Política

No todos pueden protestar

¡No hay derecho!   |   Alex Neira   |   Febrero 25, 2014

No es cuestión de decir que la manera de protestar de un escritor es su pluma. Antes pensaba de esa forma. Sin embargo me he ido dando cuenta que el ser escritor es antes que nada una forma de afrontar la vida, de interpretar y discurrir por el mundo, y eso conlleva a unos principios de comportamiento: denuncia y compromiso en favor de la sociedad que van mucho más allá de nuestros textos. 

Quizá por eso ya no me preocupe se publiquen mis obras, sé que antes o después vendrán por algunas de ellas, pero lo que no se puede postergar es la vertiente articulista que todo escritor que se precie de serlo debe, o debería, tener.

Pero no es de mí de quien quiero hablar sino de quienes no pueden salir a protestar incluso queriéndolo hacer. Claro, he empezado por mí pero más que nada para hacer una autocrítica y no caer en moralinas. Bien sentado este punto: ¿por qué no sale la mayoría de personas a protestar en nuestra ciudad?

Esta pregunta es tan trillada como vigente. Se la escuchamos tanto a universitarios de primeros ciclos como a cesantes.

En realidad, la única manera de protestar con legitimidad es precisamente saliendo a marchar, desgañitándose o acatarrándose en el griterío por lo justo, tostándose la piel por un sol implacable antes que por cualquier otro medio.

Y es aquí a donde quiero llegar. En estos días he conversado con varios “activistas”, digamos: personas de salir a protestar. Lo primero en apreciar ha sido su ninguneo a los ciudadanos que no lo hacen:

–Cómo no salen los taxistas a las marchas convocadas con estos embotellamientos cada día más desastrosos.

Otro:

–Por qué los profesores con los sueldos que tienen no se unen para buscar un futuro mejor, van sólo cuatro gatos.

Otra:

–Dónde está la gente del centro de Chiclayo, tan directamente afectada por nuestro alcalde, ¡es qué no tienen olfato!

Vistas así las cosas, es necesario hacerles recordar a los bien intencionados ciudadanos que sí pueden salir a protestar lo siguiente: Tengan presente que no todas las personas se encuentran en condiciones de poder hacer una pancarta, faltar al trabajo y marchar en contra de nuestras autoridades o de alguna ley injusta.

Tampoco deben dudar de que si lo quisieran.

Parte de este sistema pervertido es precisamente no permitir al ciudadano trabajador de sueldos miserables abandonar su trabajo por salir a protestar. Y esto no tiene que ver con la valentía. Sé de casos de múltiples personas que no pueden arriesgar su trabajo, ni siquiera unas horas ausentarse, dado que tienen una familia hambrienta esperándolos y no pueden correr el riesgo que los despidan, (o alguien enfermo en casa o sencillamente comprenden son piezas descartables en sus centros de trabajo).

Los taxistas honestos, que los hay muchos, tampoco pueden abandonar así por así sus oficios. Tienen deudas, cobran el día y al segundo la plata ya no está, no pueden a pesar de quererlo ir a protestar.

Se me dirá que quienes sí salen a las calles también tienen familia, y deudas, y qué se yo, familiares enfermos, pero estoy seguro poquísimos son los héroes. 

Veamos: la mayoría de los ciudadanos que marchan por las calles son personas que gozan de ciertos privilegios, o son protegidos de casa, o son dueños o están en la universidad.

El grueso de la población debe continuar con sus labores, por sus compromisos fundamentales con sus seres queridos.

¿A dónde quiero llegar con esto?

Fíjense: existen en esta ciudad –como en cualquier otra– desposeídos (sometidos, pobres, sojuzgados, oprimidos) y privilegiados (ricos, burgueses, rentistas, protegidos). Quienes podrán hacer cambios en la ciudad lo harán desde su tiempo libre, desde su espacio sin obligaciones extremas.

No es ni humano ni inteligente ni de gente noble menospreciar a quienes no participan sin previamente ponerse al tanto de cómo sobreviven.

Es verdad, salir a protestar implica inevitablemente un esfuerzo, pero no necesariamente un sacrificio.

Sacrificio es seguir trabajando por un sueldo miserable ya que algo hay que llevar a casa. Eso es sacrificio.

¡Privilegiados, privilegiadas, salir a protestar!, los demás que continúen como puedan que ya bastante tienen con la vida de escaseces y marginaciones con las cuales deben chocarse cada día.



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