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Chávez, una vez más
| Alex Neira / Descargos de conciencia | Septiembre 14, 2012
¿Es el hambre, la falta de empleos dignos, de libertad polÃtica, el disentimiento, quienes se encuentran afectando a cientos de miles de venezolanos?
¿Se podrÃa asegurar que éstos son los causantes de tantas muertes, o en el mejor de los casos de condiciones infrahumanas de existencia allá en la república de BolÃvar?
¿Acaso no se mata promoviendo polÃticas que afectan la integridad, seguridad y desarrollo de una Nación?
¿Puede alguien hablar de justicia cuando ya lleva 14 años en el poder, un poder se supone democrático, pero a la vez socavándolo, vulnerando los elementales principios de legalidad y ciudadanÃa?
¿Acaso la libertad no nace de la ley, esas reglas generales e impersonales efectuadas para que justamente no manden los hombres, compuestas para imponérselas inclusive a quienes las crearon?
¿Si bien la ley implica coerción, prohibiendo y condenando, no frena a la vez el abuso o la estupidez de alguna persona en particular?
En ese sentido, ¿qué guarda en común el señor Hugo Chávez con otros megalómanos, autodivinizados, egomanÃacos?
¿Hasta qué punto es cierto que la tiranÃa chavista “va en la misma lÃnea de ese Gobierno que hubo en Perú, el cual tenÃa un sujeto allà de apellido Montesinos que con maletines empezaba a comprar voluntades", según ha dicho hace unas horas el candidato a la presidencia de Venezuela, el abogado Henrique Capriles?
¿Será como en otras latitudes y tiempos, como en otros totalitarismos, que nada más su camarilla recibe beneficios, a costa de expropiaciones y corruptelas manchadas de asesinatos, arbitrariedades, coimas y extorsiones?
¿Si en 10 años (1990-2000), conforme a la ProcuradurÃa de la Nación de nuestro paÃs, Fujimori y Montesinos extrajeron unos 6000 millones de dólares –al margen de que sólo hayan entregado Estados Unidos, Suiza y Gran Caimán 184 millones–, cuánto habrá sustraÃdo ya el señor Hugo Chávez como amo y señor del paÃs del petróleo de América?
¿O es que podrÃa haber una dictadura sin corrupción, ahà en donde ni siquiera hay la posibilidad de denunciarla?
¿Es viable estimar que no sufre de delirios de grandeza, que no padece el “sÃndrome de hibrisâ€?
¿De qué tratamos cuando nos referimos a un personaje capaz de pasarse, como poseÃdo, horas de horas en su programa de televisión Aló Presidente, profiriendo inepcias y al mismo tiempo trasluciendo su carácter hibrÃstico?
Es verdad, hoy no es el mismo verboso de ayer, aunque no por eso ha cambiado las gafas con las que mira el mundo.
Una vez más lo vuelve a demostrar.
Aparte de regalar dinero y petróleo a paÃses vecinos, y no tan vecinos –fuera de la situación social, polÃtica, económica, laboral, ya casi extrema que padece Venezuela–, asimismo acaba de involucrase en lo que de por sà es una más de sus bajezas, y no tanto, como se ha dicho, corrompiendo a cuatro de los partidos que venÃan respaldando a su principal opositor, más bien –intuyámoslo– coaccionándolos, como ofreciendo la rama de olivo con una mano y mostrando el puñal en la otra.
Costumbre propia de gente como él, al menos la historia asà lo acredita.
Por consiguiente, mientras civiles son encarcelados e inclusive asesinados por protestar, por no aguantar más la situación precaria en la que sobreviven, cómplices muy bien armados intentan silenciarlos.
Quizá ahora lo consigan, pero el pueblo venezolano continuará en la búsqueda de la libertad.
ParecÃa mentira que un paÃs como Venezuela, tan próspero hace 15 años, sucumbirÃa a los caprichos de un solo hombre, y para colmo por tanto tiempo.
Y es que el progreso, sobre todo en polÃtica, no es un piloto automático, de ahà la importancia de educar a los ciudadanos no únicamente para desempeñarse como buenos profesionales o técnicos, además es imprescindible educarlos para la ciudadanÃa, como parte activa (o sea participativa) del sistema al cual deben su libertad y autonomÃa.
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