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Juan Gil: la vida a través de la fotografía

  |   Karla Mallma / Xam   |   Junio 14, 2012

La fotografía es aquel mágico arte que permite fijar imágenes por medio de la luz. Digo mágico pues así como en el arte prehistórico se habla de un arte propiciatorio, se habla de magia; la fotografía propicia, provoca y es una digna exponente de esa magia. Desde la cámara oscura hasta la actualidad, ese “click” hace de un momento, eternidad.

Con el trabajo de Juan Gil nos encontramos, sin dudarlo, ante un maestro de la fotografía. Con 20 años de incansable labor, si hay algo que debo destacar en la obra de Juan es el gusto, es el disfrutar lo que hace, el fotografiar por placer, por registrar, porque sabe que vivimos en ciudades efímeras y es la fotografía aquella que mejor registra esa verdad.


La obra de Juan Gil es impresionante. Ha recorrido todos los temas, ha fotografiado a personas de todas las edades, y creo ha fotografiado todo lo que hay que fotografiar, salvo ciertas cosas. Evidencia un adecuado estudio de temas y teoría fotográfica. Dentro de toda su producción, podemos ver fotos de la naturaleza, retratos, de objetos y lugares, etc.

Destacan, entre su abundante trabajo, las fotos de las huacas en Túcume. Gracias al lente de Juan vemos a estos soberbios monumentos luchando contra el tiempo y contra el hombre. El estar rodeados de desidia y basura no les quita su gallardía, más bien invita al espectador a no destruir más el patrimonio.

Los retratos animales son encantadores. Un adecuado enfoque, saber el momento acertado en el cual disparar –hay que tener en cuenta que los animales no suelen estar quietos– hace de estas fotografías un verdadero logro y un reconocimiento hacia estos hermosos seres. Destacan las fotos de las libélulas, el cóndor mostrando la amplitud de sus alas y el tierno can mordiendo una pluma.

Las fotos urbanas nocturnas constituyen un punto aparte. En ellas es clara la influencia del fotógrafo húngaro Brassaï, sobre todo en la serie de Chiclayo de madrugada, donde se yerguen imponentes los edificios republicanos. Sus calles desoladas también nos recuerdan el trabajo del alemán Thomas Struth, mostrando la otra cara de la ciudad. Una ciudad que respira, descansa, mas no por ello deja de ser hermosa.

Creo también que Juan Gil es uno de los mejores fotógrafos retratistas. Sus fotos de aquella hermosa joven –“Fotos del taller de iluminación fotocolor”, dictado por él– deleitan en algo muy simple: mostrar la lozanía y espontaneidad de la muchacha. El estudiar a la persona a retratar y captar lo más representativo, captar el carácter de la persona, también se evidencia en las soberbias fotos a la cantante francesa Nathalie Joly.

La alegría y picardía infantil se desprende de las fotos de los niños de Túcume. La foto de la niña de ojos claros, me hace recordar aquella famosa fotografía a Sharbat Gula –“la niña afgana”–, también conocida por ser la imagen más famosa de National Geographic, gracias al lente de Steve McCurry.

Un simple chisguete de pasta dental ante los ojos de Juan, objeto que otros considerarían un traste, generan que el espectador contemple con más detenimiento la imagen. Lo mismo podemos decir de aquella vieja jabonera que, con un efecto fotográfico, provoca verla con otros ojos. También la viejísima escobilla de lavar, bajo el lente de Juan, se convierte en una pieza de arte.

Asimismo, sobresalen las fotos del vagón de primera clase en Puerto Eten, las damas de Mórrope, la bailarina de tondero con una botella en la cabeza, el pescador cargando la red –que por el contraste de color se presta para una acuarela–, los niños y su regocijo ante el juego con una cámara, o aquellas graciosas bailarinas de landó sacudiendo sus vestidos. No me queda la menor duda de que Juan Gil nos ha regalado muchísimas imágenes para recordar.

En el aspecto por mejorar figura la foto de aquella señora cajamarquina llevando una bicicleta –“A mal tiempo buena cara”–, el efecto que la rodea trivializa la escena. La fotografía del mototaxista y la neblina hubiese necesitado un efecto. Hay que trabajar más las fotos de matrimonio. Son buenas, pero me gustaría ver la solemnidad que se observa en el resto de su producción. También innovar en este tipo de temática. Y sería muy interesante que arriesgue con desnudos.

Finalmente, el aspecto central a destacar en la fotografía de Juan es el transmitir sensaciones al espectador. Ese hacernos parte, lograr que estemos inmersos en su trabajo. Esa capacidad de comunicar, de establecer un vínculo. “No fotografío para competir, lo hago para compartir”, nos dice Juan. Gracias por ello.

 


Foto: Álbum del fotógrafo.
Mira fotografías de Juan Gil en http://www.facebook.com/locheros.comunidaddelloche

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