Política
Ollanta Humala, Keiko Fujimori y mi voto viciado
La columna del director | Gerardo Carrillo | Mayo 27, 2011
A casi una semana de elegir al nuevo presidente del Perú, recuerdo que desde que cumplà la mayorÃa de edad, hace doce años, no he tenido al frente a un solo candidato que me haya convencido plenamente, ni a un partido con el cual identificarme. Creo que hablo no por pocos cuando digo esto. Y el próximo domingo deberÃa votar, otra vez, por el candidato que represente el mal menor. ¡Qué tristeza me produce mi paÃs!
¿Pero quién es el mal menor?, ¿cuál elegir entre el sida y el cáncer?, como bien dijo hace un tiempo Vargas Llosa aunque ahora haya decidido votar por una de esas enfermedades.
Realmente estuve en un conflicto, como seguro aun están algunos de ustedes. Peor aún cuando los más reconocidos analistas o los más grandes demócratas, afirman que la coyuntura del Perú nos obliga a elegir por uno. Sin embargo, he reflexionado mucho y aun me veo escribiendo un garabato, un insulto que no alterará el destino de mi paÃs, pero que me hará sentir sincero al fin con esa democracia que no merece ser dirigida por ninguno de los dos candidatos. NINGUNO. ¿Por qué?
Pues las razones para votar en contra de Keiko u Ollanta las vemos en extenso en La República (que se la tiene jurada a los Fujimori por los siglos de los siglos) y en el hÃper parcializado programa de Bayly que, con su pose `alanista´ de yo soy capaz de evitar el triunfo de quien no me guste, ha olvidado que es un periodista y que debe criticar a ambos candidatos. Más aún cuando los dos tienen afirmaciones que los hacen repudiables. Yo solo citaré las que despertaron mi total desconfianza y mi compromiso público de enfrentarlos si no respetan la democracia.
Analicemos primero a Keiko Fujimori. "¡Mi papá fue el mejor presidente del Perú y estoy orgullosa de ser su hija!" La hija reivindica al padre corrupto y dictador, y esto casi me hace vomitar y terminar definitivamente con mi opción a la duda, a pesar de haber pedido tantas disculpas como gente inocente sufrió la violación de sus derechos (fuera de La Cantuta y Barrios Altos, las esterilizaciones sin autorización que aplicaron en diversas zonas del Perú). Y ni hablar de los corruptos que trabajaron para la mafia fujimontesinista y que destruyeron las instituciones del Estado. Tampoco olvidemos la peor mierda que hubo en la televisión peruana, la tÃa Laura Bozzo expandiendo la imagen más denigrante de nuestro paÃs, los medios de comunicación comprados, los polÃticos y periodistas `chuponeados´, la compra de conciencias que se comprobó con los `vladivideos´ y un largo etcétera. Vale la pena recordar algunos de los medios que resistieron como Canal N o El Comercio, y que ahora lamentablemente apoyan a la otrora familia que antes denunciaban.
Ahora vamos con Ollanta Humala. Le quise dar una oportunidad, pero el último domingo —en el programa DÃa D— respondió, una vez más, que considera a Hugo Chávez un presidente. Al mismo bocón autoritario que tiene al paÃs caribeño en caos, no respeta a los medios periodÃsticos, persigue y anula a la oposición, y muestra su apoyo al que es conocido como `el Che Guevara árabe´, el tirano de Libia, Moamar el Gadafi. No calificar como dictador a un violador de la libertad de expresión refuerza su imagen autoritaria, más aun cuando comprobamos que es intolerante a las preguntas incómodas de los periodistas, y a pesar de los esfuerzos de sus asesores en maquillarle esa mirada de brillos castrenses, acostumbrada al trato vertical y no horizontal, al amén acostumbrado de alguien de rango inferior y que solo debe cumplir órdenes, sin refutar (recordemos las acusaciones en el caso Madre MÃa). Además, no olvidemos que más de una vez ha levantado la voz para pedir la renuncia o la vacancia de Toledo o GarcÃa, guste o no, escogidos democráticamente para dirigir al paÃs. Y si el 5 de junio él es el vencedor, no debe olvidar que habrá otros que —en nombre de la justicia social— pedirán también su cabeza si comprueban actos de corrupción, violación de los derechos humanos, desigualdad en la distribución de la riqueza, control de los medios de comunicación, etc. Ojalá enseñe a los futuros presidentes lo que él tanto exigió en el pasado, y sepa dar un paso al costado cuando no cumpla lo que promete. Pero ojalá cumpla y deje al paÃs mejor dentro de cinco años como lo ha jurado, asà rectifique mil veces más el plan de gobierno.
No obstante, debemos recordar que no votamos solo por un plan, o por un equipo técnico que acompaña al candidato, sino que elegimos a seres humanos con sus prejuicios, debilidades, fortalezas, ambiciones, preferencias e intolerancias. Hay que tener en cuenta también esto a la hora de la decisión final.
Por mi parte, agradezco a todos los que intentaron persuadirme por uno u otro candidato. Incluso a los que me hicieron sentir como un antidemócrata, un tipo que no tiene la suficiente valentÃa para elegir a uno y que opta por lo más fácil, lavarse las manos. Pues están equivocados. Mi valentÃa la demuestro al sostener lo que firmemente creo, y más aun cuando al frente tengo a dos candidatos que representan un peligro a la libertad de expresión.
Asà que mi decisión es no volver a votar jamás por un mal menor, el Perú nunca se mereció eso. Merece que cuidemos su democracia, como estaré dispuesto a defenderla luego que el próximo domingo, por la libertad y el derecho que me otorga, vicie mi voto.
Foto: partidonacionalistaperuano.net y fuerza2011.com
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