CULTURA

Ahora me toca a mí: una guía imprescindible para el cuidado de nuestros viejitos

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Junio 13, 2022

El fin de semana tuve la grata visita de mi tío Víctor, no lo veía desde antes de la pandemia y la oportunidad de reencontrarnos, de una manera fortuita, fue una sensación muy agradable que nos permitió ponernos al día de todo lo que había pasado en estos años de alejamiento producto de la pandemia.

Llegó en la madrugada proveniente de Bagua y nos la pasamos compartiendo experiencias hasta el amanecer, acompañados de un café caliente y unos toritos (galletas de leche) muy sabrosos. Verlo con 74 años a cuestas fue algo extraño, pues su semblante evidenciaba que la había pasado mal durante el encierro, como todos, pero según me contó los achaques de la edad, la pérdida de sus familiares y la constante tensión producto de la amenaza pandémica habían mellado no solo su ánimo, sino también su semblante.

Esto me hizo reflexionar sobre el tema, pues en el silencio de la madrugada y al amparo de una confidente tertulia, intercambiamos muchos puntos sobre lo jodido que es llegar a viejo y los cuidados que conlleva esta etapa de la vida. No soy ajeno a ello, tengo 40 años y vivo con mis padres de 79, lo que me da una visión privilegiada del futuro que me espera si logro llegar a esa edad.

Pérdida de memoria, sentimientos de soledad, lamento y frustración acompañan el otoño de mis padres. Al principio pensé que era una cuestión referida al derrumbe de las aspiraciones que tenían para conmigo y verme regresar a casa, digamos que como derrotado, pero al pasar el tiempo me di cuenta de que no era del todo así y que el cambio en su comportamiento era ya una cuestión que iba más unida a la edad y al inmisericorde paso del tiempo.

Hace unos días, para entenderlos mejor, me vi leyendo el libro «Ahora me toca a mí: cuando el cuidado de los padres pasa a manos de los hijos» (Diana, 2015) escrito por el geriatra Carlos Sandoval y el reconocido psiquiatra y psicoanalista Fernando Maestre, sí aquel viejecito que salía en RPP conduciendo ese programa tan interesante llamado «Era Tabú» y que tristemente falleció en 2017. El libro es una especie de guía que expone todas las características que trae consigo la vejez, toca temas como los prejuicios que tenemos contra la edad, esos que nos hacen pensar que cuando alguien está viejo ya no sirve y debe de hacerse a un lado para dar paso a la juventud llena de vida y utilidad para el mundo. Expone la peculiar situación de que no todos envejecemos igual y que depende mucho de nuestros hábitos en la juventud y los que hayamos podido mejorar o mantener en la vejez, por ponerles un ejemplo mi papá es bastante activo, todos los días se ejercita por lo menos una hora, aunque se pase 15 sentado frente a un televisor, lo que hace que goce de mejor salud que mi mamá que es una especie de vieja gata que duerme todo el día y revive en las noches, una especie de europea viviendo en América.

Otro tema que cuenta «Ahora me toca a mí» es el olvido y la demencia en la vejez, y lo curioso es que esta empieza alrededor de los 40, así que ya estamos en esa senda y no hay marcha atrás, pero el texto nos explica qué comportamientos podríamos adquirir para mitigar los efectos que esta va a ir imprimiendo en nuestra degeneración mental con miras a ralentizar su acometida. Además, nos ilustra sobre qué actitud debemos de mostrar frente a nuestros viejitos cuando evidenciemos sus olvidos, todo enmarcado desde la comprensión y la empatía.

Entre otros muchos temas que trata este libro tenemos la incontinencia, depresión, ocio, hábitos nocivos y afrontamiento del duelo, que es especialmente duro en la vejez, pues he visto cómo han tenido que lidiar mis padres con las pérdidas de sus amigos, hermanos y conocidos y no hay nada más triste que ver a un anciano llorar y no poder hacer nada para evitarles ese trago amargo, pero es parte de la vida y la pena es proporcional al cariño que le tuvimos a esa persona a lo largo de nuestra existencia. El libro nos da algunas recomendaciones para enfrentar cada una de esas situaciones de acuerdo a las características peculiares de cada una de ellas y de nuestros viejitos.

Algo que me sorprendió fue revisar en el ejemplar un apartado circunscrito a la sexualidad en la tercera edad, y créanme que me sorprendió en gran medida porque suponía, como de seguro muchos de ustedes, que cuando uno pasa cierta edad ya no se entiende con esos temas, pero es todo lo contrario, el fuego nunca se apaga o como diría mi papá Rómulo (80) «Hijo, pa’ culo nuevo no hay pija vieja» y el texto fue toda una revelación bastante grata y muy curiosa que de ley deben de leer para que vean lo maravilloso que es el ser humano incluso en el invierno de su existencia.

Recomiendo muchísimo leer este libro porque como apunta el doctor Carlos Sandoval en el prólogo «Envejecer es acumular experiencia y sabiduría, por eso la juventud debe escuchar con respeto al adulto mayor, que ha tenido una larga existencia, en que aprendió y puso en práctica muchas cosas antes de llegar a la tercera edad. Esta sabiduría es algo que debe ser comunicado y heredado a los niños y jóvenes», además nos ayudará a entender mejor a nuestros viejitos y retribuirles todo ese cuidado que nos prodigaron y siguen dando a pesar de los años, pues para ellos siempre seremos unos pequeños que llegaron para alegrar sus vidas y para nosotros siempre serán la hoguera en la que nos sentamos para evitar el frío de la vida.

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