Política

Cultura voluntaria

Se calcula que existen más de 100 organizaciones juveniles en Lambayeque, pero menos del 10% están debidamente formalizadas. El gobierno regional aprobó hace unos meses la creación del Consejo Regional de la Juventud, pero todavía no levanta vuelo. Entre los innumerables problemas que tiene el país, los voluntariados son una verdadera herramienta de desarrollo. 

La región al paso / Claudia Incháustegui   |   Claudia Incháustegui   |   Mayo 30, 2012

Sentir las sonrisas a cambio de unas horas de energía y buena onda debe ser más que satisfactorio. Las acciones de un voluntario le dejan al final del día la paz de haber hecho algo bueno. Enseñan a los demás que son personas dignas de respeto, de admiración, sin temor a “imposibles” y, fundamentalmente, que su participación busca mejoras conjuntas.

La esencia de un voluntario se nota en la constancia de su lucha, en su optimismo con los pies muy firmes. Ser uno de ellos te abre las puertas para conocer más de cerca la realidad cotidiana, la verdadera, la firme, y no la que a veces es maquillada por sondeos falsos de instituciones gubernamentales o de medios manipulados.

En la actualidad, según algunas fuentes en varias agrupaciones, se estima que en Lambayeque existen más de 100 organizaciones juveniles voluntarias enfocadas en distintas temáticas. De las cuales, menos del 10% están debidamente registradas, y el resto –además de desconocidas– no cuentan con la motivación y las herramientas que las ayuden a formalizarse y ejercer funciones que les permita convocar y desarrollar con mayor éxito las actividades programadas.

El voluntariado es hoy un pilar importante sobre todo en los universitarios, quienes entre su quehacer académico y familiar, buscan nuevas razones para conocer la realidad y tener mayor participación en la sociedad. Sin embargo, ¿las organizaciones están bien encaminadas?, ¿cuentan con la asesoría adecuada para aprovechar espacios de desarrollo?, ¿aceptarían agruparse y conversar y gestionar juntos un propósito en común?, ¿cumplen las organizaciones la misión de promover y apoyar a sus voluntarios en sus metas?, ¿realmente son voluntarios porque les nace?, ¿hay un trasfondo político o laboral en su participación?

Interrogantes de este tipo se las hará cualquier persona ajena a este trabajo de hormiga. En mi posición de “voluntaria cuando me da el tiempo”, disfruto de la efervescencia cuando se da el momento y –aún con esas sensaciones– estoy convencida de que muchas de estas organizaciones necesitan el tablero más grande para ordenar mejor sus piezas.

Un voluntariado efectivo camina sin discordia, critica y propone soluciones, demuestra con hechos el trabajo realizado y la necesidad urgente de un punto de apoyo para alcanzar los objetivos. Mas no se dedica a lanzar piedras al complicado camino, como es el caso de unos jóvenes que se hacen llamar “actores de participación ciudadana”, y a través de una cuenta vía Facebook iniciaron una campaña para “llamar la atención” del actual presidente regional, Humberto Acuña Peralta, quien ofreció como promesa política el Consejo Regional de la Juventud (Coreju), cuya creación fue aprobada en setiembre pasado, pero hasta la fecha no funciona como debería. La llamada de atención es permitida, pero antes de solicitar la ejecución de este Consejo –que podría traer más de un mal entendido– no sería mejor mostrar el trabajo realizado a la fecha y los objetivos por organización a mediano y largo plazo. 

Por otro lado, existe la propuesta de Proyecto de Ley del Voluntariado Universitario hecha por el congresista oficialista Javier Diez Canseco, la misma que es un indicador de la preocupación de algunos sectores del gobierno hacia los jóvenes. Es verdad, proyectos de voluntariado cuentan con cero fondos, pero ¿acaso las organizaciones que la conforman no han trabajado así durante años? Y si les dan fondos, ¿tienen lista una estrategia de trabajo para ejecutarla una vez que Coreju empiece a caminar? 

Lo ideal es no convertirse en un abanderado de la lucha social por unos minutos de protagonismo infantil, pero sí realizar un trabajo constante generando integración, con espíritu solidario, con respeto, con la actitud positiva y desinteresada de mejorar la región, sin llenarse los bolsillos.

Si las organizaciones juveniles quieren atención y apoyo, deben demostrar que hay muchas razones para hacerlo, que no son semilleros de corrupción, que todo resultará a base de esfuerzo y dedicación. No esperen ocasiones especiales para manifestarse, ni camisetas políticas para “hacer el bien”. Empiecen por casa, cuidando el medio ambiente, respetándose unos a otros. Hay mucho trabajo por hacer. Seas joven o adulto, sabes cuál es la misión que te corresponde: contribuir a la nueva y mejor imagen a la región Lambayeque, con o sin ayuda. Total, un voluntario no sólo es coyuntural, lo es siempre.

 

Foto: http://www.boluntariotza.net

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