Política

No por gritar se tiene razón o valentía

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Mayo 19, 2021

El pasado 8 de mayo, el excandidato presidencial por Renovación Popular, Rafael López Aliaga, promovió una caminata âˆ’según él y los medios anuentes una “masiva marcha” − contra el comunismo que según su opinión amenaza al Perú. Luego, brindó declaraciones reproducidas por casi todos los medios, donde agradeció a toda la gente que le confió su voto y a los demócratas que dijo: “están aquí para que el Perú nunca sea comunista”. Asimismo, criticó que antes no solo se debía trabajar aún “teniendo políticos, medios de comunicación y empresas corruptas de porquería”, sino que ahora, además, se debe luchar “contra el comunismo”. El estilo agresivo y prepotente que pretende ser su sello personal lo condujo a vociferar: “¡Muerte al comunismo!, ¡Muerte a Cerrón y a Castillo!”. 

Resulta sorprendente y digno de reflexión este acontecimiento, en medio del proceso electoral en curso. Como dice el dicho popular “lo cortés, no quita lo valiente”. Este personaje no respeta a los adversarios políticos, tengan la ideología que tengan, que es la conducta idónea de cualquier postulante a conducir los destinos de un país en democracia. Pretende mostrarse fuerte, decidido y prepotente, pero desconoce que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948, establece que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Esta omisión constituye una falta grave para alguien con pretensiones de ejercer autoridad porque pone en evidencia un pensamiento racista, segregacionista y nazi que implica alentar la violencia asesina injustificable desde todo punto de vista.

Rafael López es miembro del Opus Dei, gerencia hoteles y trenes en el sur andino, gracias a contratos con el Estado y la Iglesia, pero debe cuantiosas sumas a la Sunat y otras perlas de su controvertida fortuna de la que se jacta soberbiamente. Sin embargo, se ha hecho conocido por manejar una candidatura sostenida en una táctica electoral copiada de casos semejantes en países de América y Europa: canaliza el odio y la envidia al insultar a diestra y siniestra a los adversarios, apela a teorías de la conspiración, promueve campañas de desinformación y discursos violentistas contra sus opositores, sean políticos, periodistas, entidades de la sociedad civil, activistas de derechos humanos, etc. De manera repetitiva, engañosa y sin sustento, López recrea una realidad imaginaria en donde dos fuerzas conviven en una especie de ‘Guerra Santa’, frente a la cual él funge de “jefe”. Así lucha contra un supuesto enemigo extranjero personificación del “Nuevo Orden Marxista” que busca poner al Estado Peruano bajo el control del comunismo, para promover el aborto y la homosexualidad entre los jóvenes.

La Organización de las Naciones Unidas ante el incremento del odio en el mundo se ha pronunciado en forma muy clara: “El discurso de odio es una amenaza para los valores democráticos, la estabilidad social y la paz. El silencio puede ser una señal de indiferencia al fanatismo y la intolerancia, incluso en los momentos en que la situación se agrava y las personas vulnerables se convierten en víctimas (…) Hacer frente al discurso de odio no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discurso degenere en algo más peligroso, como la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, que están prohibidas por el derecho internacional”.

Para el psicoanálisis las psicosis son trastornos mentales, que se caracterizan porque el paciente sufre una pérdida de contacto con la realidad, no puede pensar, percibir o juzgar con claridad. Los psicóticos sufren un gran deterioro en su personalidad y en sus relaciones afectivas, y su actividad física disminuye presentando falta de coordinación en sus movimientos. Pero los síntomas que se manifiestan principalmente son los delirios y las alucinaciones. En los delirios el paciente imagina situaciones que son falsas, pero que considera ciertas, tales como sentirse perseguido, engañado o maltratado. En las alucinaciones percibe a través de los sentidos fenómenos inexistentes, viendo y escuchando realidades ficticias.

El caso de López Aliaga pone en evidencia la necesidad de someter a los futuros aspirantes al Congreso o a la Presidencia a una prueba psiquiátrica realizada por entidades profesionales competentes e imparciales para garantizar que personajes como este, con la excusa de la libertad y recursos oscuramente obtenidos, no pongan en riesgo la estabilidad democrática en los procesos electorales futuros. Recordemos dos frases de ilustres pensadores que nos sirven como corolario para este artículo. “El que tiene miedo de la pobreza no es digno de ser rico”, decía Voltaire. “Un cobarde es incapaz de mostrar amor; hacerlo está reservado para los valientes”, complementa atinadamente Gandhi.

 

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