Política

La Gran Indignación

El actual gobierno de Ollanta Humala no refleja, en varios aspectos fundamentales las promesas, que realizó en campaña. No sería raro que electores indignados se sumen a los grupos que ya se sienten traicionados por continuar la línea de gobiernos anteriores (el ministro de Economía es una prueba).

Peruanitis / Omar Benel   |   Omar Benel   |   Mayo 24, 2012

Me pregunto si Humala habrá previsto la capacidad de indignación de los peruanos por el cambio de timón que ha dado desde que tomó el poder. El Humala que está gobernando ahora no es el Humala por el que sus electores votaron en la segunda vuelta y menos en la primera.

Que no vaya a creer que los peruanos nos hemos comido ese mensaje triunfalista de que vivimos en el país de las mil maravillas. Ese que tanto pregonaba Alan García. En el Perú, no estaremos en crisis como en Europa, pero hay que decir que la pobreza allá no es la misma que acá. Y que lo prometido es deuda y lo que se prometió fue cambio. No más de lo mismo, pero con mayor inversión social.

Así como hay indignados en España y manifestantes anticapitalismo en EEUU (el movimiento Occupy), en el Perú se podría desatar una indignación por aquellos que ven traicionadas sus esperanzas puestas en el Humala candidato. Y no estoy hablando de las protestas de los mineros informales ni de los pescadores artesanales, que son más bien pequeños capitalistas neoliberales que prefieren vivir en la informalidad. Hablo de gente que pidió un cambio y no lo está teniendo. Conga es una muestra de ello. 

Lo peor que hizo Humala fue darle la espalda al sector que lo ayudó a llegar al poder. Me refiero a ese sector de intelectuales, académicos, técnicos, políticos, dirigentes regionales que se la jugaron por él cuando la derecha más conservadora y cavernaria, los dueños del capital, los mercados financieros, los intereses extranjeros, los medios de comunicación lo tildaban de demonio en una de las campañas más asquerosos de nuestra historia. Ahora Humala gobierna para estos últimos.

Hizo mal en designar a Castilla como ministro de Economía y a Julio Velarde como presidente del BCR, ambos funcionarios del gobierno anterior de Alan García. ¡Hay algo más continuista que eso! Ya hay altos mandos militares, como el vicealmirante Jorge Montoya, que afirman que Castilla considera innecesario darle fondos a nuestras FFAA. Es decir, Castilla quiere a nuestras FFAA débiles ante cualquier intento de agresión. ¿A quién le conviene eso? Yo me pregunto lo mismo que César Lévano: ¿Para quién juega el ministro Castilla?

Humala está haciendo lo mismo, pero con más inversión social, pero no ha hecho reformas urgentes como la tributaria. Tenemos uno de los impuestos al consumo más altos del mundo: 19%. En un país como el Perú, cómo es posible que se castigue más al que menos tiene y se beneficie al que más tiene. Hay que bajar los impuestos indirectos que golpean más al medio y pobre y subir los directos que gravan a los ricos. No hay impuestos a la renta progresivos con el ingreso. Las transnacionales pagan muy poco por el capital que sacan de nuestro país. 

Cómo es posible que policías y maestros vivan en barrios pobres, algunos sin servicios. En cualquier país un policía o maestro es parte de la clase media. Cómo es posible que en Olmos cuatro grupos empresariales compren el 70% de las tierras subastadas mientras cientos de pequeños y medianos agricultores no pudieron comprar ni cinco hectáreas. ¿Eso es cambio? ¡No me jodas!

Humala no puede hablar de cambio cuando lleva funcionarios del anterior Gobierno neoliberal de García. No puede hablar de cambio cuando lleva ministros que firmaron el acta de sujeción a Montesinos y Fujimori. Humala pasó de ser la Gran Transformación a la gran Continuación, y si –insisto– subestima la capacidad de indignación de los peruanos va a ser el gobierno de La Gran Indignación.

 

Foto: internet.

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