Política

Perfil de un buen candidato a presidente

POLÍTICA DE MIÉRCOLES   |   Jorge Luis Vallejo Castello   |   Abril 07, 2021

Ad portas del Día D, en el que los peruanos acudirán a las urnas para elegir al próximo gobierno del bicentenario, considero clave meditar bien esa decisión con algunas preguntas básicas sobre los contendores y sus posibles preferencias amigos electores:

¿El grupo político tiene una trayectoria democrática?, es decir, ¿se ciñe a las reglas de juego democrático o busca patear el tablero? La democracia liberal se basa en la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y el gobierno de las leyes, con la renovación periódica de gobiernos a través de elecciones libres, competitivas y transparentes. ¿Comulga con ello el grupo político o busca cambiar las reglas de juego para no renovarse?

¿El grupo político respeta los procesos de democracia interna?, es decir, ¿los candidatos fueron elegidos mediante un proceso interno o son la imposición del “jefe” del partido o de una determinada cúpula?

¿La opción política demuestra tener un plan de gobierno coherente y viable? Esto es muy importante, el esfuerzo de elaborar un plan de gobierno implica contactar equipos técnicos y articular una propuesta. Se entiende además que entre esos técnicos convocados que acompañan al candidato saldrán los futuros ministros y asesores del gobierno que se instale, eso es lo ideal. Y nos lleva a la siguiente pregunta: ¿quiénes son los rostros visibles y no tan visibles que acompañan la candidatura presidencial? Piensen en ello: ¿quién los acompañan en los debates, en las entrevistas y otros eventos?

¿El o la postulante de su preferencia ha declarado sus bienes y rentas? ¿Hay claridad en los manejos de su patrimonio, sea este pequeño o elevado? Siempre me sorprenden aquellos candidatos y candidatas que no reportan sus bienes e ingresos, ¿nos sorprenderán con nuevas propiedades al terminar el mandato? 

Observemos de igual manera la trayectoria previa del candidato, ¿qué trabajos ha realizado antes de presentarse a la elección?, ¿demuestra tener experiencia laboral real? Y sobre todo, ¿cómo desempeñó esas tareas previas?, ¿tuvo fracasos que supo enmendar?, ¿tuvo éxitos como gestor?, ¿sabe administrarse y trabajar bajo presión? Cuán necesario es ello en un país con conflictos sociales por resolverse. ¿Tiene capacidad para trabajar en equipos? A fin de cuentas, quien ocupe la presidencia no trabajará aislado.

¿La candidatura se inclina hacia prácticas populistas? En el discurso es fácil identificar al populismo, con ideas como “pobres versus ricos”, “buenos versos malos”; para el populista todo es blanco y negro visto desde su punto de vista, busca azuzar las aguas con su discurso, obviando toda fórmula de consenso o de posible diálogo entre partes.

Por último, y vista la historia reciente, ¿cómo plantea trabajar el próximo gobernante con los otros poderes del Estado, especialmente el Congreso de la República? Al parecer, el Congreso 2021-2026 estaría dividido en varias bancadas, a más grupos mayor reto para generar una agenda medianamente consensuada. ¿Cuál rol ejercerá el presidente? Aquí no se necesita alguien con pie en alto contra el Congreso, no es una forma seria de hacer política atacar a un poder del Estado que en el grueso de países del mundo es cuestionado, tampoco puede creer un mandatario que el Congreso es su “mesa de partes” para hacer lo que él cree debe hacerse, parte de juego político democrático es debatir, cuestionar, observar.

¿Tendremos un presidente o presidenta que sepa manejarse a nivel comunicacional? Acá nos cuesta mucho a los peruanos encontrar un “justo medio” en la comunicación política (solemos hacerla muy mal), el jefe de Estado y jefe de Gobierno (que eso es el presidente de la República, aunque algunos no lo saben o se olvidan, lo cual me parece bochornoso) no puede “dispararse” tan fácil teniendo un celular a la mano con su primera impresión “espontánea” de afecto o de ira, eso es terrible. Paños fríos para manifestarse, previo análisis de cada situación, pero no hay que ir al otro extremo, se requiere manifestarse, no se puede enmudecer siempre o hacerse de la vista gorda sobre todo mientras el país se encuentra en conflicto (como pasó a fines de diciembre con las protestas en las carreteras y el silencio presidencial); por ello, busquemos el “justo medio” y la prudencia de quien pueda ser mandatario, prudencia que no signifique pasividad o letargo.

Decía el presidente argentino Arturo Illia: “Una nación está en peligro cuando su presidente habla todos los días y se cree la persona más importante del país”.

Cuidado con ellos, un mandatario necesita un “cable a tierra” que lo haga pisar la realidad y no sus idealismos de campaña, no aduladores palaciegos que le obnubilen la mente (esos abundan, lamentablemente). No olvidemos, además, que se vota en terna cerrada, votarán por candidatos y candidatas a presidente y vicepresidentes de la República, pequeño detalle que parece pasar inadvertido y que ya nos ha demostrado lo trascendental que es.

Sugerencia final, el día sábado apaguemos celulares, televisores y redes, evitemos los insultos y envilecer más el escenario actual, obviemos los “menús electorales” que camuflan supuestas encuestas. Meditemos en los candidatos, en quienes les rodean, en las organizaciones políticas que los llevan en carrera; tengamos en claro tres ideas fuerza realistas de nuestra opción política y sufraguemos en paz.

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