Casi todas las que hemos estudiado en colegios nacionales –hoy ya mujeres– recordamos el entrañable punto cruz. Formaba parte de una de las tantas técnicas a aprender en el curso de “Manualidades”, así como el tejer con crochet y a palitos. Al final del curso, la tela cañamazo se perdía en algún cajón junto con los coloridos hilos de algodón mercerizado. Y de ahí no se sabía más de él.

Para aquellas personas que amamos las manualidades, nos es muy grato saber que este arte se cultiva desde hace mucho tiempo en el norte del país, y que vuelve a la vida cada vez que una de las maestras tejedoras enlaza sus hilos de seda en la tela panamá. Y bordan historias, creando motivos y lugares de ensueño.

La maestra Juana Fiestas Puescas pertenece a la Asociación de Mujeres Bordadoras del distrito de San José, en Lambayeque. Aprendió a marcar en punto cruz a los nueve años. La maestra nos cuenta que en el norte es toda una tradición el marcado, que empieza con la pedida de mano a la novia y es ella la que hace el marcado para los familiares. En algunos casos se añaden frases populares.

De toda la producción realizada por la maestra Juana –y celebro la apertura a los diversos temas– destacan los motivos arquitectónicos, particularmente difíciles por su complejidad en detalles y porque hay que recrear las texturas de tejados, columnas, etc. Asimismo, se lleva las palmas aquella escena en el puerto que parece una ilustración. Ni que decir de las gráciles damas de cabello trenzado, muy españolas, son adorables. Parecen flotar.

Las telas que contienen texto son también buenas. Sobre todo por este efecto de relieve que significa colocar ciertos motivos encima. Pero las letras a veces se pierden y la tela se contrae, por lo que sería mejor buscar otro tipo de soporte en tela que permita resaltar el excelente trabajo.

Como en todo arte, la práctica es importante. Vemos una evolución desde el motivo de la tejedora con el telar de cintura (en la que brazos y piernas pierden naturalidad) hasta los temas posteriores, (en los que la figura humana se muestra con soltura). El perfeccionamiento se debe a la constancia, a la idea de registrar mejor tanta tradición recogida en estas telas blancas, la historia de nuestros pueblos que felizmente permanece y se proyecta al futuro.

Un mejor sitial merece el punto cruz y muchas más exposiciones merecen estas nobles damas guardianas de nuestra memoria, exponentes del talento nacional. “Mi marcado en punto cruz, seguro que eso es el arte, como dicen las gentes”, menciona doña Juana. Esta vez las gentes no se equivocan maestra Juana. Lo que hace usted es arte.