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Una manera de agradecer

  |   Alex Neira / Descargos de conciencia   |   Septiembre 28, 2012

Hola:

Ha pasado mucho tiempo…

Quién diría, aquí de vuelta escribiéndote.

En fin… te cuento que Ingrid y yo somos más dichosos que nunca, alucina que vamos a cumplir 10 años cogidos de la mano, ¿increíble no?

Pensar que pudieron convertirse en amigas, pero entiendo, tiempos y edades diferentes…

Gerard es un angelito que te gustaría tratar, a mí me fascina “perder el tiempo” con él, cuando nos juntamos no paramos de hablar de libros y proyectos juntos.

Enmanuel, si bien remoto en la distancia nunca ha ido a dar al sótano de mi memoria; sabes mujer, él y tú se parecen más de lo que imaginas.

Muki, evidentemente es un sobrenombre, el apodo de un buen amigo que suele darme ideas descabelladas, no te mentiré las más de éstas para nunca recordarlas, con todo y eso te caería genial, de hecho si lo conoces mejor te atraerá como a las partículas de hierro un imán.

Max es todo un caso, inteligente como pocos el muchacho, para molestar y pensar un encanto, sabe hincar donde duele y dar en el punto neurálgico, con él hemos pasado diversas mareas y cambios, ojalá puedas tratarlo y conocer de cerca su peculiar carácter.

De un día para otro Carloncho se hace extrañar con mayor intensidad, de tanto vernos y dejar de vernos lo vivo más remembrándolo, si volvieras le pediría que te toque una canción, y es que es cantautor. Y no nada más eso ah, también ha irrumpido en el ámbito audiovisual, y si continúa como hasta la actualidad más que seguro acabará de cineasta.  

Cristhian –mi Cristhian– se encuentra felizmente casado; a él si tendríamos que ir a verlo a Miraflores, allá en Lima, dado que no viene ni por Navidad, Mahita es la luz de sus ojos y… ¡ya pues!, es entendible su condición de exiliado puesto que ya prontito será papá mi tercer hermano.

Eso sí, Andrés Noria es otro tema, lo debemos esperar pues regresa a Perú a fin de año, si es que regresa, ya que con ese chinito mazamorrero cualquier cosa podría suceder. Uy, ¡sí yo te contara…!, ay, ese chino malogrado, a él si no te lo presento mejor, es más: punto final.

A Joel lo nombro a medio andar puesto que, la verdad, no le inquieta atraer los reflectores. Voluntario de la Cruz Roja, ya más o menos me entenderás. Si yo fuera él no andaría haciendo tanto temple por la estrella que me tocó, de frente asaltaría un banco y santas pascuas, pero claro, Joel es diferente, es especial mi carnal, un tipazo a quien no logro conquistar.

Luis y yo nos hemos alejado demasiado, aunque no te mentiré que pese a mis esfuerzos sigue en mi interior. En ocasiones me río solo imaginándolo, recordando sus tantas particularidades. Ingrid me pregunta que qué diablos me pasa, sin más le cuento de qué va la historia, entonces juntos empezamos a desternillarnos de risa.

Daniel… al margen de que me han contado ansía incursionar en el mundo del brichellaje, hasta el día de hoy –y desde muy joven– se gana el pan con el sudor de su frente, y para colmo tiene tiempo para escribir intensamente en el Face, y beber como si las copas de licor fueran caramelitos de limón. Admiro a Daniela, la perrototota, y no por lo que digo, él sabe muy bien las razones.

De Pedro no debería comentar ni a, que por únicamente esto que vengo ya diciendo podría quitarme el habla. Mi maestro de los clásicos y el ajedrez, cuánto daría porque nos reencontráramos.

Uy, ¿y Patricia? Si me lee y no se distingue ¡me mata! Esa Patty. Ojalá sea muy feliz mi gran amiga, ya sé que todos se merecen la felicidad, pero en este caso en particular mis mejores vibras son para ella, si la trataras congeniarían genial, aunque no sé si tanto como ella con Ingrid.

Omar y Oliver, de quienes tanto escapé, ahora casados y residiendo lejos los pienso demasiado, cómo cuantificar la falta que me hacen… Los extraño ciertas noches con una intensidad que… cuánto quisiera de repente abrazarlos, a ellos que tanto los he avergonzado. Tú que los conoces seguro también gustarías presenciarlo.  

Soledad…

Hoy me he acordado muchísimo de ti Soledad.

Aquella Soledad…

Pues sé bien que quien al presente anda conmigo no es esa Soledad, la compañera de mis años grises y fríos.

Definitivamente si uso la misma palabra se debe a que no hay otra, cuando menos en este idioma.

Vamos, no únicamente vivo entre gratas compañías, hoy por hoy ya no eres la misma, la misma Soledad de tiempo ha.

Cuando me encierro el asunto es diferente, por completo diferente.

Nada de la Soledad maldita, esa que me destrozaba por dentro, ¡esa que no quería y debía sentir!

Asombroso, de eremófobo he pasado a ser un eremófilo, de sobrevivir aislado a regañadientes me convertí en un solitario que ama la soledad.

Verás, estamos de acuerdo en que un solitario es el que vive solo y ama la soledad, pero asimismo ¿no es también un solitario quien sobrevive sin compañía y detestando la soledad?

Qué va, no todo solitario está solo porque quiere, con ganas, por voluntad, como justamente me sucedía contigo, con quien viví años y sin pretenderlo siquiera en una ocasión, ¡mujer que tanto te acostumbraste a mi cama!

Ahora bien, si en inglés a la soledad grata, buscada, voluntaria se le dice solitariness, que sería solitariedad en castellano, entonces eso es lo que ahora me envuelve.

S-o-l-i-t-a-r-i-e-d-a-d.

Eso soy ya, un solitario feliz, seguro de apartarse para poder meditar, buscarse, analizarse, escribir… aunque no por varios días.

Ingrid, mis hermanos o mis amigos ahí están para sacarme de mi burbuja literaria, oh sí.

Si bien más que nada La Colorada, tal y como ahorita cuando anda reclamándome a gritos:

–¡Alexxx!

Según yo no escucho.

–¡Alexxxxxxx!

–Ya voy mi baby.

–¡¡¡Vente ya por dios!!!

–Ya voy, ¡ya voyyy!

  

Otra:

 

Están los chicos de la cuadra.

Salgo yo con mi pelota bien inflada.

Entonces escucho a lo lejos:

–¡Uy concha su madre, ahí viene Alexxx, corran, corrannn!

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