Calificar al capitalismo como caníbal no pretende ser una figura retórica o un uso metafórico del lenguaje, sino una descripción objetiva y estrictamente referencial. De acuerdo a la atinada designación de Nancy Fraser (Capitalismo caníbal, 2022) no se trata del sistema económico basado en la propiedad privada, el mercado y el trabajo asalariado para la producción con fines de lucro, sino que alude a un tipo de sociedad o un sistema social que confiere a la obtención de beneficios o ganancias el poder o la condición de alimentarse de los soportes extraeconómicos que necesita para sobrevivir y seguir funcionando: “riqueza expropiada a la naturaleza y a los pueblos subyugados; múltiples formas de cuidado, crónicamente subvaluadas cuando no negadas por completo; bienes públicos y poderes públicos, que el capital requiere y a la vez procura restringir; [usufructuar la]energía y creatividad de los trabajadores” (Fraser; 2022, 19). 

Es decir, una máquina que devora madres y niños, jóvenes y ancianos, para alimentar y perennizar su afán insaciable de ganancia por un tiempo infinito. En palabras de la autora: “El término canibalizar significa privar a una empresa o establecimiento de un factor esencial para su funcionamiento, con el fin de crear o sustentar a otro".(p.12) “Capitalismo” hace referencia no solo a un tipo de economía sino a un tipo de sociedad: una sociedad que autoriza a una economía oficialmente designada a acumular valor monetizado para sus inversionistas y propietarios, a la vez que devora la riqueza no económica del resto de los individuos(...) lo cual ha dado lugar a una crisis general de la totalidad del orden social en la que todas esas calamidades convergen, se exacerban entre sí y amenazan con deglutirnos a todos". (p. 12)

Tal vez algunos datos objetivos del informe del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (OXFAM) 2024 nos permita entender la actual situación de desigualdad en el mundo y la validez de esta denominación. “Desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo. A este ritmo, se necesitarán 230 años para erradicar la pobreza; sin embargo, en tan solo 10 años, podríamos tener nuestro primer billonario”.

Una enorme concentración de poder empresarial y monopolístico está exacerbando la desigualdad en la economía mundial. Siete de las 10 empresas más grandes del mundo tienen un director general milmillonario, o a un milmillonario como su accionista principal. A base de exprimir a sus trabajadores y trabajadoras, evadir y eludir impuestos, privatizar los servicios públicos y alimentar el colapso climático, las empresas están impulsando la desigualdad y generando una riqueza cada vez mayor para sus ya ricos propietarios. Para poner fin a la desigualdad extrema, los Gobiernos deben redistribuir de manera drástica el poder de los milmillonarios y de las grandes empresas hacia el resto de la población. Podremos lograr un mundo más igualitario siempre y cuando los Gobiernos regulen y reinventen eficazmente el sector privado.

La perspectiva futura del control social de las élites absolutistas la denomina de los “cuerpos conectados”. En la reciente reunión del Club Bilderberg (junio, 2024) -que agrupa a las cien familias multimillonarias- se habló de superar los dispositivos conectados que ayudan al organismo a su equilibrio por una etapa hacia los seres humanos conectados. Según la empresa Mordor Inteligence, transnacional promotora de dispositivos médicos cuyos chips estarán valorados en 132 mil millones de dólares en el 2025, impulsarán tres tipos de nano componentes digitales. Primero, ya en curso como relojes, anillos, pulseras que miden frecuencia cardiaca, colesterol, hemoglobina, etc. Segundo, la generación interna de dispositivos que se ingieren o se implantan, prótesis digitales unidos a los nervios, músculos e inclusive píldoras electrónicas inteligentes que transmiten al paso de los intestinos en la digestión indicando los problemas existentes. Una tercera etapa, en la cual estos dispositivos se fusionan completamente para cuidar la salud metabólica del organismo, pero al mismo tiempo simultáneamente controlan e informan a un ordenador quántico todo lo que cada individuo promueve o programa. Es decir, la figura del control total de la población que la novela 1984 de George Orwell parece que se concretará en un futuro más cercano de lo imaginado.

Según el joven filósofo italiano Diego Fusaro, en su libro Pensar diferente, publicado en su idioma original en 2017 y en español en 2022, vivimos en una sociedad que ha logrado aniquilar todo disenso y modelo alternativo, hasta el punto de dar forma a un pensamiento único que pretende haber conciliado lo posible con lo real. La economía globalizada, del poder financiero y de las políticas neoliberales, ha logrado atenuar el conflicto social entre los de arriba y los de abajo al imponer una sola lectura del modo de vida actual. Como indica el título de su obra, pretende promover un “pensar diferente” sintetizado en la cita de Goethe: “Nadie es más esclavo que el que se cree libre sin serlo”.

Aunque desde siempre las personas se rebelan, expresan un “sentir diferente”, cuya raíz semántica es la voz latina dissentio, y lo hacen para oponerse y protestar contra un orden establecido, o simplemente contra un “sentir común”, el consenso que pretenden constituye una legítima expresión de la libertad inherente al ser humano. La historia del mundo está marcada por este criterio esencial: “Prometeo disintió frente a los dioses, Sócrates ante las leyes injustas, Espartaco ante la esclavitud. Disintieron Lutero y los herejes medievales, disintió el propio Cristo, Marx y Lenin disintieron, los revolucionarios franceses de 1789 y los rusos de 1917, y los disidentes contra el orden soviético, Mandela ante la segregación, Martin Luther King, el Che Guevara y Gandhi”. La Historia de la Humanidad es la Historia del Disenso, que ha sido una constante en la historia humana. El disenso es un “existencial”, utilizando la categoría de Heidegger. En palabras de Albert Camus, “el hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es”.

El fenómeno social más importante de los últimos ochenta años ha sido la invención de la clase media por parte de las cúpulas milmillonarias del mundo. Después de la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, de la mano del enfoque keynesiano el capitalismo orientó la función del Estado como garante de un régimen que defendiera la estabilidad laboral, el sistema de salud, la jubilación y la democracia, consiguiendo renovar las expectativas del progreso y desarrollo para las naciones. La segunda mitad del siglo XX ha sido el escenario de la aparición, crecimiento y consolidación de las clases medias mundiales al amparo de la educación, las elecciones libres, la estabilidad monetaria y el pleno empleo. En el fondo lo que proponían era una ilusión de salir de la miseria de los sectores oprimidos y avanzar hacia un estatus medio que renovaba las aspiraciones a conseguir el éxito material y los beneficios de los millonarios. En las dos primeras décadas del siglo XXI ese proyecto se ha derrumbado y el proceso de aniquilación de las capas medias de población sigue en curso inexorablemente. Dice Diego Fusaro: “la democracia podría definirse como el gobierno que no solo acepta el disenso y no lo reprime, sino que además encuentra en el disenso su fortaleza, y no su debilidad. La democracia es la forma política que permite la coexistencia entre individuo y comunidad, mayoría y minoría, sin que ninguna persona sea aplastada por la tiranía de la mayoría. Desde esta perspectiva el disenso no corrompe al poder democrático, al contrario, lo fortalece, porque es un poder que se constituye en el juego dialógico. El disenso favorece al poder democrático. Porque el objetivo de la democracia no es una sociedad sin oposición, necesita del disenso, no puede renunciar a él. Cuando el disenso calla la democracia debiera alarmarse”.

Ya Edgar Morin “Ciencia con Consciencia” (1982) advertía: que “Esta ciencia liberadora aporta al mismo tiempo terroríficas posibilidades de sojuzgamiento. Este conocimiento tan vivo es el que ha producido la amenaza de la aniquilación de la humanidad. Para concebir y comprender este problema hay que acabar con la estúpida alternativa entre una ciencia “buena”, que solo aporta ventajas, y una ciencia “mala”, que solo aporta prejuicios. Por el contrario, y desde el comienzo, debemos disponer de un pensamiento capaz de concebir y comprender la ambivalencia, es decir, la complejidad intrínseca que se halla en el mismo corazón de la ciencia”

¿Qué hacer frente a este horizonte desalentador? Primero, tomemos conciencia de la gravedad del problema. Esto supone superar el aislamiento, la dispersión y la fragmentación que el sistema actual nos impone a través de los dispositivos informáticos y digitales que controlan nuestra cotidianeidad. Debemos recuperar el diálogo, las conversaciones y la participación colectiva frente a las decisiones de una clase política anuente y servil frente al poder. Esto permitirá la cooperación, la solidaridad que permite la integración comunitaria de la colectividad que imponga sobre el culto al dios dinero y la ganancia la reciprocidad como la base de un modo de vida más justo, equitativo y democrático. Finalmente, debemos asumir la tarea docente formativa frente a los niños y jóvenes, que son la esperanza del futuro. Aprovechemos la revolución informática y digital usada para dividir, manipular y mentir para dialogar, recuperar la conversación y la cooperación mutua. Solo así el horizonte de la solidaridad, la equidad, el respeto a la naturaleza y a las diferencias, en los niños, adolescentes y jóvenes hará posible un amanecer de paz, libertad y fraternidad ¡Únete a la revuelta educativa! ¡Todos somos maestros del mañana! Hagamos un uso crítico de la tecnología informática del capitalismo caníbal que nos amenaza, 

Para terminar, recordemos las palabras de un político diferente y gran presidente de su nación: José Mujica. “Yo sé de las deudas sociales, del desamparo en que han vivo mucho tiempo, de los sueños frustrados de una revolución hermosa que los sacudió hasta los cimientos, pero luchen muchachos, se puede vivir porque se nació, igual que un escarabajo o una hormiga, pero la naturaleza nos hizo animales conscientes, en parte a nuestra vida le podemos dar un rumbo, si ustedes no le dan un rumbo deliberado no se preocupen el mercado se los va dar y se van a pasar toda la vida pagando cuotas a fin de mes y soñando que progresan comprando nuevas cosas, hasta que sean unos viejos inútiles. La otra alternativa que parte de su vida la gasten al servicio de un poco de utopía, si quieren, de intentar construir un país mejor, una sociedad mejor para los que van a venir después de ustedes, pero esa es una decisión consciente, en alguna etapa de la vida hay que tomarla y si tú no la tomas conscientemente, mecánicamente la realidad te va a arrastrar y vas a creer que progresar significa cambiar la moto por el auto y después cambiar el autito por un Audi y así sucesivamente. Hay que elegir, probablemente cuando seas viejo o vieja el reumatismo o los dolores de los huesos te paralicen, una tarde te mires a un espejo y te hagas la pregunta: ¿habré traicionado al niño que llevaba adentro? Pero ya será tarde”. Como dijo César Vallejo, para terminar: “Hay hermanos, muchísimo que hacer…”.

Lienzo: "El sueño americano" de Salvador Dalí