CULTURA

«Searching» : los peligros en línea

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Octubre 08, 2023

Soy un padre que detesta que mi hijo tenga un celular en la mano. Él ya es un adolescente y entiendo que ese dispositivo es una ventana para estar comunicado con el mundo 24/7; sin embargo, no veo la necesidad de arruinar su vida dándole uno, pues creo fervientemente que criarse a la antigua, haciendo amigos en el barrio y el colegio, es la forma más sana de socializar sin peligro alguno.

Con preocupación veo cómo muchos amigos míos le han dado una tableta o un celular a sus hijos desde temprana edad por múltiples razones: para mantenerlos tranquilos, para incentivar su creatividad, para despertar su curiosidad, entre otras justificaciones, unas más rimbombantes que otras, pero que para mí carecen de sentido.

Como le repito siempre a mi hijo cada que veo un niño con celular o tableta «Mira, ese chibolo tiene celular con 4 años de edad, vas a ver que a los 8 va a necesitar lentes sí o sí», el tiempo no ha hecho más que confirmar aquello y eso es, por así decirlo, el menor de los problemas. Una vez lo hice ver un capítulo de South Park para mostrarle los peligros de las redes sociales y hasta el día de hoy recuerda la frase de Cartman al navegar por las redes «Oh, acabo de ver otro tipo agarrándose el fideo» (creo que se entiende que no habla de comida), por lo que acordamos que solo usaría uno (el mío o de su madre) para jugar Roblox por las noches y chismear con sus amigos antes de dormir. Nada de redes hasta pasados los 15 años.

Searching (Chaganty, 2018) es una película que pone de manifiesto los peligros a los que están expuestos nuestros hijos y cualquier persona a ser captados por gente enferma a través de las redes sociales. La historia nos adentra en la historia de una familia de tres personas, mismas que comparten, de manera ingenua o tal vez de manera natural como cualquiera, su vida a través de la red. Todos lo hacemos en mayor o menor medida, de eso no hay duda.

El argumento a primera vista no pasa de ser una crítica de las tantas que hay a la sobre exposición en las redes sociales. Pareciera que las personas actualmente están deseosas de compartir lo que sea con tal de ser famosos sin importar lo estúpido, sensual, pornográfico o disparatado que sea el contenido; la idea es figurar y sumar «me gusta» para poder «facturar». Al tomar eso como referencia, la película nos adentra en un drama familiar bastante difícil de procesar y que resquebraja la estructura de los miembros que la conforman. La vía de escape son las redes sociales. La adolescencia sigue siendo esa etapa de la vida en la que los chicos empiezan a alejarse de los padres por considerarlos fósiles y se adentran en el mundo que consideran más afín o en sintonía con sus intereses y es ahí cuando la trama comienza a ponerse interesante.

La hija de la familia, Margot Kim, lleva esa doble vida que viven muchos adolescentes: una en casa donde es una hija modelo, otra en la calle donde muestra su verdadera cara, sin que estas se mezclen de manera alguna. El padre, David Kim, interpretado por el surcoreano (puntos bonus para quienes les gustan los doramas) John Cho (a quien más de uno recordará como el chino de la saga American Pie) es un hombre completamente ajeno a los intereses de su hija, al menos a ojos de esta, pues para él, ella es como un libro abierto a quien conoce de toda la vida y con quien mantiene una constante aunque breve y cortante comunicación a través de todos dispositivos tecnológicos que puede manejar una adolescente nacida en la era digital.

A primeras parece la típica relación padre-adolescente que vemos retratada en muchas películas, con los dramones de por medio y los secretos típicos de esa transición de niña a joven. Sin embargo, la película dista mucho de ser el estereotipo de historia que podemos ver una tarde para bajar el almuerzo, todo lo contrario, tiene un primer giro que nos sumerge en una trama que recuerda a la película «Búsqueda implacable» («Taken», Morel, 2008) protagonizada por Liam Neeson, pero sin recurrir a los golpes y los tiros. El caso es que la joven desaparece misteriosamente y el padre mueve cielo y tierra para dar con ella, recibiendo un baño de realidad duro de procesar para todo progenitor: no conoce nada de la vida de su hija, pues todo lo que creía conocer era nada más que una gran mentira.

No voy a ahondar más en la trama porque la idea es que ustedes la vean y disfruten de la experiencia sin arruinarles la sorpresa, por lo que les hablaré de la forma en cómo está contada la historia, pues es lo que más me ha llamado la atención. El director nos presenta una película contada a través de los distintos dispositivos electrónicos que manejan todos los personajes dentro de la trama, por lo que veremos imágenes de pantallas de computadoras con el extinto Windows 98, los aplicativos de FaceTime, Whatsapp, IG, Tumblr, Yahoo!, entre otros como verdaderos protagonistas de una historia llena de giros de guion que los dejarán completamente descolocados.

La manera en que la historia se presenta es un deleite visual, pues retrata de manera genial el entorno virtual en el que nos movemos día a día y los peligros que trae consigo el pueril pasatiempo de andar divulgando nuestra información a diestra y siniestra a través de las redes. Créanme que no van a quedar indiferentes al momento de ver los créditos finales de este film que tiene una segunda parte espiritual/homenaje de la cual hablaré tan pronto le pueda echar mano. Solo les digo, mírenla, analícenla y de ser posible, véanla junto a sus hijos para que puedan tener una bonita conversación padre-hijo, bastante constructiva.

Nos vemos.

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