Política

El silencio de los inocentes

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Junio 29, 2021

La alusión por el título escogido a la famosa película, que le permitió a Anthony Hopkins obtener el Óscar, se explica por el papel de corderos o borregos que hemos jugado los peruanos frente a los medios de comunicación social en este proceso electoral 2021. En la actual campaña, todos hemos podido constatar la manipulación descarada de la información del periodismo nacional escrito, radial, televisivo y por cable. La imparcialidad y veracidad defendida en su momento por algunos conductores o jefes de prensa tuvo como respuesta el ser despedidos arbitraria e injustamente. La concertación fue evidente desde el inicio de la segunda vuelta, que elegiría al presidente entre el sorpresivo candidato de un frente de izquierda y la candidata por tercera vez acusada de liderar una organización criminal y de recibir dinero de grupos económicos beneficiados de concesiones, obras y licitaciones, pero también del narcotráfico y la corrupción organizada.

En forma recurrente y sistemática, los medios de comunicación social escritos (diarios y revistas), radiales (noticieros y programas de entretenimiento), la televisión y cable (informativos y revistas de actualidad) solo se ocupaban de la candidata en términos positivos y optimistas como la defensora de la democracia y del país frente al peligro del comunismo y el terrorismo que encarnaba el profesor primario adversario. Asimismo, las redes sociales en internet fueron invadidas por discursos agresivos y violentos en contra de ese candidato basados en la mentira sistemática y la falsedad de fuentes. Esta campaña psicosocial utilizó la teoría de la conspiración para inducir por miedo el voto a favor de, supuestamente, la libertad y el Perú representados en la candidata. Al servir de única y exclusiva fuente de la opinión de un gran sector de la población, ese discurso propició la confrontación y la división entre peruanos, al incentivar y desencadenar el surgimiento de discursos racistas, autoritarios y fascistas.

Muy escasos y reducidos medios de comunicación escrita (un diario y un semanario) ofrecieron información veraz y confiable. Asimismo, el periodismo alternativo en el espacio virtual ha jugado un papel fundamental al dar a conocer la naturaleza falsa y tendenciosa de las noticias difundidas. Esta ejemplar labor continuó a pesar de las amenazas y agresiones a muchos de los ciudadanos que, en ejercicio de precisamente la libertad y en forma espontánea, gratuita, asumieron la defensa de la verdad frente al absoluto cinismo y sinvergüencería de este periodismo basura y delincuencial. Completaba el panorama la ignorancia de la población capitalina frente a la posición de las instituciones tutelares de la democracia (el JNE, Defensoría del Pueblo, Poder Judicial, Fuerzas Armadas, etc.). Así también, la mayoría ignoraba el aval al proceso electoral por instancias internacionales (OEA, UE, USA Gov., etc.), que fue calificado de modelo para otras naciones.

Tanta fue la absurda tergiversación de la realidad que, después de ocho años sin emitir sentencia, un juez de la Corte Superior de Lima decidió dejar sin efecto el contrato de venta de acciones entre las empresas Epensa y Abs a la Empresa Editora El Comercio, realizada en el año 2013. Ese año, ocho periodistas interpusieron una acción de amparo al considerar que se vulneraban los derechos a la libertad de expresión e información protegidos en la Constitución con esa compra, pues significaba que El Comercio pasaba a controlar el 80% del mercado de la prensa escrita, lo cual, desde la perspectiva jurídica, era inconveniente, inconstitucional e ilegal. Precisamente la familia que tiene el monopolio de la información en el país ha sido la que ha controlado qué, cuándo y cómo se informaba a la mayoría de la población. 

El resultado de este acto espurio lo tenemos a la vista: una nación dividida en dos bandos irreconciliables. Por ello, en ningún país del mundo, una familia, un solo grupo controla el 80 % de la prensa escrita. Dicha situación es una mala idea, un acto perjudicial porque no permite que haya pluralidad informativa, que deviene esencial en la vida democrática de una nación. El artículo 61 de la Constitución del Perú precisa: “La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de comunicación no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio, ni acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares”. Si el juez implicado hubiera fallado esta demanda en el 2014, la población capitalina y urbana del país no estuviera hoy en el silencio, como ovejas o corderos conducidos al sacrificio.

Ante lo sucedido con el manejo político del Grupo El Comercio durante estas elecciones, no basta que esta sentencia sirva finalmente para que se entienda que no se puede acaparar el 80 % de la prensa escrita sin que nada suceda, sin que no tenga importancia. Se hace necesario hacer docencia de la experiencia entre los jóvenes y decir las cosas por su nombre. Si bien es cierto que existen en una nación democrática tres poderes: el Poder Ejecutivo, constituido por el presidente que desarrolla las funciones de Jefe de Estado y dos vicepresidentes; el Poder Legislativo, que está encarnado en el Congreso con sus parlamentarios libremente elegidos que emiten leyes que rigen al país; y el Poder Judicial, que custodia las leyes y su cumplimiento en todo el territorio nacional, cada uno y todos son autónomos e independientes. Asimismo, en algunas jurisdicciones de muchas naciones, se le denomina poder electoral al encargado de supervisar las elecciones dentro de una democracia y emitir sentencias sobre los resultados. La existencia de órganos electorales independientes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y cuyas resoluciones no pueden ser apeladas ante otras instancias o cortes garantiza la libertad del sistema democrático.

Sin embargo, el manejo de los medios de comunicación e información social, por su importancia para el mantenimiento de la institucionalidad democrática son considerados un nuevo poder de toda nación, que debe ser paradigma de objetividad, veracidad y libertad. La proliferación en el Perú de un periodismo vendido y cínico está íntimamente relacionada con la existencia de profesionales mediocres de diversas especialidades: abogados, ingenieros, economistas, médicos, etc., funcionales a la corrupción y a la manipulación política por carecer de ética y responsabilidad social de su labor. Todo ello es consecuencia de la crisis educativa que vivimos en el país. 

Si en sucesivos gobiernos corruptos se han dilapidado ingentes recursos económicos, si los criminales y delincuentes de la corrupción institucionalizada han actuado con impunidad, si el deterioro del sistema de salud ha ocasionado por la pandemia dos millones de casos y doscientos mil fallecidos, todo esto es debido a la privatización de la educación y a la pauperización de la educación pública, secundaria y universitaria. Para evitar que se repita esta crisis de identidad y democracia tenemos que convertirnos en docentes, todos, no solo los maestros, y aprender que la manera de amar a nuestra patria es forjando generaciones futuras que no cometan los mismos errores. Terminemos con palabras del Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes tener para cambiar el mundo”.

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