Vivimos una época marcada por la banalidad en la cultura, tanto es así que hasta artistas o escritores banales se dan cuenta de eso. En esta era del “baile del caballo”, del “combate” televisivo, donde la incultura masiva es la nueva cultura digitalizada por la chatura del mercado global y la mediocridad de sus técnicos políticos, es raro encontrar arte de verdad. Porque el arte, como toda la sociedad moderna, está prostituido. La búsqueda de la fama fácil, el cuchillo de la codicia canibalesca, entre otros factores, han hecho que el artista vea su obra como un medio personal para alcanzar, más que la gloria, una patética notoriedad mediática. Incluso la artesanía ha sido devorada por esta religión creada por el dios Dinero.

En un medio como el peruano, caracterizado por la desidia de sus burócratas de la cultura, por la lumpenización en las formas de promover esto que aun se llama “cultura”, es meritorio ver y participar de eventos como el V Festival “Fiesta del Diantre”, organizado por la Asociación Cultura “Kaypi Kani”, Ciclón de Poesía y Ediciones “Prometeo Desencadenado”, en la ciudad de Chiclayo. Aquí podemos constatar que el arte aun sigue siendo una actividad noble. Dos días en que voces literarias de distintos lugares y edades se congregaron en dos auditorios. Un evento “inclusivo” (palabra también “cosificada” por la política), en que dialogaron diversas tendencias estéticas; porque de eso se trata todo diálogo libre y democrático. Desde hace unos años el Festival del “Diantre” va promoviendo estos espacios para que el poeta y el escritor, y los músicos y los danzantes, etc., interactúen con el público, para que despierten en el público una sensibilidad propia. Porque eso hace el arte, despertar una forma personal e íntima de ver, entender y abrirse a la vida. El arte verdadero va en contra de esa masificación de la banalidad. Y, entre las artes, la que no se ha prostituido es la poesía. Por ello este festival, quizás, sea principalmente de poesía.

Es difícil levantar la propia voz, que parece callada y escuchándose a sí misma, pero justamente festivales como el “Diantre” permiten que el poeta vuelque esa voz interior y explote ante sus auditorios llenos, en esos dos días perfectamente organizados, y con la calidez que el norte, Chiclayo principalmente, saber dar. Así fue, con las disertaciones de Carmen Ollé, la lectura reflexiva de Carlos López Degregori, la intensidad de Victoria Guerrero, los cantos de José Pancorvo, la potencia de Héctor Ñaupari, las performances de Frido Martin y Luis Bocelli. Más de treinta poetas y escritores, sin contar a las otras manifestaciones artísticas, como el grupo de intervención urbana Acción Poética Chiclayo, nos dan la seguridad que este festival continuará y seguirá creciendo. Y todo esto gracias a la gestión de tres poetas, Matilde Granados, Juan José Soto y Stanley Vega, y, gracias también, a su equipo de apoyo.

Testimonio publicado con la autorización del comité organizador de La Fiesta del Diantre.

Miguel Ildefonso (Lima, 1970)

Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, (Texas, Estados Unidos). Ha publicado diversos libros de poesía. En el 2005 publicó el libro de relatos El Paso, con el que ganó el Premio Nacional de Cuento de la Asociación Peruano-Japonés (2005). También ha publicado las novelas: Hotel Lima, y El Último Viaje de Camilo, y antologías como Memorias In-Santas o 21 Poetas Peruanos.  Ha ganado el primer premio de poesía en Los Juegos Florales de la Universidad Católica (1995), el premio en los Juegos Florales de poesía El Paso-Texas University (2001), el X Premio nacional “Copé de Oro” Poesía (2001), el Concurso de Cuento Alfredo Bryce Echenique (2003), el Premio Nacional PUCP 2009 en la categoría poesía con Libro de Exilio y el III Premio Iberoamericano de Poesía Juegos Florales de Tegucigalpa (2013).