CULTURA

Saramago: el autor que me motivó a escribir

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Mayo 31, 2022

Recuerdo que conocí a Saramago en la época universitaria, por entonces no leía mucho y necesitaba un nuevo autor que me atrapara, así como lo hizo Irving Wallace. El caso es que por entonces visitaba asiduamente las ferias de libros usados para encontrar todos los libros de Wallace y comprarlos de manera compulsiva, puedo decir con orgullo que me faltan 4 libros y completo toda su colección, pero hoy estamos hablando de Saramago.

Como les decía, conocí a Saramago en una de estas ferias de libros usados. Un libro en particular me llamó la atención: El evangelio según Jesucristo (Alfaguara, 1991), por entonces andaba muy impresionado por el tema de la película Stigmata (Wainwright, 1999) y todo lo relacionado a los evangelios apócrifos y lo que tuviera que ver con Jesús y la religión, así que me compré el libro en una.

Atravesar sus páginas no fue tarea sencilla, pues quienes conocen a Saramago saben que tiene una forma muy peculiar de escribir: No usa signos de puntuación como nosotros, ni de entonación, ni guiones, nada, toda su obra es narrada mediante el uso de comas y ocasionales puntos aparte, lo que hace que el tratar de leerlo sea un esfuerzo no solo de imaginación, sino de una completa atención para seguir el hilo del relato. No me voy a ir por las ramas, el libro me encantó, pues narra la vida de Jesucristo sin tocar siquiera su divinidad, el relato es exquisito y la visión de la historia que tiene Saramago es fascinante; por un tiempo pensé que por ese libro había ganado el Nobel en 1998, pero no, fue por otro mucho más logrado y que es un deleite de principio a fin.

«Ensayo de la ceguera» (Alfaguara, 1995) fue el libro que encumbró a Saramago al Olimpo de los grandes autores universales. Una historia de la miseria humana, producto de una pandemia de ceguera blanquecina, es el marco para una historia desgarradora que nos muestra hasta qué punto el ser humano puede degradarse con tal de sobrevivir. Tuve tres ejemplares del libro y los tres los presté y nunca me los devolvieron; cosas de todo amante de los libros: prestar sus tesoros para que otros los disfruten y vilmente se los queden como si uno cagara plata para comprarse nuevos.

Impresionado por lo visto en el Ensayo de la ceguera, mi sed por Saramago no hizo más que acrecentarse y es así que compré «La caverna» (Alfaguara, 2000), relato descarnado e inmisericorde de un alfarero que sufre las consecuencias de la globalización y su estancamiento en un modelo de negocio que tiene los días contados en favor de la modernidad. El relato deja una sensación agridulce por lo que dejamos de lado en nuestras vidas para dar cabida a las nuevas costumbres. Recomendadísimo aunque es uno de sus libros más deprimentes.

Luego de leer La caverna, en un viaje a Lima me compré Todos los nombres (Alfaguara, 1997). El relato me enganchó desde la primera línea. Es la historia de un fulano que trabaja en registros públicos (para nosotros el Reniec) y en el que día a día inscribe nombre tras nombre de todas las personas que se acercan a esa dependencia. Su monótono trabajo lo lleva a engancharse con unos cuántos nombres (que curiosamente nunca se mencionan) y empieza una labor enfermiza de recolección de datos aleatorios de lo que les sucede a estas personas a lo largo de su vida. El libro es una alegoría a lo que significa el ser humano dentro de la sociedad: nada, hasta que alguien se preocupa por él. Curiosamente, el único nombre que sale en ese libro es el del registrador que se llama José, a secas.

El hombre duplicado (Alfaguara, 2002) ¡Uf!, este libro me sacó de cuadro sinceramente, pues no imagino a otro Varykino Aarón en el mundo, viviendo bajo mi misma identidad y menoscabando la mía de manera inconsciente. Este relato tuvo una adaptación en cine llamada Enemy (Villeneuve, 2013) protagonizada por Jake Gyllenhaal, Mélanie Laurent e Isabella Rossellini, no la he visto para serles sincero, pero mi papá dice que la peli es buena, habrá que creerle, ya la veré uno de estos días y les paso la reseña; pero el libro es genial de una manera enfermiza, exuda Saramago por todos lados.

Cuando leí Las intermitencias de la muerte (Alfaguara, 2005) no pude contener la risa y el asombro, pues se parecía mucho al guion de Ringu (Nakata, 1998), más conocida por estos lares como El Aro, versión japonesa. Y es que la historia nos lleva a conocer a un violoncelista que inicia una relación amorosa con la Muerte, a quien le sugiere un método para avisar a quienes se va a llevar mediante una serie de cartas que les notifican que en 7 días se irán de este mundo. Gracias a este libro pude conocer al concertista Rostropovich, un lujo para los oídos, deberían de escucharlo sí o sí, pues reconocerán las melodías que interpreta en el anime Neon Genesis Evangelion (Gainax, 1995). Con respecto al libro, es un deleite de principio a fin, de los mejores que ha escrito Saramago.

El viaje del elefante (Alfaguara, 2008) me regaló el conocer la palabra «cornaca» que es como se llama al domador de los elefantes. Es una narración simple, pero para nada simplona, de un relato que se cuenta en los anales de la historia de Portugal, en los que se refiere el viaje épico de Salomón (el elefante) a través de Europa por caprichos reales y absurdas estrategias; irónico y descarnado en grado sumo, divertido a mares en cada una de sus páginas.

Finalmente, y discúlpenme que me haya extendido tanto, quiero contarles que José Saramago fue un escritor muy prolífico que empezó su carrera a la edad de 39 años, cuando escribió Claraboya (Alfaguara, 2011), libro que fue rechazado por su editor por considerarlo insípido y que mantuvieron encajonado hasta que ganó el Nobel en 1998, momento en el cual decidieron contactarlo para publicarlo, pero el autor rechazó tajantemente el ofrecimiento, pidiendo que se le devolviera el manuscrito porque nunca vería la luz mientras estuviera vivo a manera de protesta por el hecho de haber sido ninguneado en sus inicios literarios. El libro fue publicado póstumamente y la edición corrió a cargo de sus hijos, no voy a hablar del libro, pero era el prototipo de lo que sería este excelso autor para la historia de la humanidad.

Si llegaste hasta aquí es porque te interesó mucho el tema y te invito a leer a este genial autor, de quien guardo gratísimos recuerdos y la pena de haberlo perdido a consecuencias de la leucemia, pues sentía que lo conocía a cada línea que leía de sus libros, así de enganchando me sentía con él. Otros títulos que te recomiendo y que también he leído son: Caín (Alfaguara, 2009), La balsa de piedra (Alfaguara, 1986) y Ensayo de la lucidez (Alfaguara, 2004). Espero compartamos el mismo afecto hacia don José de Sousa Saramago porque tanto él, como su obra, se lo merecen.

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