CULTURA

Ciclismo en Lambayeque

  |   Mirian Neira   |   Julio 23, 2014


Cuando era pequeña mi padre me compró una bicicleta roja. Yo vivía en el campo y tenía un patio a mi disposición para poder usarla. La primera vez que la monté fue un sábado. Hasta ese entonces no sabía manejar bici, así que pedí ayuda y poco a poco me dejaron de sostener el asiento y empecé a alejarme 100, 200, 300 metros de la casa, por la carretera, por donde no pasaba ningún alma humana y por donde llegué a una loma, desde la cual pude ver todo el valle de Huancabamba y sentir su vientecito amable.

Tenía 8 años aquella vez que mi pecho se infló y me sentí libre. Fue una hazaña que había logrado por mi cuenta, fuera de casa, sin la necesidad de tener a mis padres pendientes por algún accidente. Había dejado descansar a mis muñecas para montar en la bicicleta, para viajar por mi propia cuenta. Pasó un tiempo y  abandoné a mi compañera.  Trece años después, sin mucho que hacer, me propusieron ir a montar bicicleta. Así que un poco dudosa alquilé una y me fui a Ventarrón, una ciudadela ubicada a 15 kilómetros de Chiclayo. Pensé que había olvidado montar, pero uno nunca olvida las actividades con las que se es feliz  y con ese razonamiento volví a recordar el poder que sentí en la loma. Nuevamente el pecho se me infló y volví a sentirme segura. No me caí. Mi felicidad me abrió el alma y yo que no tenía rumbo, empecé a tenerlo. Ya no estaba sola.

¿Pero qué hay más allá de la emoción de andar en bici durante un tiempo? ¿Cuál es la situación del ciclismo en Chiclayo? Roger Sáenz, uno de los primeros ciclistas chiclayanos ganadores de competencias a nivel nacional y ex presidente de la Liga de Ciclismo, una organización desaparecida luego del gobierno de Alejandro Toledo, cuenta que empezó a interesarse por el ciclismo cuando por el año 1956, o quizá por el año 1958, en una competencia escolar vio participar a su hermana en una vieja bicicleta Monark, la cual era de uso familiar. «Mi extinta madre hacía ciclismo en esa bicicleta», comenta emocionado. Sáenz era muy pequeño y a partir de entonces, le originó cierta atención esta disciplina. “Comencé a abrigar esa pasión, con mucho cariño, con mucho amor”, suspira y dice.

Años después, en 1962, Roger Sáenz empezó a participar en competencias oficiales, lideradas por Pedro Vilchez Everino, gran promotor y ciclista fallecido. Poco a poco, empezó a ganarse un nombre en las ligas profesionales de ese entonces, lo cual ha originado que hoy en día sea un referente para las nuevas generaciones de ciclistas.

Para Sáenz el ciclismo es más que un proyecto de vida, es una filosofía que día a día le ha enseñado que si hay que prepararse para la competencia del domingo, también se debe hacer para la competencia de la vida. «El ciclismo demanda un tiempo diario que yo acaricio con mucho amor. Modestamente pienso que la práctica del ciclismo es como un dogma que a veces no es bien entendido… Es como como si estuviésemos adelantándonos a las crisis energéticas. Cuando el hombre se preocupe de conseguir nuevas fuentes para utilizar en el transporte o la industria, la bicicleta le va a ser de gran utilidad como lo es ahora en Europa o en China y otras grandes naciones», comenta.

Pero Roger no es el único que piensa eso. El deportista Pako Irigoyen, fundador y presidente de Chakra Bike, una de las asociaciones legalmente establecidas de Chiclayo y camino a convertirse en Club Deportivo de Ciclismo, considera que el uso diario y masivo de la bicicleta puede reducir la contaminación en Chiclayo e iniciar una cultura de respeto por el peatón. 

Por eso Irigoyen y el equipo de Chakra Bike vienen desarrollando proyectos que aporten soluciones alternativas a los problemas de Chiclayo (sólo existe una ciclovía en la región y está en la carretera a Pimentel). La finalidad es generar conciencia en los ciudadanos de que el uso de la bicicleta protege al medio ambiente. Tal es el caso de bicicleteadas masivas, las cuales permiten visitar complejos turísticos cercanos y recibir información de estos a fin de que el recorrido cobre un valor mayor al simple desplazamiento.

«Tenemos tantos y diferentes lugares para visitar y por qué no hacerlos en bicicleta.  Por ejemplo, podríamos ofrecer el recorrido en bicicleta al bosque de Pómac, a turistas que prefieran este tipo de actividades», propone.

Por su parte, Ramón Villareal Lluncor, presidente de la Asociación Villu, resalta las ventajas de usar bicicleta para el desplazamiento dentro de la ciudad. Además, añade que para que esta disciplina cobre valor es conveniente el entrenamiento en lugares adecuados para cada disciplina: BMX, Downhill, Mountain bike, ciclismo de pista y ciclismo de ruta.  

Y al poder involucrarse el ciclismo y la actividad turística, ¿por qué aún no se ha hecho?,  Â¿por qué es que hasta ahora las autoridades no han puesto en marcha algún proyecto referido al uso de la bicicleta?, ¿por qué el velódromo que se encuentra en el colegio San José, el cual costó 3 millones de soles, se encuentra cerrado y sin posibilidades para usarse como espacio de entrenamiento?, ¿por qué no se toma a consideración el uso de la bicicleta para frenar el excesivo crecimiento del parque automotor en Chiclayo?, ¿por qué las soluciones sencillas terminan considerándose de poca relevancia?

Ojalá fuese suficiente sentir el pecho inflado por la felicidad que provoca subirse a una bici, ojalá todo pudiera ser como en la infancia: más fácil. Ojalá que todos los que abandonaron su bicicleta, la vuelvan a utilizar y se logre mejorar la vida en la ciudad, la salud de los habitantes y conservar el medio ambiente.

 

Foto: Martín Valdivia.

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