Política

A buen entendedor...

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Mayo 25, 2021

Los últimos días el escenario nacional se ha convertido en una película de intriga, en un policial, en un carnaval con matices tragicómicos. La campaña por la segunda vuelta presidencial ha dividido al país en dos y ha desatado todo el arsenal posible de estrategias manipuladoras y psicosociales por parte de la mafia aprofujimorista. Esta luego de haber conseguido el primer objetivo de colocar a la lideresa de una organización criminal, en pleno proceso judicial, con solo 13 % del voto, a punto de ser la primera mujer presidenta del Perú, enfoca sus esfuerzos y cuantiosos recursos mal habidos en lograr que supere el 87 % del antivoto previo. Así aspira a conseguir un respaldo electoral superior al 50 %, para desplazar a Castillo y obtener la victoria. Esa es la única posibilidad de librar a la candidata de la cárcel, que pondría en riesgo a toda la delincuencia institucionalizada.

Llama la atención el fanatismo, la ceguera y la prepotencia de tantos analfabetos políticos que se dejan cautivar por la demagogia y retórica de la mafia institucionalizada que sistemáticamente en procesos electorales promete y promete, pero no cumple e incluso hace todo lo contrario. En ese sentido, el momento inaugural de esa tradición delincuencial le corresponde a Alberto Fujimori, quien fue elegido porque prometió no hacer el shock económico que el Fondo Monetario Internacional exigía y, por ello, perdió el novelista candidato de la derecha. Sin  embargo, lo primero que hizo el flamante presidente ascendencia japonesa fue precisamente aplicar ese ajuste económico, incluso de forma más estricta y radical, que hizo pagar la crisis a los sectores más empobrecidos que lo eligieron.

Asimismo, se ha constatado que en las tres últimas décadas en nuestra democracia electoral ha sido una evidencia contundente y reiterativa que los medios de comunicación en el Perú (periódicos, radios, televisión, agencias, encuestadoras, etc.) están controlados y toda la información manipulada a favor de la economía del mercado, el liberalismo y los sectores sociales privilegiados. En la campaña actual por la segunda vuelta electoral, ocultar masivas marchas a favor del candidato opositor y tergiversar ciertas declaraciones para favorecer y respaldar a la misma candidata, heredera del dictador y golpista en prisión, ha sido escandalosa. No solo han buscado acallar el rechazo popular y el repudio a quien tiene un juicio por liderar una organización criminal por enriquecimiento ilícito, sino que mienten descaradamente sobre sus acciones y responsabilidades anteriores que pretenden olvidar y encubrir llamándolas de modo equívoco. Las esterilizaciones forzadas no son planificación familiar y las matanzas o genocidios no son programas de control demográficos.

Obviamente, la corrupción y el narcotráfico articulado tienen grandes recursos mal habidos que usan para favorecer políticamente a quienes les conviene en el poder del Estado. La evidencia de las inversiones millonarias en defensa de la propiedad privada en la actual campaña mediática está visible en la inversión cuantiosa en paneles electrónicos en toda la ciudad, la publicidad impresa a todo color y la gente contratada que llevan gratuitamente en buses con banderines, polos y carteles muy bien impresos, relucientes de nuevo. Esta ostentosa propaganda, cuyo origen oscuro y tendencioso forma parte del juicio pendiente de la candidata, constituye un insulto a los sectores populares que han sufrido fallecimientos de familiares cercanos por falta de camas UCI, oxígeno y atención médica.

Finalmente, la estrategia del calificar a todo opositor de terrorista (terruqueo) y los psicosociales que propician el voto a favor por pánico ante el supuesto comunismo que se apoderará del país, como en otras ocasiones electorales, puede incluir aprovecharse de atentados con víctimas inocentes para echar la culpa al candidato opositor como un último recurso. Por supuesto, que no es nueva esta táctica porque la inventó el 27 de febrero de 1933 nada más que Adolfo Hitler y el partido nazi en Alemania. En plena crisis, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag —sede donde se elige al presidente— fue misteriosamente incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del siniestro, era claro que fue Hitler quien se benefició ampliamente de este crimen. Este sirvió de excusa para que la policía atrapara a un comunista neerlandés de nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, inmediatamente Göring empezó a acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado y encarcelaron a todos o los desaparecieron. Ante tanta manipulación grotesca y tanto abuso de una retórica cínica se impone tomar distancia y evaluar con frialdad si realmente todo lo que brilla es oro y no olvidar que “en la boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”. A buen entendedor, pocas palabras.

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