Política

¿Genio literario, pero idiota político?

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Abril 20, 2021

Nuestro Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, ha generado una polémica con sus sorprendentes e inesperadas declaraciones en donde llama a votar por Keiko Fujimori, a quien califica del “mal menor” para el Perú. Esta definición apresurada de su postura política frente a la segunda vuelta electoral en el país parece evidenciar que, a pesar de que fue uno de los primeros intelectuales peruanos en calificar la disolución del Congreso por Alberto Fujimori, el 5 de abril de 1992, como un autogolpe de Estado, ha olvidado todo lo nefasto, negativo, que significó el gobierno fujimorista. 

Asimismo, nuestro novelista tan alejado de la problemática de la nación se encuentra que hace abstracción de la actitud obstruccionista de la hija del dictador al perder las elecciones anteriores, pese a tener control mayoritario del Congreso y atravesar el país por un periodo de crisis por el descubrimiento de la gran corrupción que existían en las instituciones tutelares de la república. La figura de Keiko está relacionada a una organización criminal que encubría una red para el cobro de sobornos en las licitaciones de cuantiosas obras del Estado, había infiltrado el poder judicial y otras instituciones tutelares de la nación. El partido Fuerza Popular funcionaba como organización política, pero también actuaba como una organización paralela dedicada al lavado de activos y encubrimiento de negocios del narcotráfico.

El autor de La casa verde (1966), Conversación en La Catedral (1969) y otras extraordinarias novelas de la literatura peruana y universal, al avalar indirectamente la posibilidad de que una persona en proceso de juicio por estos delitos, cuya pena es más de treinta años de cárcel, pueda acceder a la Presidencia de un país como el Perú, ha puesto en el escenario esta deshonrosa situación y suceso inédito en el mundo, que nos cubre lamentablemente de una vergüenza internacional. Muchos se preguntarán qué le sucede al afamado literato de 85 años y tal vez consideren que atraviesa una etapa no muy lúcida de su vida, con la intención de atenuar su postura política.

Sin embargo, estas declaraciones contradictorias con la imagen de lúcido y notable novelista no son algo infrecuente en el campo artístico y literario. Grandes literatos a lo largo de la historia han manifestado opiniones parecidas que desataron polémicas y críticas ante la contradicción entre los valores y la calidad de las obras que expresan ideales de libertad, ética y solidaridad frente a posiciones de respaldo a dictaduras, gobiernos corruptos y terroristas. 

El caso paradigmático es el de Jorge Luis Borges, considerado por una pléyade de jóvenes escritores en varias generaciones como el modelo a seguir. El argentino afirmaba reiteradamente ser un “anarquista escéptico” en política, para aludir a su postura disidente en el terreno de la toma de decisiones vinculadas a las relaciones de poder en la sociedad. Los periodistas sensacionalistas, que existen en todo el planeta, frente a sucesos trágicamente violentos trataban de conseguir alguna declaración del gran escritor que concitara escándalo. Así, en forma ligera y desprevenida avaló la masacre de Tlatelolco en México, donde en octubre de 1968 durante un mitin llevado a cabo por estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, ubicada en la Unidad Habitacional Nonoalco, el ejército reprimió cruelmente dejando más de trescientos jóvenes asesinados. 

También, el autor de Ficciones (1944) que, junto con El Aleph (1949) y El Hacedor (1960), lograron el reconocimiento tanto dentro del mundo hispano como fuera de él, después del golpe militar sangriento contra el gobierno democrático de Salvador Allende en Chile, comentó de modo positivo en torno a la figura del general Pinochet, que perpetró delitos de lesa humanidad contra el pueblo chileno.

Otro ejemplo de desatino político proveniente de un gran literato lo protagonizó el gran escritor norteamericano Ezra Pound, poeta, ensayista, músico, políglota y crítico. Este autor fue figura destacada y responsable del curso vanguardista de la poesía occidental, influyó en casi la totalidad de los grandes autores de inicios del siglo XX. Lamentablemente, en su estada en Italia en edad avanzada se convierte en admirador de Benito Mussolini y se afilia al fascismo y al antisemitismo, impulsando la propaganda radial hacia esta ideología totalitaria.

Podemos mencionar, para abarcar el espectro ideológico contrario, el caso de Pablo Neruda, el Premio Nobel chileno. Militante del Partido Comunista de su país fue vocero explícito de la causa comunista y avaló hasta el fin de sus días el modelo de Estado obrero degenerado que fue la Unión de Repúblicas Socialistas en Rusia. Jamás, dijo una sola palabra contra las invasiones e imposiciones del sistema supuestamente socialista en los países de la esfera soviética, tampoco del sistema de represión política que denunciara el escritor Aleksandr Solzhenitsyn en su obra El archipiélago Gulag (1973).

Por todo lo expuesto, entendemos lo ocurrido con Mario Vargas Llosa y su desatinada recomendación, cuya consecuencia evidente con el posible triunfo de Keiko sería el retorno del Perú a la corrupción, al capitalismo salvaje contaminante y la impunidad; es decir, volver al país en un Narco Estado. La famosa frase del escritor mexicano Carlos Fuentes respecto a Borges evaluando su posición política se le aplica correctamente también: “un genio literario, pero idiota político”. En conclusión, como dice el adagio popular: “Zapatero a tus zapatos”.

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