Política
¿Nueva Constitución: la piedra filosofal?
POLÃTICA DE MIÉRCOLES | Jorge Luis Vallejo Castello | Mayo 13, 2021
El interesante texto El Estado nación en los Andes, de la historiadora Marie-Danielle Demelas, aborda precisamente la formación del Estado moderno en los paÃses andinos y la idea de las “refundaciones†como prácticas polÃticas habituales, siempre se está buscando un “nuevo inicioâ€, un “cambioâ€. Es asà como el Perú ha tenido las siguientes Cartas Constitucionales: 1823, 1826, 1828, 1834, 1839, 1856, 1860, 1867, 1920, 1933, 1979 y 1993. A estos textos podrÃamos agregar la Constitución del Estado Nor Peruano de 1836 y del Estado Sur Peruano de 1836, asà como su Constitución de la Confederación Perú-Boliviana o Ley Fundamental de 1837.
Es decir, amplio número de textos constitucionales en la azarosa vida polÃtica de la joven república peruana, próxima a sus 200 años (y esperamos lograr alcanzar más años, aunque el panorama no sea alentador).
Cristóbal AljovÃn, también historiador, en su libro Caudillos y Constituciones nos brinda un panorama de lo que fueron los primeros años republicanos, y el camino de hacer y deshacer Constituciones entre 1821 y 1845. En resumen, cada caudillo de turno veÃa su legitimación a través de un proceso constituyente y la dación de una nueva Constitución que le legitime.
De este modo, la Carta Magna no se entiende como un pacto social del que fluye la legitimidad de las instituciones republicanas, sino más bien como el pacto entre la población y un gobierno de turno, muchos de éstos surgidos en golpe de Estado tras golpe.
¿Cómo entendemos los peruanos una Constitución hoy en dÃa? ¿Cuántos hemos leÃdo y conocemos el texto constitucional? Importante observación, dicho texto tantas veces mentado difÃcilmente aparece en la etapa escolar ¿cómo entenderlo y valorarlo entonces?
¿Es acaso la Constitución una piedra filosofal? No lo creo, una Constitución por arte de magia no resuelve nuestros viejos problemas, no resuelve los serios problemas de coordinación entre los niveles de gobierno, ni tampoco la mala gestión gubernamental, ni las prácticas de corrupción; nada de ello se resuelve cual varita mágica con un texto constitucional, en tanto existe toda una estructura de normas menores que no se ejecutan o se ejecutan a media tinta o según conveniencia ¿eso cómo cambia? Pues, con la actitud de los propios peruanos y en cómo interactuamos con nuestro sistema polÃtico que es democrático representativo (es lo que existe). No elegimos reyes, elegimos presidentes temporales (pequeño detalle que parece olvidarse, la historia abunda en detalles sobre esto y creo aún no lo hemos aprendido bien). Veamos un artÃculo simple de la actual Constitución, uno muy simple, que es el artÃculo 2° numeral 22 por el cual todo peruano tiene el derecho fundamental “A la paz, a la tranquilidad, al disfrute del tiempo libre y al descanso, asà como a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vidaâ€. Aunque parezca gracioso (no lo es) ¿qué pasa con ese derecho fundamental cuando tu vecino decide hacer una fiesta con parlantes a todo volumen en la vereda? ¿Quién vela por tu derecho fundamental? Muy sencillo, ¿no? Y es que somos nosotros mismos quienes operamos lo escrito en la Constitución desde nuestro rol como ciudadanos (y hay que repetirlo hasta el hartazgo), y desde luego con doble responsabilidad para quienes son servidores públicos y deben velar porque ese ordenamiento legal se cumpla en la justa medida.
La actual Constitución dispone en su artÃculo 32° la reforma parcial o total (curioso que se hable de una reforma “total†porque eso, a simple lectura, podrÃa entenderse ya no como reformarla sino cambiarla) vÃa consulta popular en referéndum ¿cómo se podrá llevar a cabo esto?
Para llevar algo asà adelante no es de ninguna manera posible que se haga a un lado al Congreso electo para el perÃodo 2021-2016 con miras a establecer una Asamblea Constituyente que ocupe su lugar. En dicho tortuoso camino ¿qué podrÃa buscar un futuro mandatario? Tal vez hacer “cuestión de confianza†sobre el cambio de Constitución (lo cual es debatible ¿esto es una polÃtica de gobierno para presentarla como una cuestión de confianza?) y de ser negada ésta dos veces ¿se disolverÃa el Congreso electo por los peruanos recientemente y se convocarÃa asà a una Asamblea Constituyente? SerÃa algo realmente muy jalado de los pelos, aunque nuestro paÃs no deja de sorprender en “interpretaciones auténticas†del pasado, que pueden volver a darse en este tiempo por otros motivos y desde otras canteras ideológicas.
Los constitucionalistas (llamados a aclarar el tema) mencionan que convocar a un proceso constituyente requiere un amplio consenso entre las distintas fuerzas polÃticas, ¿cuáles serÃan?, ¿las 10 bancadas actualmente electas en el Congreso?, ¿todos los partidos polÃticos con registro en la ONPE?, ¿sólo aquellos que mantienen su registro luego del proceso electoral reciente? Es decir, queridos amigos, ¿quién define que significa un “amplio consenso polÃticoâ€? ¿También entran a tallar representaciones gremiales, de sociedad civil, iglesias, el Acuerdo Nacional, etc.? Complejo panorama.
Agreguemos a ello ¿cómo se abrirán las postulaciones a candidatos para dicha Constituyente?, ¿será algo corporativista por segmentos de la sociedad o a través de los partidos polÃticos? IrÃamos asà a un proceso de nuevas votaciones para elegir constituyentes. Ese trabajo de comisiones y redacción llevarÃa no menos de 1 año, luego un referéndum para aprobarla y que sea promulgada por el Ejecutivo… ¿todo ello en pandemia?, ¿somos conscientes de la atención que requerirá este tema y la centralidad del mismo mientras aún peligran vidas por la crisis COVID-19?
Lograr realmente los cambios que el paÃs necesita, a mi modesto entender, van más allá de un nuevo texto constitucional, lo que se requiere es entender que necesitamos hacer reformar serias al texto, hacer cumplir la economÃa social de mercado y sobre todo preocuparnos porque los organismos reguladores y todo este enrevesado (cual laberinto del Minotauro) aparato estatal funcione en verdad. Eso no lo hace mágicamente una Constitución, demanda mucho más de nosotros.
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