Las últimas muertes de militares y policías en la lucha contra el narcoterrorismo en el VRAE, obligan a los ministros del Interior y Defensa a renunciar, y al Gobierno a replantear la estrategia y combatir con mayor inteligencia en una zona poco conocida y en emergencia hace 28 años.

Si a los ministros de Defensa y el Interior les queda algo de vergüenza en la cara, ambos deben renunciar. Eso es lo que más le conviene al país y al Gobierno. Si los ministros se aferran a sus cargos y son censurados por el Congreso, entonces tendríamos un Gobierno debilitado ante el terrorismo y eso a nadie le conviene.

La renuncia es reconocer que las cosas, a pesar de que hayan tenido buenas intenciones, se han hecho mal. Nadie puede dejar de reconocer que la captura de ‘Artemio’ es un logro importante de este Gobierno, pero lo acontecido en el VRAE en los últimos días no ha sido positivo. 

El Gobierno dijo que se metía con todo y acaba de darse cuenta que quizá no era la mejor idea. Ya los terroristas acaban de decirle que ahí no se puede meter con todo. Si el Gobierno decide ir a una guerra frontal en el VRAE, lo que vamos a tener es una pequeña versión de México en la zona. Vamos a ver cada día en los medios la muerte de civiles inocentes y de efectivos de las fuerzas del orden y eso va a ser muy desmoralizador. 

El VRAE es una zona de emergencia desde hace 28 años y nadie hizo nada. Ninguno de los 4 gobiernos anteriores se metió en esa zona caliente y ahora estamos viendo las consecuencias. Uno no se puede meter a combatir a un lugar que no conoce y del cual no tiene información. Hace poco leí un reportaje de Ángel Páez, de La República, en donde un militar destacado en la zona señaló que meterse al VRAE sin información de inteligencia es como combatir con los ojos vendados. Cuánta razón tiene. 

Ya sabemos que no podemos meternos a combatir frontalmente. Nos ha costado muertos, ira, desazón, crisis y desmoralización. No sigamos ese camino. Los especialistas señalan que los caminos son la inteligencia y el Estado. Inteligencia en forma de espías, agentes infiltrados, expertos en la geografía de la zona, infraestructura y aparatos de inteligencia, todo con el fin de recabar información geográfica, demográfica, social, cultural, económica y política del enemigo. Para que las intervenciones sean puntuales, rápidas y certeras. 

Y el Estado en forma de caminos, vías de comunicación, hospitales, postas médicas, escuelas, servicios ciudadanos, organización territorial, etc. Todo eso acompañado de una estrategia de comunicación porque todo el país tiene que enterarse de lo que el Gobierno hace en la zona. Hace poco escuché a un portavoz del Gobierno decir que han hecho como 200 obras en la zona, entre otras cosas, pero eso casi nadie lo sabe. 

Lo que toca ahora es reconocer los errores (implica la renuncia de los ministros) y comenzar una nueva etapa en el VRAE.  Esto significa la voluntad política de incrementar el presupuesto y el uso de la Inteligencia y la presencia del Estado sobre todas las cosas.