CULTURA

Una mirada psicoanalítica a la vida de César Vallejo


  |   César Olivares y José Farje   |   Marzo 16, 2014


Diálogo con el Dr. Max Silva Tuesta y el vallejista Miguel Pachas Almeyda.

 

Lo encontramos sentado en su cómodo sofá que, si bien no es el sillón ayo de dinástico cuero, sí ha sostenido muchas lecturas atentas e importantes anotaciones de la obra de César Vallejo. Don Max Silva Tuesta, médico de profesión y especializado en psicoanálisis, no estaba solo. Lo acompañaba su eterna compañera Luchita y el acucioso investigador de la vida y obra de Georgette, Miguel Pachas Almeyda. A pesar de ser nosotros unos perfectos desconocidos, nos recibieron con toda la cordialidad del mundo y comprobamos una vez más que el intelectual cuanto más trascendencia alcanza, más humano y sensible es. Cincuenta años estudiando la obra de Vallejo lo convierte en una autoridad en el tema. A pesar de no contar con una pensión del gobierno y de ganarse gratuitamente enemigos por decir lo que piensa, sigue escribiendo y amando al Perú. Este es el diálogo que sostuvimos con el Dr. Max Silva (MS) y con Miguel Pachas (MP). Esperamos lo disfruten tanto como nosotros.

 

Dr. Max Silva, se ha dicho hasta el cansancio que Vallejo es el poeta del dolor y que se queja mucho en sus poemas. Sin embargo, en sus estudios usted plantea que esto no es gratuito y que, de ser cierta la afirmación, partiría de un sentimiento de culpa que acosa al poeta. ¿Dónde se origina dicho sentimiento de culpa? ¿Cómo se manifiesta la culpa en sus poemas amorosos?

 

MS: Vallejo fue santiaguino de nacimiento y trujillano por adopción; por lo tanto, estuvo influenciado fuertemente por la herencia familiar. Sin embargo, en la casa Vallejo predominaba el silencio como señal de respeto hacia los mayores, pero también como si se quisiera ocultar algo. Este es el sentimiento de culpa que César Vallejo lleva a cuestas desde niño, por tener abuelos sacerdotes. Además, se manifiesta a nivel de re-sentimiento, pues si en esa época decirle a alguien que era hijo de cura, de por sí ya denotaba algo sumamente ofensivo, imagínense tener abuelos sacerdotes, y dos todavía. Este sentimiento de culpa se traslada a su poesía, pero no solamente a sus poemas religiosos, sino principalmente a aquellos en los que se presenta el amor carnal contrapuesto con el amor puro, “mariano”, virginal. Entendamos, desde luego, que en esa época se vivía en una sociedad himenizada; es decir, la gracia de una muchacha se debía a su condición de virgen. Un poema representativo de lo virginal es “Para el alma imposible de mi amada” y del otro lado tenemos a “Amor prohibido” como clara muestra de lo carnal, incluso trata a la amada de mujerzuela. Freud llama a eso “la disociación amor/ ternura” y quien disocia la ternura de la carnalidad presenta un “complejo de Edipo”.

 

Existen muchas manifestaciones del “complejo de Edipo” en la poesía de Vallejo. Por ejemplo: “La mujer de mi padre está enamorada de mi”, expresada en un poema en prosa. Consecuentemente, este complejo edípico lo lleva a enfrentarse al padre y ahí reside también un grave sentimiento de culpa. ¿Qué otras referencias de su vida llevarían a Vallejo a sentirse culpable?

 

MS: El mismo Vallejo habla en Escalas Melografiadas, y no sé por qué muchos críticos no lo han notado, del amor incestuoso -idealizado, tal vez- que siente por su hermana Victoria Natividad. En Muro antártico, él está en la cárcel y recuerda el deseo sexual que siente por su hermana y se pregunta: “¿Por qué con mi hermana? ¿Por qué con ella, que a esta hora estará seguramente durmiendo en apacible e inocente sosiego?”. La culpa, entonces, no solamente le viene porque es nieto de dos curas, sino también por esta experiencia incestuosa subconsciente, tal vez incentivada por Nativa que era algunos años mayor que él.

 

Nosotros dictamos clases sobre la vida y obra de Vallejo, y hemos notado que algunos estudiantes, cuando se enteran de estos aspectos biográficos del poeta, lo imaginan como un ser monstruoso y amoral. Incluso, se fijan mucho en la diferencia de edad que había entre él y sus parejas. Desde una perspectiva psicoanalítica, y más allá del sentimiento de culpa, ¿cómo puede entenderse esta predilección por mujeres muy jóvenes?

 

MS: Ser menor de edad no significa ser completamente inocente. Es cierto, Vallejo le llevó algunos años a sus parejas (María Rosa Sandoval tenía 16 años; Zoila Rosa Cuadra, 15; Otilia Villanueva, 16, incluso a Georgette Phillippart, su esposa, le aventajaba 16 años); sin embargo, se podría decir que Zoila Rosa Cuadra fue quien sedujo y jugó con el poeta, provocándole una crisis de celos que casi lo lleva al suicidio. Ahora, desde el punto de vista del psicoanálisis, esta es una variante del complejo de Edipo, ya que Vallejo, al ser mayor de edad, cumple el papel del padre protector y celoso. Cedo la palabra a Miguel Pachas, quien ha investigado sobre los amores de Vallejo.

MP: Pienso que los primeros amores de Vallejo alcanzaron una realización puramente espiritual. Ya con Otilia Villanueva se torna carnal. El poeta no solo evidenció un deseo sexual por su hermana, sino también por Otilia Vallejo Gamboa, su sobrina, hija de Víctor Clemente. Creo que lo edípico es parte de la naturaleza humana; por lo tanto, no me parece justo que se piense que César Vallejo fue alguien que no supo controlar sus instintos. Sus poemas son muy humanos, justamente porque se atrevió a tocar estos temas que pueden ser inmorales para nuestra sociedad, pero que evidencian la naturaleza de un ser sensible y cabal.

 

Existen algunos versos de Vallejo donde la mujer realiza labores domésticas como planchar, lavar, cocinar, servir la mesa, actividades realizadas generalmente por una madre dedicada a su hogar. ¿Puede tomarse esto como que en la poesía de Vallejo hay una proyección de la madre en las distintas mujeres presentes en los textos?

 

MS: Lo que pasa es que cuando la poesía se escribe con las entrañas, visceralmente o radicalmente (en el sentido de la raíz de cada uno de nosotros), le sale a uno el niño en relación a la madre, o el padre cuando hay que proteger a la amada joven.

 

¿No hablaríamos allí de una posición de género como muchos estudiosos han querido ver?

 

MS: Sin duda, si es que lo vemos desde el punto de vista de las feministas que han fracasado rotundamente desde los años sesenta. Ellas reniegan de la hermosa y sagrada labor del ama de casa. ¡Ya quisiera yo, si tuviera tiempo, escribir y que se me publique un elogio del ama de casa!; mi madre fue un ama de casa: Silveria Tuesta Peña Herrera. Ella tenía un hermano diputado y cuando este le consigue un puesto burocrático y le dice “hermana, vas a trabajar dirigiendo el vaso de leche”, mi madre se echa a llorar. Él pensaba que era de alegría, sin embargo ella, muy apenada le dice “pero hermano, yo trabajo en mi casa; yo lavo, cocino, plancho para mis hijos y mi esposo, y me siento muy contenta con ello”. Entonces, ese elogio del ama de casa sería para mi madre. Volviendo al tema, el feminismo ha fracasado. Para citar un ejemplo de Marco Aurelio Denegri, que la mujer, debido a la publicidad, se haya convertido en objeto erótico, es la más evidente forma de fracaso del feminismo.

 

En el artículo periodístico de Vallejo titulado “Las mujeres de París” se expresa que las mujeres parisinas no poseen instinto materno, ya que pagarían miles de francos para procurarse un aborto y las compara con las mujeres latinoamericanas, donde el amor por la maternidad las lleva a dar la vida por sus hijos. Vallejo tenía preferencias por estas últimas; es decir, por la mujer que puede ser madre sin dejar de ser bella. ¿Cómo era la relación de Vallejo y Georgette en este sentido? ¿Se daba en ella la conjunción de madre protectora y mujer a la vez?

 

MP: Georgette consoló el llanto de Vallejo en más de una ocasión; en ese sentido, hizo la labor de madre protectora, a pesar de ser menor que él. En ella Vallejo pudo encontrar un equilibrio para su alma atormentada. El carácter de esta joven francesa ayudó a madurar la personalidad de Vallejo, que se caracterizaba por ser muy sufrida. Georgette también fue el ama de casa amorosa; se dice que cuando Vallejo llegaba al hogar, ella le decía: “Ahí está tu mesita bien servida”. También aquí cumple el rol de la madre protectora.

MS: Es cierto que en su relación con Georgette hay coito, carnalidad, sentido de protección y solidaridad, hay empeño de un destino común. Con ella sí pudo plasmar todos sus deseos del hombre que ama.

 

En Los heraldos negros se encuentran referencias religiosas relacionadas con el sufrimiento de la mujer. En “El poeta a su amada”, dice: “Tú te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso”, en el poema “Amor”, manifiesta: “amor, cruz divina”, hasta llegar a la mujer madre divinizada que reparte hostias y bendiciones. ¿Cómo entiende este afán de Vallejo por divinizar a sus seres queridos?

 

MS: Esa es la identificación de Vallejo con Cristo. En su poesía se aprecia un enfrentamiento de Dios hijo con Dios padre, siendo el verdadero Dios el imperfecto, el que sufre, el hijo. Vallejo sería el Cristo de sus poemas en la medida de que, por el complejo de Edipo, llega a retar al padre por el sufrimiento de la humanidad, y, de paso, por la posesión de la madre virginal.  En el poema “Dios” es el dios hijo el que gana (“yo te consagro Dios, porque amas tanto”); en cambio, en el poema “Los dados eternos” le niega al Dios padre su condición divina: “Y el hombre sí te sufre: ¡el Dios es él!”.

MP: Cuando Clemente Palma leyó el poema Dios, le gustó tanto que no paró hasta conocer a César Vallejo y a reconciliarse con él por la crítica lapidante que le hizo a un poema anterior. Respecto de lo afirmado por mi amigo Max Silva, yo discrepo en parte, pues no olvidemos que Vallejo, antes de morir, le pide a Georgette que escriba “yo tengo un defensor, ese es Dios”.

MS: Es muy discutible lo citado por Pachas, pues es inverosímil que en los últimos momentos de su vida, y después de delirar por varios días producto de la fiebre, Vallejo haya tenido la suficiente lucidez para dictar esas palabras; sin embargo, es indiscutible que Vallejo se identificó con Cristo.

 

Voy a lanzar una pregunta que tal vez le moleste, y esto desde el punto de vista de los detractores: ¿qué tan válida es la categoría del psicoanálisis para interpretar textos literarios?

 

MS: Bueno, eso es a lo único que yo me dedico (y he dedicado gran parte de mi vida): a analizar a Vallejo y a Vargas Llosa desde el punto de vista psicoanalítico.

MP: El estudio psicoanalítico que ha hecho el doctor Max sobre la obra de Vallejo es de gran valor para analizar, organizar y entender la biografía del poeta. Sin esa categoría de estudio jamás podríamos comprender por qué Vallejo fue un hombre tan humanamente difícil, y ahí están el complejo de Edipo y el sentido de indefensión ante el mundo que manifiesta en su poesía.

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