CULTURA
Cuphead: no juegues con el diablo
SERENDIPIA | Varykino Aarón | Febrero 26, 2022
Hace unos días se estrenó la serie ¡El show de Cuphead! (Moldenhauer, 2022), basada en el conocido y tortuoso videojuego Cuphead: don’t deal with the Devil (StudioMDHR, 2017). No saben las ganas que tenía mi hijo de ver esta serie, pues, desde que jugamos al videojuego hace un par de años, le entró la manía de ver cualquier video de animación que pudiera en YouTube con respecto a las aventuras de Cuphead y Mugman. Créanme que vimos un montón de cortos sobre ellos y no parábamos de reír con las ocurrencias, tan extrañas, de sus creadores; pero siempre quedaba ese sinsabor de no ser materiales originales, sino simplemente trabajo de algún fanático rindiendo un homenaje, por lo que, cuando se anunció el año pasado la serie oficial de Cuphead en Netflix, no podíamos estar más contentos por la noticia.
Para ponerlos en contexto, Cuphead es un videojuego estéticamente hermoso y una tortura china en su dificultad. Trata de las aventuras de dos hermanos (Cuphead y Mugman) quienes viven con su abuelo The Elder Kettle, en una pequeña choza al interior de un extraño bosque. Cierto día, los hermanos deciden salir de juerga y terminan en el casino del King Dice, donde apuestan sus almas al todo o nada y las pierden en favor del diablo, quien les hace firmar un contrato mediante el cual ellos deben trabajar para él como recolectores de almas, hasta llegar a una cuota determinada, luego de la cual les devolverían las suyas. No les voy a adelantar nada más, pero básicamente esa es la premisa del juego y, en parte, la de la serie.
Recuerdo la primera vez que jugué Cuphead con mi hijo fue antes de la pandemia y créanme que nunca me sentí tan frustrado con un videojuego, como cuando estuvimos, hora y media, atrapados en un escenario que no demora más de minuto y medio en pasarse. Sí, Cuphead es un videojuego muuuuuuuuuuuuuuuuuy difícil. Si ustedes son más o menos de mi edad, de seguro recordarán videojuegos como Contra, Megaman o Metal Slug. Si los recuerdan, los felicito, tuvieron una niñez muy feliz y saben lo que es sufrir para pasar un videojuego de disparos (Run n’ gun, les dicen hoy); pero nada los va a preparar para lo que es Cuphead.
Con decirles que el mismo videojuego tiene una especie de pozo de los deseos, donde vas para averiguar cuántas veces has muerto para pasarlo. Créanme que he muerto más veces de las que me gustaría admitir y pasan las 4 cifras, peor aún cuando lo juegas de dos, que es mucho más difícil. Pero si no les importa la dificultad del juego, sino la maravilla de su estética, Cuphead es una obra maestra en todo sentido.
Cuphead: don’t deal with the Devil es un homenaje a la animación de los años 30, época en la que brillaron Betty Boop, Popeye, El pájaro loco, los primeros cortos animados de Disney, Bugs Bunny, entre otros. Todo el videojuego está realizado a mano: diseño, animación, fotomontajes, a excepción del entintado que se realizó digitalmente para ahorrar en el tiempo de producción (el videojuego empezó a desarrollarse en 2010). Cada cuadro del videojuego es un trozo de historia, pues representa íconos de una época en la que la animación se hacía de manera artesanal, a 24 cuadros por segundo, sin usar nada más que las manos del artista; un deleite que enamora y nos invita a entrarle a un juego de apariencia sencilla, pero que es una trampa digna de la saga Dark Souls. Pero Cuphead no es solo una cara bonita. La música que acompaña al juego es increíble, un jazz que vale la pena escuchar en la comodidad de la casa, a todo volumen, pues también es un homenaje a los grandes del género. El disco doble LP Cuphead: “Don’t deal with the Devil” llegó al número 1 de los mejores álbumes de Jazz de Billboard en 2019.
¡El show de Cuphead!, si bien guarda la estética del juego en cuanto al diseño de sus personajes y el tono de su humor, no lo hace al momento de la animación porque apuesta por un estilo más cercano a programas como The Ren & Stimpy Show (Kricfalusi, 1991), lo que hace que el dibujo se sienta fresco e irreverente, como esos que veíamos antes en Nickelodeon. ¿Recomiendo ver el show? ¡Claro que sí!, tanto si han jugado a Cuphead, porque profundizan en la historia de los personajes, como si no, pues la misma curiosidad por saber más sobre el dibujo los va a llevar a darle una oportunidad al juego. Y advertidos están: no es apto para frágiles.
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