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¿Malpensado o desconfiado?
| Alex Neira / Descargos de conciencia | Marzo 06, 2014
Una de las efectivas formas de socavarnos a nosotros mismos es alimentar en nuestro ser una actitud de desconfianza hacia los demás. No la idea del malpensado sino la idea del desconfiado. Porque malpensado (malpensada) es quien en los casos dudosos se inclina a pensar mal. Pero desconfiado (desconfiada) es quien no confÃa, quien tiene poca seguridad o esperanza.
El adjetivo “biempensante†significa “que piensa de acuerdo con las ideas tradicionales dominantes de signo conservadorâ€. AsÃ, se podrÃa determinar al malpensante por su contrario: “Que piensa en descuerdo con las ideas tradicionales dominantes de signo conservadorâ€. En ese sentido ser un malpensado es ser un progresista, alguien que cree en el progreso, que no respeta las costumbres de los pueblos como si fueran vacas sagradas, sino aquellas capaces de pasar la prueba de la razón, no debido a que “siempre hemos sido asÃâ€, expresión común de los intolerantes, fanáticos herméticos, heterofóbicos.
Desconfiado nos lleva al intransitivo “desconfiarâ€. Y este verbo significa “sospechar, no tener confianza en algo o en alguienâ€. Lo que finalmente hace pensar en el vocablo “confianzaâ€: “Esperanza firme que se tiene de alguien o algoâ€. Y bueno, la esperanza está muy bien vista cuando se trata de asuntos de fe, pero donde entra la razón la esperanza no tiene voz ni voto, es pura y simplemente inadmisible.
Ya lo dice un añejo proverbio griego: “Quien no duda, no piensaâ€. Y es que el primer requisito para procurar salir de nuestra ignorancia es dudar. Ahora ensayemos otro dictamen: “Quien desconfÃa, no quiere dudar, o sea no busca aprender, prefiere continuar en su ignoranciaâ€.
El problema en el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que los estúpidos están llenos de confianza –dijo alguna vez Bukowski. Siguiendo el hilo: y cuando pretenden algo más, antes que malpensar, sólo desconfÃan, hasta allà arriban. (De hecho, ya habÃa olvidado este pensamiento bukowskiano, seguro porque primero lo leà en Russell, Bertrand Russell quiero decir: “Lo peor es que los inteligentes siempre dudan de todo y los estúpidos siempre están seguros de todoâ€.)
La desconfianza hacia los demás es un claro sÃntoma de envidia, ese maligno sentimiento que evita las personas mejoren, sólo se conformen en ver defectos, en emponzoñar la suerte o mérito de los otros. Ahora, que alguien acepte ser envidioso resulta tan excepcional como distinguir aviones cuadrados. Pues cierto, tal y como afirmó Napoleón Bonaparte, enunciarse envidioso (envidiosa) es hacer una declaración de inferioridad.
Una caracterÃstica muy particular del ser humano es creer sus razonamientos, su forma de actuar, su manera de pensar, resultan ser lo más aceptable. Desde un limpiabotas hasta un presidente de Estado, se acuestan considerando su razonar es mejor al de la mayorÃa. Nadie va por la vida, a menos se esté depresivo o medio chiflado, estimando los demás tienen razón y uno más bien nunca discurre con aciertos.
La autocrÃtica no es natural. La vanagloria sÃ. De ahà que cuando Marcel aseguró que si no se vive como se piensa se acabará pensando como se vive, anunció de soslayo las ideas son antes que consecuencia de un proceso racional una adaptación de confianza o desconfianza, siempre en relación a emociones –es decir debilidades mentales–.
La actitud de confianza o desconfianza no nacen de un proceso cognitivo, de un planteamiento basado en lo concebido, por el contrario: se forman en el lado sensible, por los sentidos, en creencias antes que ideas. Ser malpensado es ante todo pensar (o sea dudar), concebir, ingresar al mundo de los conceptos. Y eso es lo que se necesita para dejar de ser niños, o mejor dicho: adultos infantilizados.
Los estúpidos son estúpidos porque no se generan un bien ni para sà mismos ni para los demás, quieren ayudar pero primordialmente perjudican. Repletos de confianza van por ahà jodiendo, y cuando desconfÃan son peores, lapidan a cualquiera por una corazonada, por no darles la razón, por pensar diferente, por gustos opuestos. No quieren dudar por nada del mundo, pero ¿cómo cultivar la virtud de la curiosidad sin ello, cómo obtener respuestas sin plantearnos preguntas, sin partir de puras y claras dudas?
Imagen y frase del escritor y poeta estadounidense Charles Bukowski.
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