Política

¿Un plan mundial para imponer el comunismo?

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Junio 15, 2021

La polarización del Perú en las recientes elecciones ha sido consecuencia de la manipulación de los medios de comunicación social (periódicos, radios, televisión, cable, etc.), en manos de los grupos económicos, cuyos administradores despidieron abusiva y arbitrariamente a los periodistas que pretendían imparcialidad en la información difundida. Ante tan escandalosa postura, contraria a la libertad de expresión y a la ética, las interrogantes son: ¿cómo han logrado que el país se divida en dos grupos antagónicos? ¿Cuál ha sido el mecanismo para obtener dicho objetivo? 

Hemos explicado en otras columnas, antes de las elecciones, las estrategias de la manipulación electoral, precisadas hace años por Noam Chomsky, y explicitado cómo funciona la retórica de la corrupción desde el punto de vista de la lingüística pragmática. Así que en esta oportunidad nos abocaremos a dilucidar el contenido falaz, es decir falso, de la información que difundieron. Esta gira en torno a una teoría de la conspiración, un recurso creado en 1932 por Adolfo Hitler y el fascismo para manipular la opinión pública. Así llegó al poder en Alemania a través del miedo o temor ante una amenaza inventada, que le otorgó justificación engañosa para la acción violenta, cuya permisividad culminó en la Segunda Guerra Mundial.

Desde entonces, han proliferado muchas teorías de la conspiración de raigambre ideológica diversa y plural. Planes mundiales denunciados de presencia e invasión de alienígenas buenos y malvados, ocultadas por los gobiernos; misteriosas conspiraciones de científicos, que inoculan vacunas y medicamentos para controlar a la gente; profetas místicos de diversidad de religiones esotéricas que anuncian el fin del mundo, etc. Todas estas circulan profusamente en internet, libros, videos y por otros medios. En el Perú, desde el inicio de este siglo XXI, hemos visto en acción en las elecciones peruanas una modalidad específica de la teoría de la conspiración, usada por sectores peruanos conservadores y de derecha en los procesos electorales del 2011, 2016 y 2021.

Esta gira en torno a la supuesta existencia de un plan del comunismo internacional para imponer por la fuerza y violentamente en América Latina el régimen marxista. Desde 1990 se han difundido varias teorías conspirativas al respecto en torno al llamado Foro de Sao Paulo. Este encuentro de partidos y grupos políticos de izquierda, centroizquierda y extrema izquierda latinoamericanos, desde reformistas hasta colectividades políticas de izquierda revolucionaria de América Latina, fue convocado y fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São Paulo en 1990.

En este evento surgió como una broma en Facebook la idea de una supuesta Unión de Repúblicas Socialistas de América Latina (URSAL), que fue retornada por algunos usuarios y en tono burlón la relacionaron con el Foro de Sao Paulo, en cuyo seno se habría concebido y acordado un maquiavélico plan oscuro para instaurar a la fuerza el sistema stalinista, maoísta, castrista, etc. Como toda noticia falsa (Fake News), esta llegó tan lejos que un candidato de ultraderecha, en un debate presidencial en Brasil, lo mencionó en el 2018. Afirmó, sin pruebas ni evidencias serias, que existía un “plan secreto” que forma parte del Nuevo Orden Mundial para suprimir las fronteras en América Latina e implantar el comunismo, y que su gobierno no lo permitiría.  

Esta imaginaria conspiración internacional de las supuestas fuerzas del mal ha alimentado los discursos políticos reaccionarios más variados, ha propiciado la circulación de grandes materiales informativos falsos y ha contribuido a la difusión del panorama internacional como una película de espionaje y acción promovida por la cultura del espectáculo hegemónica. Esta campaña se ha alimentado año tras año por la permanente existencia de conflictos geopolíticos entre países y regímenes ideológicos, pero sobre todo por la continuidad del certamen inicial de Sao Paulo desde su aparición hasta el 2019, interrumpido solo por la pandemia.

Del año 1990 al presente se han realizado veintiséis encuentros, en diferentes ciudades de América Latina, con la participación como miembros de un número creciente de organizaciones partidarias, en ejercicio de gobierno, coalición y oposición. Cada nuevo certamen ha servido para que el sensacionalismo periodístico y la imaginería ideológica conservadora convierta dicho certamen público, libre, dialogante y democrático en la confirmación del crecimiento de las fuerzas nefastas del comunismo, la izquierda marxista y el terrorismo que amenazan apoderarse del planeta e imponer violentamente su sistema. Sobre este supuesto gravísimo atentado contra el mundo libre y el sistema democrático mundial se oculta sistemáticamente que muchos partidos de izquierda, socialistas o marxistas han llegado al gobierno democráticamente en sus naciones, en diferentes ocasiones, y asistido como representación en este encuentro de países latinoamericanos.  

Mandatarios como Lula da Silva del Partido de los Trabajadores en 2002 en Brasil, luego Tabaré Vázquez del Frente Amplio en Uruguay en 2004, Evo Morales por el Movimiento al Socialismo en Bolivia en 2005, Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile en 2006, Rafael Correa por Alianza PAIS en Ecuador en 2006, Daniel Ortega por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua en 2006, Fernando Lugo por la Alianza Patriótica para el Cambio en Paraguay, José Mujica por el Frente Amplio en Uruguay en 2009, Mauricio Funes del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador en 2009, Dilma Rousseff por el Partido de los Trabajadores de Brasil en 2010, Ollanta Humala por el Partido Nacionalista Peruano en 2011 y probablemente Pedro Castillo por Perú Libre, en la próxima convocatoria. En ninguno de estos gobiernos se ha impuesto en forma violenta el terrorismo, el comunismo y la anarquía como evidencia de la supuesta gran conspiración que alientan. 

Cuando se pone como ejemplo nefasto del plan comunista mundial a los regímenes de Cuba, Venezuela, Bolivia o Argentina, se hace un uso apresurado e inexacto de las crisis políticas y económicas que han padecido o padecen dichos gobiernos. Cada proceso responde a diversidad de factores nacionales e internacionales, cuyas explicaciones se obvian con el fácil recurso retórico del plan comunista mundial. Sobre todo, no se precisa que el sistema económico dominante desde inicios del noventa del siglo pasado es el capitalismo globalizado. 

Este ha ingresado a una nueva etapa con la revolución informática y digital, retornando a una explotación salvaje y depredadora, acorde con su modo de vida consumista, despilfarrador y acelerado. Después de tres décadas el desastre de esa gestión capitalista es más que evidente en el planeta, donde se ha ampliado la brecha entre los poquísimos que tienen muchísimo y los muchísimos que no tienen nada. Además, el modelo del capital es responsable del calentamiento global y los cambios climáticos que ponen a la humanidad al borde de la extinción, si no dejamos la opción por energías no renovables y las leyes del mercado.

¿Cómo la consigna global de una campaña política, como la basada en la teoría de la conspiración, hace posible inducir a la confrontación y a la división de una población en dos bandos enemigos? La relación entre el lenguaje usado y la propaganda electoral ha sido explicada por George Lakoff a través del concepto de marcos mentales. Estos son estructuras o imágenes simbólicas que determinan nuestra visión del mundo, moldean los objetivos, planes, acciones y formas de vida. El lenguaje activa a través del sentido común una mirada afectiva o inconsciente de la realidad que se asume como cognición o conocimiento verdadero, que impide percibir o razonar sobre sus consecuencias posteriores, al bloquear la memoria a largo plazo al respecto. 

Cambiar el modo en que el público ve el mundo se consigue redefiniendo el marco de sentido común. Dado que el lenguaje genera imágenes o estructuras, para establecer nuevos marcos se requiere un nuevo lenguaje. Para pensar distinto hay que hablar distinto, si la gente comienza a hablar diferente, entonces actuará distinto. El lenguaje es acción. Las campañas de los procesos electorales están regidas por los marcos mentales que pugnan entre sí y de los que depende el tipo de respuesta política que consiguen los candidatos y sus agrupaciones.

Si se pretende la continuidad del sistema se recurrirá a los marcos conocidos, si se busca un cambio se requiere usar nuevos. El cambio de marco es simultáneamente un cambio social y político. Esto podemos rápidamente confirmarlo en el proceso de nuestra tradición democrática. La JMG de Velasco empleó exitosamente la imagen de Túpac Amaru como símbolo de su revolución y la consigna “La tierra es de quién la trabaja” para justificar la reforma agraria y todas las medidas de su gobierno de facto asumido como revolucionario. Años previos, el Arq. Belaunde, con “Acción Popular”, hizo de la “carretera marginal de la selva” un marco mental de su propuesta del Perú como doctrina que lo llevó a la presidencia, sobre la coalición del partido de gobierno y la oposición. El desconocido Ing° Alberto Fujimori, con “Cambio 90”, logró imponerse al famoso escritor Vargas Llosa con su imagen conduciendo un tractor y la consigna “Honradez, tecnología y trabajo”, aunque hizo exactamente todo lo contrario.  

Los marcos mentales que sirven para manipular la respuesta de la población no garantizan ni el contenido real ni el resultado final de los partidos que se aprovechan de los mismos, tampoco aseguran su inevitable victoria. Eso depende de la educación y cultura cívica de los electores, así como de la memoria de sus consecuencias negativas.

En el caso del Perú, en las tres últimas elecciones, la insistente utilización de la teoría de la conspiración y la manipulación de los marcos mentales de lo sufragantes a favor del continuismo del fujimorismo ha sido un rotundo fracaso. El convocar a votar para rechazar el imaginario plan del comunismo mundial que nos quitaría nuestros ahorros, propiedades personales y sumiría en la pobreza es una conocida estrategia manipuladora de los marcos mentales de la población. El llamado “terruqueo” o el acusar mentirosamente a los simpatizantes con posturas de cambio o izquierdistas de terroristas y comunistas es la versión nacional de este uso frecuente de la teoría conspirativa en los partidos autoritarios o fascistas del mundo, para inducir por el miedo a respaldar programas contrarios al respeto por las ideas diferentes y la libre elección democrática.  

Sin embargo, eso no explica cómo logran en forma repetida obtener tanta votación y dividir el país en dos bloques como en el Perú. La respuesta tiene que ver con la dimensión individual del fenómeno que hemos descrito, que complementa el enfoque social expuesto, cuya dilucidación abordaremos en la próxima columna. 

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