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El esclavo perfecto

  |   Alex Neira / Descargos de conciencia   |   Agosto 11, 2012

Pirausta es el nombre de una mariposa.

Se cuenta que vivía dentro del fuego.

Si en caso se apartaba de él sencillamente moría.

Fuego, por otra parte, significa dentro de sus diversas acepciones: ardor del ánimo o de las pasiones.

Es obvio cualquiera puede en un momento determinado percibir sus pasiones encendidas.

Lo particular de los artistas es que deben inventarse una vida de paroxismos.

Buscar la manera de tener enardecido el ánimo el mayor tiempo posible.

He ahí su predisposición a los estimulantes y excitantes en general.

Sean naturales o químicos.

De alguna manera el artista es el perfecto esclavo de sus emociones.

Si bien pasa por una etapa de transición acaba convencido de su destino al rojo vivo.

Al menos si nos referimos a artistas genuinos.

Por eso mismo los artistas suelen renacer por medio de autodestrucciones prefabricadas.

Como la metamorfosis de una mariposa cualquiera.

 

Digo autodestrucciones prefabricadas pues un artista sabe que el origen se ubica adelante.

Lo sabe bien y por una especie de ciencia infusa.

Como un mecanismo natural que de repente posee y utiliza sin más.

Y lo bueno de la mariposa pirausta, del artista auténtico, es que no olvida como volver a empezar cada cierto tiempo.

Como autodestruirse para empezar desde cero otra vez.

Y no lo olvida porque son sus instintos los que lo guían.

Renace con alas multicolores y encantadoras: al vaivén de aleteos helicoidales, como yendo sin saber a dónde, pero sabiendo a la vez…

Para al final concebir orígenes inefables.

Como los huevos de una mariposa común y silvestre.

Y es que el artista genuino debe arrastrarse como una oruga.

Sin fuerzas para nada más que mirar el suelo.

Sin esperanzas ya.

Hasta que lo sume la oscuridad total de la crisálida.

Entonces toda su naturaleza cambia y al mismo tiempo sigue siendo la misma.

 

Si bien el artista se autodestruye también se reconstruye.

Es y no es eso mismo que fue.

Finalmente otro resultado más de ahondar en sí mismo.

Así, de pronto distingue un origen en donde no había más que final.

¡Por eso vuelve a empezar!: destrúyete con gusto.

Todo será tan diferente como andar de pronto en otro cuerpo.

Con otra voz.

Con otra edad y otro ambiente.

Será así y al mismo tiempo continuarás por dentro siendo todos esos u esas que fuiste.

En sí los sigues siendo.

Por eso la inspiración es mucho más que un instante-eterno pleno.

Un absoluto único e intransferible.

Cuando un artista es sobrecogido por las musas capta en cuestión de segundos todos los yo que ha sido y que asimismo es.

Uno se inspira con plenitud pero además la memoria es fiel a inspiraciones pasadas.

 

¿Acaso parte de su plenitud será justamente remembrar lo más profundo de lo vivido y alucinado?

Por eso la metamorfosis es necesaria.

Por eso en estos tiempos de tantos fantoches artísticos se debe secundarla.

Promocionarla.

Ponerla a la vista de todos.

Generar crítica.

Hacer razonar sobre ella.

Si la mariposa pirausta vivía sólo dentro del fuego, el artista sólo ansía lo vital, lo visceral, lo esencial.

El combustible de su arte son sus estados extremos.

O muy alegre o muy triste.

Como sea el flujo será potente, ahí está el secreto del autor.

Luego es preciso retornar al paso delirante.

Arrastrarte en la incomprensión y el sinsentido.

Ser oruga, larva, un ser distinto de eso que fuiste y que en el fondo continúas siendo.

 

Foto: http://es.123rf.com/photo_5083297_volar-con-alas-de-mariposa-de-fuego.html

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