CULTURA

Con la bici en mente

  |   Carlos Fernández Miñope   |   Septiembre 30, 2015

En los últimos meses, las bicicletas —y los ciclistas que las conducen— han tomado cierto lugar en los medios periodísticos; lamentablemente han aparecido en las secciones de policiales, con varios accidentes y alguna que otra muerte.

El debate acerca de su utilidad y la necesidad de extender el número de usuarios no es un tema nuevo y nadie puede negar los beneficios de manejar bicicleta. Sea que hablemos de la salud de los individuos, del alivio del tráfico en la ciudad, de la recreación y el deporte, o de los viajes increíbles, la mayoría de personas se muestran a favor de su uso. Si damos una mirada a nuestras calles, sin embargo, son muy pocas las personas que se desplazan en bicicleta, y surgen entonces muchas preguntas: ¿Por qué no vemos más ciclistas en nuestras calles?, ¿por qué nadie hace efectiva esa solución si sabemos que el uso de la bicicleta resolvería muchos problemas como el tráfico o la contaminación?

Hemos crecido en una sociedad que asume que tener un auto propio nos coloca automáticamente en un nivel superior al resto. Una persona que se ha formado creyendo que en algún momento debe adquirir un auto y, con él, cierto estatus socioeconómico, ve a la bicicleta como un paso atrás en su “desarrollo”. Nuestras ciudades han sido construidas pensando en favorecer a los autos particulares o propios porque, en nuestro esquema mental, mientras la ciudad sea más desarrollada deberá tener más autos en ella.

¡No! No es posible que en una urbe avanzada tecnológica y culturalmente las personas utilicen sistemas públicos y masivos de transporte. “¿Acaso estás loco?, ¿yo, el gerente de la empresa, y tú, el limpiapisos, juntos en un mismo vagón, micro o bus? ¡Jamás! Mi futuro tiene una Land Rovermientras el tuyo una bicicleta, si acaso llegas a tener algo y no sigues siendo un simple peatón”, piensan algunos.

Y nuestros gobernantes, en su mayoría, dan el refuerzo necesario para que este esquema quede perennizado en el colectivo social. Más carriles, vías más anchas para que entren más autos, un coloso by-pass de concreto armado (es parte de su discurso en las ciudades capitales). Es obvio, ellos también han sido formados en un esquema del auto insignia de progreso, y nadie ha tomado el trabajo de enseñarles a analizar y comprender cómo es una verdadera ciudad desarrollada.

¿Y cómo surgió este esquema? Desde pequeño nos inculcan que es parte de nuestra escala económica del bienestar y desarrollo, escala que no está escrita en ningún documento, de la que nadie habla, pero que existe. Y más importante aún, es aceptada sin reparo por el subconsciente.

Cuando llegue la adolescencia y juventud, tomaremos nuestra posición en el nivel más bajo (bautizados con agua y esmog los planes gubernamentales, nos llaman peatón). Con poco o mucho esfuerzo podremos convertirnos luego en ciclista urbano e ir en bicicleta a comprar el pan, al trabajo o la universidad, o los tres. 

Algunos, a quienes se considera privilegiados, apuran el paso al siguiente nivel: el auto propio. Pero aquí no cuenta el auto del taxista o la combi que se usan para ganarse los frejoles. Digamos que, si ahora alguien posee uno, está en el top de esta escala económica del bienestar y desarrollo. Ha ingresado a un mundo en el que puedes aparecer en cualquier lugar de la ciudad, sin que la lluvia le moje o el polvo siquiera llegue a su cabello, mucho menos que una gota de sudor se mezcle con su mejor colonia. Sea un Sedán o una 4x4, ya está en otro level a partir de aquel momento en el que firma la compra. Se habrá convertido en indicador y símbolo comercial de la riqueza en el país.

En las últimas semanas han surgido pequeñas campañas para promover el uso de la bicicleta desde Chiclayo hasta Cusco o Lima, pero la mayoría de estas, por no decir todas, sólo apuntan al uso recreacional o deportivo de la bicicleta. Y ya son cinco años de promulgada la Ley 29593, una ley sin reglamento que "declara de interés nacional el uso de la bicicleta y promociona su utilización como medio de transporte sostenible" y, sin embargo, no existe a la fecha un plan integral de transporte que considere a la bicicleta como tal, un medio de transporte, mucho menos alguno que lo considere sostenible. No está demás decir que, estas campañas, no han tenido un apoyo total e incluso se han producido enfrentamientos verbales o escritos leves, entre los que promueven el uso de la bicicleta en la calle en lugar del auto y aquellos que sostienen que la bicicleta debe abandonar la calle para dejar su lugar al auto.

Pero, ¿cómo pedir que las personas abandonen sus autos si desde pequeños han aprendido que deben aferrarse a ellos? A muchos niveles se ha confundido el término "promoción" por el de "sensibilización". Está claro entonces que, mientras no hagamos un esfuerzo por cambiar este esquema mental, la bicicleta seguirá siendo considerada, en el mejor de los casos, como un equipo deportivo o recreativo, que sólo cobra protagonismo el fin de semana. No habrá respeto al ciclista mientras su rol en el sistema de transporte no sea empoderado y, mientras esto ocurra, tendremos cada día más ciclistas heridos y muertos en nuestro país.

 

Foto: Chakra Bike.

Compartir en

Facebook   Twitter   WhatsApp

363 Vistas    

Comentarios

1 comentarios

Déjanos un comentario

Visita mas contenido

Da clic Aquí para que revise otras publicaciones sobre Cultura