CULTURA

Poemas Humanos: radiografía del hombre y su sensibilidad

  |   Luis Sánchez Agurto   |   Marzo 10, 2014


Mucho es lo que se ha dicho de la poesía de Vallejo, mucho es lo que se ha dicho del artista de Santiago de Chuco, pero poco, muy poco es lo que se ha dicho aún del hombre en Vallejo. Trascender la línea de lo poético a lo cotidiano, y que este resulte asombrosamente enriquecedor, es todo un punto aparte para hablar de la derrota del tiempo y del triunfo del hombre sobre este.

Los poemas que César escribiera entre los años 1923 y 1938 respectivamente, que como se sabe no vieron jamás la luz de publicación mientras viviera su autor, tienen la rara característica de haber sido un eco dialéctico también: no publicarse publicándose, esto es, haberse mantenido en silencio para después romper ese óbice y cosechar  -producto de su genial propuesta-  innumerables ediciones.

Estos poemas a los que Georgette y Raúl Porras Barrenechea, acertadamente lograron ponerle el adjetivo de Humanos, son la cumbre del peruano en la plataforma universal de la literatura. Con ellos Vallejo le dirá al mundo que somos un conflicto permanente y que “en la doncella plenitud del 1, una arruga, una sombra!”¹.

Este conjunto de poemas no persigue al arte como tal, más bien busca que el arte tenga carne, orine, respire, sea hombre… Ya hay un eco de esto aunque borroso en los Heraldos Negros, ante lo cual Mariátegui se animará a decir: “se podría decir que Vallejo no elige sus vocablos. Su autoctonismo no es deliberado. Vallejo no se hunde en la tradición. No se interna en la historia para extraer de su oscuro sustrato perdidas emociones. Su poesía y su lenguaje emanan de su carne y su ánima. Su mensaje está en él”. Su propuesta es hija de una estirpe. Y así “por momentos aparece como impredecible; honda hasta la temeridad…”²  

Los Poemas Humanos son textos que reavivan tejido árido, orgánico, de ninguna manera tranquilizante para el lector, al que lo someten al desconcierto y posteriormente a la incertidumbre, no siempre por lo que dicen sino por lo que provocan. Son “un habla para otro, un habla con el otro, un discurso orientado a realizar una comunicación que es una acción lingüística (…)”³. Vallejo, adelantado a su época, abre el telón de una sala implacable y difícil, el tiempo. Sí, logra acercársele y ponerle un “pajarillo entre los hombros”. Sus palabras en adelante no sufrirán las deficiencias de indumentaria. Ellas se vestirán solas, así, sus poemas se convertirán en “enunciados performativos”4. “no es que él dice o hace, sino que deja hacer a la lengua que proporciona la circunstancia,  el medio, el marco institucional, la regla para que se instaure, se realice la complicidad de la poesía”5.


Asedio al hombre

En la historia pocas cosas le han dado al hombre y muchas a la persona. La vida ha transcurrido más en la periferia de éste que en su interior. Las palabras que se han dicho para el hombre no son en su mayoría las que se han debido decir. Tal parece ser la intuición de Vallejo al descargar en sus Poemas Humanos la energía que lo ha de encontrar con lo íntimo,  intenso y virginal. Así sucederá que hay una mañana inmensa, absurda y sentimental. Un color decolorado, intenso y confidencial. Un dolor dulce, grave y visceral… El santiaguino presenta una visión más amplia de la vida, apoyándose en el sustrato marxista, sin que esto quiera decir que su poesía sea un arte al servicio de tal doctrina; muy por el contrario, es la doctrina comunista al servicio de su poesía. Así, distinguirá arte bolchevique de arte socialista:

“el poeta socialista no reduce su socialismo a los temas ni a la técnica del poema. No lo reduce a introducir palabras a la moda sobre economía, dialéctica o derecho marxista, a movilizar ideas y requisitorias políticas de factura u origen comunista, ni adjetivar los hechos del espíritu y de la naturaleza, con epítetos tomados de la revolución proletaria. El poeta socialista supone, de preferencia una sensibilidad orgánica y tácitamente socialista. En el poeta socialista el poema es una función natural y simplemente humana de la sensibilidad.”6

Vallejo sufre al hombre, y lo sufre desde “la tiniebla tenebrosa”, desde la “cólera que quiebra al hombre en niños”, desde “sus encontradas piezas”, “su forma famélica de masa”, “su tristeza”… Lo ve subir y bajar en el columpio del Latido y la urbe. Y lo mira, inmenso, acuoso, tras el crepúsculo de la vida, lanzándose seguidamente a bucear en él. Pero la luz se va y solo encuentra guijarros en el fondo: la miseria, la miseria del hombre – hermano, lo estremece tanto que dirá:

Parado en una piedra, 

desocupado, 

astroso, espeluznante

a la orilla del Sena, va y viene.

Del río brota entonces la conciencia

con peciolo y rasguños de árbol ávido:

del río sube y baja la ciudad, hecha de lobos abrazados.7


Su espíritu solidario e intenso a la vez irá retratando al hombre en diversos pasajes de su obra. El obrero que no puede safarse de los tentáculos del capitalismo, el burgués que cómodo en su butaca mira la vida que nunca cambia…, el gobernante cruel que tiñe el camino y el artista “con un pan al hombro”…

Vallejo capta al hombre en toda su dimensión, en todo su andar existencial. La poesía le sirve así como un instrumento radiográfico para encontrar el diagnóstico al siempre atrevido racional y mortal dios…


Tocando al hombre

Si hay un hombre que ha escarbado tanto el pecho del ser humano; ese, seguramente,  ha de ser Vallejo. Si hay un nombre en perfecto enlace con el dolor; ese, seguramente, ha de ser Vallejo. Si hay un dios al que no se le puede reclamar que se haya equivocado; ese, seguramente, ha de ser Vallejo.

El universal trujillano supo coger la guitarra de la especie humana, a fin de encontrarle y arrancarle las mejores notas dormidas prístinamente en su cajón.

Cuando el santiaguino toca al hombre, no lo hace en función de individuo sino de conjunto. Vivir no uno en todo, sino todo en uno. Busca en él la “lógica del origen”, un ser nuevo, “producto de la praxis revolucionaria”8. El indio, el bolchevique y el miliciano de la República son sus paradigmas en esta empresa.

Tampoco se enerva con escribir sucesos dialécticos que le ayuden a ornamentar el poema. No. Vallejo experimenta, vive en carne propia, la soledad, la pobreza, el vacío… 

A partir de aquí es donde vemos al hombre y perdemos al artista -en primer plano- y entonces el acto escritural surge de las entrañas mismas, de la sangre misma, del sudor mismo, de uno entre “millones de panes”,  entre millones de olivos,  entre “millones de parados…”

Vallejo acuña así un nuevo lenguaje, un aporte inmenso al castellano: “la palabra justa, que se ajustara al sentido de la tierra”9. (El compromiso o encanto con la tierra es un reflejo de la cosmovisión cultural andina. Su comunión con ella se mantiene hasta los últimos días de su vida).

Es importante decir que la maduración de este lenguaje es producto de la adhesión de Vallejo al marxismo pero no a un marxismo estancado, congelado, como harían después los fraguados seguidores de este movimiento, sino un marxismo “crítico y creador”, como también postulaba Mariátegui.

Esta manera de producir poesía con la vida misma ha hecho del autor de Masa, un mito, una religión, un universo… y como dice Manuel Ruano “con el tiempo se puede intuir finalmente,  con no sé qué grado de justeza, que su lenguaje era el mejor protector de sus huesos metafísicos y que, por lo tanto, tendría el ritmo de sus palabras. El absurdo me temo”. Y porque nadie más que él pudo haber acuñado mejor estos versos:

El mueble tuvo en su cajón, dolor,

el corazón, en su cajón, dolor,

la lagartija, en su cajón, dolor…

…Ea Vallejo, ea señor de un ritmo “con zapato roto bajo la lluvia”… Ea...


 Citas bibliográficas 

1. Antología poética. Antonio Merino. Los Heraldos Negros. p. 81 

2. Manuel Ruano. De los Poemas de Hueso.

3. Miguel Ángel Huamán. Lectura Pragmática de Vallejo. p.185

4. Miguel Ángel Huamán. Lectura Pragmática de Vallejo. p.188

5. Miguel Ángel Huamán. Lectura Pragmática de Vallejo. p.190

6. César Vallejo. El arte y la revolución. P.p. 28 – 29

7. César Vallejo. Poemas Humanos. Parado en una piedra.

8. Gonzáles Vigil. César Vallejo: Obras completas. Prólogo a la primera edición. p. 37

9. Carta de París,  Mundial, 18 setiembre de 1925. Ed. Puccinelli “desde Europa”. p. 57

10. Poemas Humanos. Los Nueve Monstruos.

 

Luis Sánchez Agurto. Es investigador educativo y profesor de razonamiento verbal. Ha escrito los poemarios: “Cicatrices del silencio”, “Sensualidad en gris”, “Poemas para el mar”, “Canto a Javier Heraud”, “Hojas Frescas”, entre otros. También los libros de cuentos: “Al otro lado de las horas” “Palabras del estanque”  y “El día que murió Ravel”. Entre sus premios destacan los Juegos Florales de poesía Chiclayo 2005, La Epístola de Amor (febrero, 2007), Los Juegos Hispanoamericanos de Cuento “Mario Benedetti – JELYL”  2010, entre otros.


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