Política

Unas preguntitas... señor Presidente

No es cuestión de un convenio más el que acaba de efectuarse con Venezuela, se trata de las diferencias políticas de ambos países, poniendo en entredicho el perfil democrático de nuestro presidente además de su capacidad de gestión.   

Mínimas necesarias, por Alex Neira   |   Alex Neira   |   Enero 12, 2012


Señor presidente, ¿estamos de acuerdo en que la política es la casa en donde vivimos, es decir la atmósfera de nuestro vivir y nuestro convivir, coincidimos en que si ella se tropieza nos empobrecemos, o sea existiría menos bienestar y más inseguridad?

Señor presidente, ¿es cierto que el verdadero ámbito de la política se practica en los círculos de la diplomacia exterior, y por consiguiente el desarrollo de un país, su prosperidad o su desgracia, depende en gran proporción de las relaciones que contraiga con el resto de las naciones?

Señor presidente, ¿usted se encuentra al corriente de que el señor Hugo Chávez ya lleva en el poder 13 años y que desde entonces Venezuela no sólo se ha hundido en la pobreza sino en el miedo antes que nada, sabe que el 50% de la masa laboral la ocupan los comerciantes informales, y precisamente porque el Estado, o sea Chávez, ha confiscado  miles de miles de empresas, registrándose para colmo de los colmos que estas empresas ya en manos del gobierno generan la producción más baja de su historia?

Señor presidente, ¿si la corrupción, sea en mayor o menor grado, germina en donde cohabitan seres humanos, dígame por favor: podría haber menos «corrupción» en lugares donde ni siquiera es permitido denunciarla, como Venezuela por ejemplo?

Señor presidente, ¿le han informado o por cuenta propia se ha puesto al día, que PDVSA y Petroperú mantienen relaciones desde hace años, comprándole crudo justamente Petroperú a PDVSA a precios —si no de promoción como ha sucedido con diversos países caribeños y centroamericanos— bastante cómodos, por qué entonces el afán de expandir convenios con una empresa que por otro lado da generosas ofertas por la situación política que padece, y la cual peor que peor se encuentra cada día con menor capital?

Señor presidente, ¿le han comunicado sus asesores que dicha empresa, PDVSA, desde que en el 2003 sufrió la pérdida de sus técnicos y especialistas por orden directa del señor Chávez, fueron reemplazados por personas que antes de brillar por sus méritos y disposiciones ha sido por su carácter borreguil, generando cada vez menos ingresos y encima administrada más que nada para fines ya no de orden empresarial, y ni siquiera social?

Señor presidente, ¿ve bien usted que solamente una persona, sin dar explicaciones a nadie, decida sencillamente regalar —para comentarle una perlita— 10 millones de dólares a una universidad, ya no digamos de Uruguay sino cualquiera que fuera más allá de sus fronteras, conociendo la situación tan extrema que padece su gente?

Señor presidente, ¿podría ser buen socio económico un país (en realidad una persona) que ya previamente ha demostrado ser irresponsable con otros países y su nación, con una deuda de 22 mil millones de dólares al banco central de su propio estado, y con una inflación estimada para este año de 36.5%, según cuando menos Barclays Capital?

Señor presidente, ¿ha escuchado al canciller Rafael Roncagliolo, quien entre otras autoridades integró su comitiva a Venezuela, lo ha oído decir que las posibles inversiones de Petroperú en la Faja del Orinoco únicamente ocurrirán cuando cuente con las condiciones necesarias para hacerlo, sacando a la luz de pasadita que dicho acuerdo sólo abría la posibilidad para desarrollar proyectos en conjunto, pero que «aún no se había decido ninguna operación» agregando que «será un comité ejecutivo integrado por funcionarios de ambas empresas los que determinarán los proyectos concretos que se realizarían», por consiguiente: es en rigor un acuerdo económico o político el que usted ha firmado, pues de económico no tiene mucho que digamos en último caso, si al menos tomamos en cuenta las palabras del canciller no es así?

Señor presidente, usted textualmente ha manifestado que el convenio con PDVSA forma parte de una «campaña de promoción de las inversiones» pero ¿acaso también no tiene el estado peruano otras inversiones que se podrían perjudicar por las relaciones internacionales que el país bolivariano ya ha contraído, al margen de los convenios, inversiones, además de otros acuerdos con diversos países que asimismo ha adquirido previamente el Perú; esto es: ha meditado acerca de las implicancias políticas que significa acercase tanto a Venezuela, cuyo caudillo a la vez que recibió su visita coincidentemente también estuvo de muy buen ánimo para darle cabida al presidente de Irán, quien aparte de comparársele con genocidas como Saddam Hussein o Gadafi es obvio pretende crear bombas atómicas para desaparecer Israel y quién sabe que otros países más?

Perdone la insistencia señor presidente pero después de todo usted tiene obligaciones con nosotros, con el pueblo peruano, y dado que no respondió tantas pertinentes preguntas en su momento ¡insisto, insisto, insisto!: ¿no es verdad de Perogrullo que la política se practica ante todo en los ámbitos de la diplomacia exterior, y por ende el destino de nuestro Perú depende en gran medida de las relaciones que contraiga con los demás países, sean o no países hermanos como usted ha tildado a Venezuela, que la verdad de hermano quién sabe qué tendrá porque por ligazón consanguínea o sistema político no creo, o me equivoco?

¡Ve!, ahora que recuerdo, puesto que es tan atento recomendando libros a tal punto que los obsequia (aunque de la gran cantidad de piezas maestras del discurso y el humanismo tales como las de Gandhi, Mandela, Cicerón o Luther King sorprendió eligiera a nada menos que Velasco Alvarado), de igual manera quisiera despedirme —eso sí salvando las distancias y por eso mismo— con una frasecita, si bien de alguien que admiran muchísimo tanto usted como el señor Chávez, de hecho lo citó con emoción hace unos días en su discurso allá en Venezuela; voy al gran libertador Don Simón Bolívar: «Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se originaría la usurpación y la tiranía».


Foto: presidencia.gob.pe

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