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El siglo XIX y la prensa en el Perú

  |   Cindy López / Conversaciones con el Perú   |   Junio 28, 2016

El ritual de la lectura es nuestro. Quizá no de muchos libros de literatura o historia, pero no podemos negar que la prensa ha tomado nuestros hogares. ¿Acaso no es común ver al apurado trabajador parado, en el quiosco más cercano, leyendo algún titular mientras espera su bus? O es llamativo el dato que el diario más vendido de habla hispana es el peruano Trome (claro que no es reconocido como el diario más serio. Un ejemplo es la forma en la que una señora vende animosamente la publicación: ¡chismeee! ¡chismeee!).

Se ha preguntado alguna vez desde cuándo la prensa cobró tanta importancia en la población peruana. Conozcamos un poco de su historia.

El comienzo del empoderamiento de la prensa comenzó en el siglo XIX. Fue cuando los periódicos ocuparon el lugar de los libros de tal modo que “ser escritor y ser periodista eran en la práctica sinónimos” (Velásquez, 2009). Al ser el mencionado siglo tan importante en el desarrollo de la prensa, dividiremos este artículo en tres secciones tomando en cuenta la Guerra con Chile.

La prensa en la época del guano

Durante la década de 1870 debido al consumismo generado por la prosperidad del guano, diversas empresas mundiales introdujeron sus productos en el mercado peruano anunciándolos en las páginas de El Comercio, El Nacional, La Opinión Nacional, La Patria y otros diarios.

Estos avisos expresaban un concepto de marketing que alimentaba la idea de refinamiento y modernidad existente en la capital. Asoma entonces el consumidor peruano cosmopolita que busca en los diarios información sobre los productos útiles para garantizar la salud y mejorar la apariencia personal.

Anuncios muy distantes, tras la Guerra del Pacífico, pues los anunciantes optaron por publicitar tecnologías productivas industriales (motores de gas, kerosene y petróleo) y domésticos (máquinas de coser), entidades financieras (compañías de seguros) y medios de comunicación (ferrocarriles portátiles, teléfonos) indispensables para reconstruir la economía peruana (Salinas, 2010, págs. 6 y 10), 

Los diarios durante la Guerra del Pacífico

En vísperas del mencionado conflicto bélico, se percibía en la prensa peruana una falta de posición única frente al país contrario: Chile. (¿Acaso ante problemas actuales nuestra sociedad no sigue igual de dividida?).

Como mencionó, Gargurevich: “(…) El Comercio adoptó una actitud cauta, al igual que La Opinión Nacional que incluso pedía calma; El Nacional en cambio llamaba a las armas. La Tribuna pedía alianza con Chile, La Patria y La Sociedad se inclinaban por la guerra”.

El 16 de enero de 1880, El Comercio por problemas con Piérola, entonces el “dictador supremo”, fue cerrado. Piérola acusó de falsear la verdad y de falsificar la correspondencia que acusaban al entonces presidente de tener tratos secretos sobre el manejo del guano con Dreyfus.

Por ende, El Comercio estuvo cerrado cuando las tropas chilenas llegaron a Lima. Ante la llegada invasiva del enemigo varios diarios cerraron sus puertas y detuvieron sus máquinas, negándose a continuar laborando en aquella situación. “Los chilenos editaron entonces La Situación (1881), La Actualidad (1881) y La Tribuna. Fue editado en El Callao un El Comercio apócrifo dirigido por el chileno Luis E. Castro” (Gargurevich, 1976, pág. 37).

El Comercio, conjuntamente con otros diarios, reapareció el 23 de octubre de 1883.

La situación de la prensa pos Guerra del Pacífico

Tras firmar del Tratado de Ancón (1883), el Perú se enfrentó a un panorama de pobreza y endeudamiento, de la cual la prensa no fue ajena.

La situación de la prensa durante la reconstrucción nacional, mejoró un poco, pero aún se registró la desaparición de muchas publicaciones por su insostenible situación económica. Es por ese motivo que de 1884 a 1890 se publicaron pocos periódicos.

No es hasta el primer gobierno de Andrés Avelino Cáceres y Morales Bermúdez que la situación económica mejoró, lo que se reflejó en el crecimiento de la prensa.

Prensa política satírica pos Guerra del Pacífico

Fue el sector más grande de la prensa, en su mayoría conformado por los semanarios políticos. “Una de las características más importantes de la prensa satírica dedicada a la política es que defendió a un partido o líder político, ya fuera Cáceres, Piérola o López de Romaña” (Pacheco, 2006, pág. 24).

El mismo hecho de escoger los nombres de los soportes satíricos reflejó la posición de una lucha constante.

Al continuar la investigación de Juan José Pacheco, podemos mencionar que los nombres de las publicaciones demuestran la existencia de una rivalidad entre estas.  Algunos daban por insultar al gobernante de turno, como lo fueron: El Esqueleto del Tuerto (en referencia a Andrés A. Cáceres), El Melón Podrido, La Rabona Antuca (creados para insultar a la esposa de Cáceres).

Con respeto a la reaparición de la prensa política y satírica en Lima, esta se dio durante la coyuntura electoral de 1890. Asimismo, en ese momento apareció la represión política contra la prensa.

Para 1890 aparece la prensa cacerista con el fin de defender al Partido Constitucional de todas las acusaciones hechas por el Contrato Grace y las medidas que tomó Morales Bermúdez.

Durante los años más violentos contra la prensa independiente, el cacerismo combatió a la prensa satírica a través de una prensa de ataque. Era conocido por todos que semanarios satíricos como El Cañonazo (1892), Ño Bracamonte (1892), El Cascabel (1893), El Bisturí (1885), El Barbero (1893), La Contratunda (1893), entre otros ridiculizaron en sus páginas a los civilistas y defendieron a Cáceres (Pacheco, 2006, pág. 53).

Esta breve reseña, nos da cuenta, cómo los medios de comunicación (como es el caso de la prensa escrita) del siglo XIX tienen parentesco con los nuestros. Por un lado, si determinado medio está en contra del gobierno de turno, y este es dictatorial, será amenazada su continuidad. Por otro lado, existen medios que pactan para publicar determinadas informaciones.

Así que cuando leamos no olvidemos que las informaciones publicadas nos permiten conocer sobre los imaginarios políticos y partidistas, ideas, creencias políticas y el ámbito temático de una determinada época. Seamos ciudadanos libres, leamos críticamente. 


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