CULTURA

Wiñaypacha: la miseria del olvido

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Diciembre 04, 2021

Wiñaypacha (Catacora, 2018) es una película pionera en nuestro cine por muchas razones. Es la primera película peruana rodada enteramente en aymara, su narrativa audiovisual recuerda los inicios del cine en el que solo estaban permitidos los planos generales y la acción se realizaba dentro de un mismo encuadre, su historia gira entorno a dos adultos mayores que viven apartados del mundo moderno y tienen una marcada relación con la naturaleza y los apus, es la primera película rodada en alta definición en el nevado Allincapac, distrito de Macusani, a 5.000 metros sobre el nivel del mar; además de ser la ópera prima de nuestro difunto novel cineasta Óscar Catacora (1987 - 2021).

Hablar de Wiñaypacha no es fácil, porque es una película que inicia sin muchas pretensiones, pero que poco a poco y gracias a su honestidad, tanto visual como argumentativa, terminan por romperte por dentro. Y es que yo, como de seguro la mayoría, hemos y vamos a ver la película vía Netflix, porque no podemos ir al cine para disfrutarla. Si este fuera el caso, me hubiera pasado los créditos llorando hasta que el ujier me hubiera invitado a salir. Pero no por eso la película pierde fuerza, al contrario, gana un público más amplio porque la podemos disfrutar en la comodidad de nuestro hogar y comentarla con la familia y sintonizarnos con los sentimientos que nos ha despertado la historia.

Wiñaypacha trata sobre el abandono, así de simple, y te lo va a recordar a lo largo de la película. Siempre hemos sido conscientes de que nuestros padres nos han empujado a salir de nido, dejar la zona de confort, y abrir las alas hacia nuestro destino, que muchas veces está lejos del hogar y de ellos. Yo, personalmente, nunca quise dar ese salto de fe, porque considero que pertenezco al lugar en el que nací y debo retribuirle al mismo todo lo que me ha dado. Por el contrario, otras personas piensan que el lugar donde nacieron es una pecera muy pequeña que va a truncar su crecimiento, que necesitan el océano para crecer como personas y es ahí cuando deciden dejar atrás sus raíces y volverse hijos de la modernidad y el lugar que los acoge.

Wiñaypacha es eso, es recordarnos, por medio de la añoranza, la culpa, el desprecio (coloque aquí el adjetivo que mejor le plazca o acomode, luego de verla y siga) que nuestras raíces no deben de ser olvidadas, pues siempre, en nuestro hogar (no casa), estarán esas personas que darían todo por compartir su vida con nosotros, aunque sea por un momento. Es desgarrador ver a Willka (Vicente Catacora) y Phaxsi (Rosa Nina) luchando día a día contra la vida para no caer en el olvido. La tristeza y desamparo se palpan en cada encuadre de la película y no por la miseria que vemos, esta es relativa, pues si comparamos su mundo con el nuestro, nos parecerá miserable, pero no es el caso, pues ellos siempre han vivido así y es el único mundo que conocen y es hermoso a sus ojos. La miseria está representada por la pena que sienten de cargar con el olvido y abandono en el que los ha sumido su hijo, a quien extrañan de un modo que podemos sentir y sufrir en carne propia conforme va avanzando la historia.

Wiñaypacha te golpea, te duele, te entristece, te deprime, porque proyectas en esos dos ancianos tu propia vida, y su pena se hace nuestra. ¿Qué somos al fin y al cabo en la vida, sino soledades que se acompañan durante un tiempo, hasta que este se acaba y volvemos a estar por nuestra cuenta?

¿Recomiendo ver Wiñaypacha? ¡Pues claro! Es para mí, junto a Retablo (Delgado-Aparicio, 2017), la mejor exponente de nuestro cine nacional, sin necesidad de recurrir a temas polémicos, lenguaje altisonante o una puesta en escena rimbombante y de gran presupuesto; simplemente, es cine en su versión más pura y sincera.

Luego de tomarme un trago y secarme las lágrimas, me he sentado para escribir estas líneas y recomendártela con todo el gusto del mundo. Gracias Óscar Catacora, donde quiera que estés, por este legado tan importante para nuestro cine y nuestra historia, ojalá y muchos más sigan tus pasos.

P.D.: Es una lástima lo que pasó con Óscar Catacora, pues si así fue el comienzo de su carrera ¡Cuánto nos habría legado de haber tenido más tiempo!

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