Política

Arriba Perú o arribismo Perú

CONCIENCIA CRíTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Noviembre 25, 2021

Por arribismo entendemos la conducta o postura política de la persona que busca progresa en la vida cotidiana o pública por medios rápidos y sin escrúpulos; es decir, sin méritos propios, con mentiras o afirmaciones fingidas. Este anhelo o intento impulsivo de llegar a las cumbres sociales del poder, de la fama o de la riqueza, sin detenerse a valorar si los medios a utilizarse son éticos o no, constituye un rasgo esencial de la clase política peruana desde sus orígenes históricos. En el escenario del presente año 2021, tenemos muchísimos ejemplos al respecto, pero un caso que resulta paradigmático e ilustra lo nocivo de esta actitud que socaba la estabilidad de todo sistema jurídico y político.

Apenas iniciada la campaña electoral presidencial para la jornada de abril de este año, las preferencias de los votantes perfilaron al candidato Yonhy Lescano de Acción Popular por encima de los demás. El periodismo cuestionaba la capacidad del candidato para poder controlar a su futura bancada congresal, en vista de la postura antidemocrática y obstruccionista de la representación acciopopulista anterior. Esta fue responsable de la vacancia del presidente Vizcarra y de la asunción ilegítima de su correligionario Merino, cabeza del golpe perpetrado, responsable de la represión y muerte de dos jóvenes en las movilizaciones en defensa de la Constitución.

Dada la dispersión del voto por los numerosos partidos en competencia, Acción Popular -por la figura ética de respeto a las leyes de su candidato presidencial- conservó la mayor parte del porcentaje electoral inicial (entre 10 y 12 %). La diferencia entre el segundo y el quinto lugar (respectivamente Fuerza Popular y Acción Popular) fue de 4,33 puntos porcentuales; es decir, mínima, que significaba que los desconocidos congresistas acciopopulistas elegidos deben en su gran mayoría su designación parlamentaria a la imagen democrática de Yonhy Lescano. Por lo mismo, no sorprendió que fuera nombrado asesor de la representación parlamentaria del partido, lo que influyó para que se eligiera a la acciopopulista María del Carmen Alva como presidenta del Congreso.

La ilusión respecto a romper la continuidad de congresistas oportunistas que prometen en campaña ofrecimientos que después olvidan, para hacer lo contrario, duró poquísimo. En el mismo acto de asunción del flamante presidente elegido, la mencionada congresista tuvo un gesto que desnudaba con plenitud su afán arribista: ordenó que el presidente transitorio Sagasti, elegido por el Congreso anterior, entregara la banda presidencial y no se le permitiera presidir la toma de mando, para ponérsela ella, transitoriamente y por ridículos minutos, para ser la "primera presidenta mujer del Perú". Gesto que pinta por entero su postura arribista que niega con una mano lo que con la otra afirma.

Sin embargo, este gesto exabrupto no es exclusivo ni individual porque como para ratificar que el arribismo constituye una mal colectivo de la clase política nacional, la mayoría de los congresistas actuales han aprobado hace poco, por insistencia, la ley de interpretación auténtica para regular la cuestión de confianza. Esta modificación, que desacata anteriores pronunciamientos del Tribunal Constitucional, confirma que tenemos otra vez un Congreso que es autoritario, arbitrario y que en cualquier momento piensa cumplir con un fin ya recurrente: vacar al presidente para gobernar la nación a su antojo, al romper el equilibrio de poderes. Es decir, la presidenta del Congreso en muestra de un arribismo puro quiere llegar a ser la primera mujer mandataria del Perú, siguiendo los pasos del populista Merino y para tal fin opta por una vía rápida y sin escrúpulos, sin importar la crisis de las instituciones y la inestabilidad creciente del país.

A partir de lo expuesto se hace más que evidente el doble discurso de los partidos y candidatos en los procesos electorales de los últimos treinta años. Por un lado, gritan, proclaman a todo pulmón y al viento previo a la votación "¡Arriba Perú!" y, apenas han sido elegidos, en voz silenciosa dicen "¡Arribismo Perú, presente!". Lo lamentable es que no es un hecho aislado y particular, sino que forma parte de una larga historia que adquiere rasgos de tradición negativa que continúa por la amnesia de la gente, por el no votar por programas en lugar de personajes histriónicos y, sobre todo, por no considerar los comportamientos previos o actos para un voto responsable y consciente.

Recordemos para fundamentar lo señalado las más relevantes mentiras de la clase política peruana a lo largo de estas tres décadas: "No al shock económico impuesto por el FMI" (Fujimori) y lo aplicó fielmente; "Respetaré al sector Financiero y Bancario" (García) e intentó nacionalizarlos; "Seré un gobierno nacionalista: reduciré los precios del combustible y gas, equilibraré el presupuesto nacional con el regional, renunciaré al sueldo de presidente (Humala) y siguió la política neoliberal; "Defenderé los intereses del Perú, he renunciado a mi pasaporte norteamericano" (Kuczynski) y favoreció a las empresas extranjeras.

Finalmente, en los últimos quince meses, un conjunto de agrupaciones partidarias (Fuerza Popular, Acción Popular, Alianza para el progreso, Podemos Perú, Renovación Popular) que afirmaban en la fase de campaña defender la Constitución y la independencia de poderes, apenas fueron elegidos en sucesivos congresos, han demostrado actuar en forma arribista al propiciar de manera continua actos en sentido contrario. Estas agrupaciones utilizan las aspiraciones de justicia social y desarrollo del pueblo peruano (de ahí el uso recurrente del término popular, Perú y otros) que encubre su arribismo arraigado en sus aspiraciones e intereses subalternos. La pregunta que ante tal evidencia nos debemos formular es: ¿por qué hay muchos peruanos que siguen creyendo las promesas electorales de los partidos arribistas y votan por sus candidatos sin aprender por sus acciones anteriores que harán exactamente lo contrario si son elegidos? La respuesta la tiene cada quién con su conciencia, pero vale la pena recordar lo afirmado precisamente por Yonhy Lescano: "Quien está vinculado a la corrupción no puede hacer obra por el Perú".

Imagen: wipradio.it

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