Política

Chehade: una contradicción de Humala

Antes de ser presidente, Ollanta Humala criticaba a los gobiernos cuando existían pruebas e indicios de corrupción, incluso exigía el cambio de los mandatarios. Sin embargo, en el caso de su vicepresidente Omar Chehade no ha mostrado la severidad con la que prometió actuar. Es otra de las contradicciones que va mostrando el actual gobierno.

La columna del director   |   Gerardo Carrillo   |   Noviembre 24, 2011


La postura poco firme del presidente de la República, Ollanta Humala, con respecto al caso Chehade realmente sigue decepcionando. Sobre todo porque, desde que irrumpió en la escena política, una de sus críticas más duras a los gobiernos de Fujimori, Toledo y García siempre fue la corrupción. Corrupción que prometió, ante la prensa y en sus mitines, combatir ferozmente si asumía la presidencia. En todos los niveles del poder y sin contemplaciones. Y su formación militar incluso hizo creer a muchos que su actuación sería implacable. 


Recuerdo que días antes de las elecciones varios de sus simpatizantes alegaban contentos y convencidos que Ollanta era la promesa más segura para eliminar la corrupción. No tendría preferencias ni con su hermano, decía el aún candidato y la gente repetía (al menos en este caso no ha interferido). Pero somos testigos de que no está siendo consecuente en otros, ni ha mostrado esa severidad con la que ofreció luchar contra cualquier indicio de corrupción, como es el caso de su vicepresidente acusado hoy de tráfico de influencias (entre otras cosas) y a quien el Congreso quiere desaforar. Le pidió dar un paso al costado, y el también congresista aún goza de los beneficios de ser vicepresidente, a pesar de que en un insólito comunicado prometió no asumir sus funciones si se diera la ocasión, hasta que se compruebe su inocencia. Lo real es que a la fecha Chehade no ha abandonado definitivamente el cargo (así el presidente diga que ya no pertenece al Ejecutivo) y sigue participando en el Pleno como miembro de la bancada de Gana Perú.

Justo cuando Humala debe mostrar esa dureza que algunos temen para otras decisiones, y en un tema que verdaderamente lo amerita, opta por ser diplomático, moderado y hasta confuso porque seguro le conviene. La promesa de combatir con ferocidad la corrupción se quedó en los mítines.

¿Cuánto sabrá Chehade sobre Ollanta, su abogado en casos como el de Madre Mía, que se niega a abandonar el cargo? Esa ha sido la pregunta más formulada desde que el vicepresidente se negó a renunciar. ¿Y por qué tanta demora en su renuncia definitiva cuando la oposición, el oficialismo y la mayoría de peruanos también creen que Chehade no es apto para asumir en ningún momento la presidencia (86% según las encuestas)? Incluso algunos colegas de su bancada afirman que el vicepresidente jamás asumirá la presidencia.

Porque no basta con que Chehade diga que no cumplirá con su mandato constitucional de suplir al presidente en caso se diera la oportunidad. Ya varios contitucionalistas han explicado que es inconstitucional que se excluya de sus funciones y goce hasta hoy de algunos beneficios del cargo (como varios miembros de seguridad), además de ser un atentado contra el sistema democrático porque genera inestabilidad y desgobierno. 

Por otra parte, esta postura rebelde definitivamente también es una prueba del poder de la información. En síntesis, saber todas las perlas de tu enemigo y más aún de tu aliado político. Chehade, quien fue abogado del presidente y de la primera dama, parace estar aún bajo el manto protector que goza esa especie de confesores de nuestros más íntimos errores, excesos y delitos ante la ley.

 

Foto: congreso.gob.pe

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