Política

De la revolución autoritaria a la revuelta solidaria

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Junio 27, 2024

Para poder superar el actual “efecto enjambre” debemos comprender cómo el capitalismo global absoluto se ha convertido en un sistema simultáneamente rígido y flexible, represor y resiliente. Este cambio simultáneo de la política y la economía neoliberal responde a la última evolución de la sociedad humana en la historia. Desde hace tres décadas, varios analistas han estudiado y advertido esta transición. Uno de los primeros ha sido el economista Jeremy Rifkin, quien calificó como tercera revolución industrial la adopción de los descubrimientos científicos y técnicos por los gobiernos para disminuir la jornada de trabajo. Este modelo pretende contrarrestar el creciente desempleo y contratar más mano laboral eventual no sindicalizada, así como la eliminación de los trabajadores agremiados por la automatización en servicios y en el sector estatal.  Precursoramente, Rifkin pronosticó en El fin del trabajo (1995), título de uno de sus libros más conocidos, el nacimiento de una nueva era que implicaba un nuevo pacto o contrato social. 

Desde inicios de la última década del siglo pasado, las élites empresariales y tecnocráticas imaginaron la economía del futuro más allá de los trabajadores en masa, cuya agrupaciones y reivindicaciones constituían caldo de cultivo para la utopía del surgimiento de un modo de producción mundial planificado, que diera prioridad a la población, la naturaleza y la cooperación solidaria. La intención consistía en disminuir el valor de mercado de la mano de obra, al eliminar gastos en jubilación, salud y mejores condiciones laborales. Ante el crecimiento previsible poblacional futuro, la sustitución de la fuerza de trabajo humano por máquinas aparecía como la solución. Asimismo, dicha medida pretendía simultáneamente desaparecer la conciencia revolucionaria en la clase obrera, que sin autodefinición válida olvidaría la opción por una función social revolucionaria. 

Simultáneamente a la desaparición del trabajo en términos productivos, el rol de las burocracias estatales seguiría el mismo destino porque las empresas multinacionales asumirían el rol de los organismos del Estado, para ejercer un control sin precedentes sobre el mercado, los trabajadores y los recursos mundiales. Situación confirmada en el presente cuando la mayoría de los consorcios globales tienen activos que superan los PBI (Producto Bruto Internos) de muchas naciones. Este pronóstico cumplido se explica también por lo señalado precursoramente por el economista marxista belga Ernest Mandel, quien en El capitalismo tardío (1972), anticipó que la continuidad del régimen del capital implicaba que la sutil diferencia entre lo legal e ilegal desaparecería al convertir a la clase empresarial en una lumpen burguesía para detener la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y conservar su dominio con prácticas corruptas, delincuenciales y autoritarias.

El tránsito de una economía basada en los materiales, la energía y el trabajo hacia una sostenida en la comunicación, la información y la manipulación garantizaría el futuro del capitalismo al reducir o eliminar la importancia del Estado-Nación. Este abandonaría la defensa del respeto a los derechos, las leyes y la equidad que sustentaron a fines de la Segunda Guerra Mundial las promesas de progreso, igualdad y libertad del mundo en el capitalismo.  En palabras de Rifkin: “Una de las competencias del moderno Estado-Nación es su capacidad en el uso de la fuerza militar para disponer de recursos vitales y capturar y explotar a grupos de trabajadores a nivel local e incluso global. Ahora que los recursos, la energía y la mano de obra son cada vez menos importantes que la información, la comunicación y la propiedad intelectual en las estrategias de la producción, no parece necesarias las intervenciones militares masivas. La información y las comunicaciones, materia prima de la nueva economía de alta tecnología, están más allá de cualquier límite físico. Invaden todo tipo de espacio físico, cruzan las líneas políticas y penetran en los estratos más profundos de la vida nacional. Los ejércitos permanentes no pueden parar, ni siquiera ralentizar, los acelerados flujos de información y de comunicación, a través de las fronteras nacionales” (Rifkin: 1995), De manera explícita aquello que caracterizará el emergente nuevo estadio del modo capitalista serán la automatización de la producción y el empleo intensivo de la comunicación informática y digital que convierte a la humanidad en una aldea global bajo el control de una tecnocracia absolutista y autoritaria.

Esta visión que recuerda la novela 1984 de George Orwell, aparece como confirmada de modo cabal por el sociólogo y especialista en tecnologías Gerald Bronner, en su libro Apocalipsis cognitivo (2021), se pregunta en qué empleamos el tiempo cerebral liberado por internet que nos brinda acceso a un nivel de información sin precedente histórico. Constata que la idea de que emplearemos más tiempo libre en el desarrollo de nuestras funciones cognitivas superiores que anuncia un auge científico y cultural de la humanidad se ha transformado en una pesadilla. En lugar de aprovechar la avalancha de información que obtenemos en las redes para generar competencias educativas, ampliar el conocimiento y la difusión de todas las ideas científicas hemos sido capturados por las pantallas, por la oferta de un mercado de evasión y entretenimiento sin regulación que intensifica el consumo y refuerza prejuicios, ideas oscurantistas e ideologías impositivas. Los niños, adolescentes y jóvenes después de la pandemia del Covid 19 duermen menos debido a que están capturados en las pantallas de la televisión, los videojuegos, los ordenadores, las tablets o los smartphones que los mantienen despiertos más allá de lo razonable y agotan su curiosidad en forma banal desvalorizando la lectura y los estudios, la reflexión y la inventiva creadora a favor de su propia vida. A la mayoría le cuesta “resistirse a la llamada de una notificación o a la comprobación de que no ha ocurrido nada mientras imprudentemente se habían dormido” (p.62). 

Según una encuesta del año 2016, consultamos como promedio nuestro móvil más de 384 veces por día. Al promedio de 30 segundo cada una serían más de tres horas que se pierden intelectualmente de modo improductivo. Revisamos sin cesar nuestros correos, nuestras redes sociales y nuestro teléfono en un proceso de adicción que deteriora, paulatinamente, nuestros procesos cognitivos superiores. En palabras de Bronner; “las pantallas se han convertido en monstruos atencionales” (p.66), lo que podemos constatar en las ciudades al ver a peatones y conductores que absortos en la consulta de sus pantallas, se cruzan en el camino como un cuerpo que a la deriva ignora cuanto le rodea. Los llamados smombies (contracción de smartphone y zombies) ponen a veces en peligro tanto a los otros como a sí mismos. Nos advierte el autor que esta es en una de las tantas manifestaciones de lo que denomina atinadamente el apocalipsis cognitivo actual. Pero, en el libro también se pregunta “cómo enfrentamos este punto de inflexión en que nuestras mentes se ven secuestradas por las pantallas a través de una avalancha incesante de datos que captura nuestra atención”. Una de las acciones que propone es incentivar los tiempos de reflexión y aburrimiento que son las claves para el desarrollo de la creatividad. En esos momentos en que se producen los procesos mentales necesarios para generar soluciones y acciones de resolución de problemas. Un segundo aspecto constituye el desarrollo del pensamiento analítico y del espíritu crítico a través de una disciplina de vida que difiera el placer inmediato que nos entregan las pantallas por un beneficio a largo plazo que promueva el desarrollo del pensamiento. Un tercero radica en el desarrollo de rutinas mentales que fortalezcan el control voluntario de la atención lo que se centra en el fortalecimiento de las funciones ejecutivas del cerebro necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento, en síntesis, controlar y regular la propia conducta. 

En términos sistémicos, una gran responsabilidad está en fortalecer la educación como un mecanismo en donde se forman, integran y practican las habilidades de pensamiento que permitirán enfrentar de mejor manera este deterioro cognitivo contemporáneo. Finalmente, y como lo demostró la pandemia mundial del Covid-19 “frente a la mundialización y a la celeridad de los problemas que enfrentamos, la coordinación internacional es más necesaria que nunca” (p.274). En este punto la precisión que la historia nos exige consiste en desconfiar de la dirigencia política que utilizan las justas reivindicaciones sociales para posteriormente a tomar el poder o establecer acuerdos asumen en forma prepotente y autoritaria la posición contraria. Frente a esta evidencia agregaríamos lo que nuestro título de presentación indica, que necesitamos impulsar desde abajo, a partir de nuestras prácticas cotidianas y laborales, una revuelta educativa, para llevar a cabo políticas que puedan contrarrestar efectivamente este momento tan crítico del deterioro de la atención y el desarrollo de nuestros procesos cognitivos superiores. Sin un movimiento desde abajo el resultado no cambiará.

No podemos confiar en dirigentes, políticos y oportunistas que prometen, dicen representar y defendernos, pero que sólo son serviles al culto del dios dinero y la ganancia. La corrupción, el cinismo y la mentira han socavado las instituciones y los sistemas democráticos convirtiéndolos en instrumentos de control y dominación. Ahora es el momento en que mujeres y hombres libres, honestos, profesionales y trabajadores, que sin dejar nuestras labores diarias recuperemos nuestros ámbitos cotidianos. Incorporemos en estos la tarea de dialogar, coordinar, formar y difundir la conciencia crítica de los más jóvenes para impulsar en el futuro cercano una revuelta pacífica en todos los países. Aprovechemos la revolución informática y digital usada para dividir, manipular y mentir para dialogar, recuperar la conversación y la cooperación mutua. Solo así el horizonte de la solidaridad, la equidad, el respeto a la naturaleza y a las diferencias, en los niños, adolescentes y jóvenes hará posible un amanecer de paz, libertad y fraternidad ¡Únete a la revuelta educativa! ¡Todos somos maestros del mañana! Seguiremos abordando en la siguiente entrega el cómo enfrentar de modo pacífico, solidario y con un uso crítico de la tecnología informática el capitalismo caníbal que nos amenaza y explicaremos lo atinado del calificativo empleado para definirlo.

Ilustración: https://unamglobal.unam.mx/

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