleció a los pocos días de iniciado el film, lo que hizo al director replantear el enfoque del mismo, no solo como un relato soso del impacto del alcohol en la vida de las personas, sino un poderoso material de reflexión que los lleve a replantearse la necesidad de ponerle límites para no verse perjudicados. Tras la muerte de su hija se hicieron las gestiones para poder rodar la película en la misma escuela en la que estudiaba, además de contar con sus amigos de promoción para interpretarse a sí mismos, con lo que el fin deja de convertirse en una simple película y se encumbra como una oda a Ida (su hija) y sobre todo a la vida.

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