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Desde Helicón

  |   Alex Neira / Descargos de conciencia   |   Octubre 05, 2012

Mañana, de continuar girando la rueda sin baches, debo dar un pequeño recital en Ciclón de Poesía, así pues, ya que en primer y último término expondré algunas de mis composiciones, ahora quisiera problematizar la poesía en sí, y de paso manifestar porque a pesar de versificar no me considero un poeta.

Claro, en principio esta posición parece ilógica. Precisaré a renglón seguido, no sin antes insistir: no me considero ni medianamente un poeta.

Bien. Y no tanto porque no tenga publicado algún poemario, lo cual desde luego no tiene nada que ver con el serlo o no (una persona puede publicar 50 poemarios en el transcurso de unos meses y eso no únicamente no lo hace un buen poeta, además ni siquiera tendría porque serlo); la categoría de poeta escapa a estos parámetros relacionados pura y completamente con el ego del autor, la publicidad y las relaciones sociales.

Tampoco se trata de falsa modestia; asimismo ejercito el aforismo, el ensayo, el articulismo, la novela, el cuento y la fábula –no sobre animales sino acerca de cosas, de seres inanimados, ¿serán fábulas entonces?–, ramas por las cuales sí doy la cara; muy aparte de ser conocidas mis obras por 2 o 3 personas.

Acabo de dar a entender que mis creaciones las conocen tres gatos, intuirá más de uno que quizás la “falta de reconocimiento” sea el quid de la cuestión, sin embargo: nones. Recordemos que la poesía hartas veces permanece en manuscritos, de la mano con el absoluto anonimato de su autor hasta varios años luego de su muerte. Indudablemente, el reconocimiento no hace al poeta; en todo caso a los poetastros que buscan trepar como las hiedras apoyándose en las paredes, por las palmaditas en el hombro de otros poetiqueros tan mediocres y antipoetas como quienes esperan más que nada tal “denominación”. 

Menos todavía guarda relación mi posición con el hecho de que nadie publica mis versos, pues si fuera eso, bastaría como hacen miles de artistas: autofinanciarme o buscar auspiciadores. Vamos, no es preciso contar con una fortuna ni conducir un programa televisivo para mandar a imprenta cualquier ramillete de garabatos, aún más los abortos creativos que se suelen disfrazar de poemas, cuyo número de hojas por lo regular es cortísimo.

Peor que peor sería aseverar que no me estimo poeta a causa de no haber ganado un premiecito,  ya que nunca he participado en un concurso de esta índole. Y claro está, por no querer justamente aspirar a tal “estatus”.

Para remate, ni de cerca debido a una veneración hipertrofiada a la poesía, es decir por estimarla algo sagrado, divino, celestial, un templo al cual no merezco inclinarme a colocar unas velitas siquiera. En rigor, considero a la poesía como la mayor de las artes, pero a sus artífices meros compañeros de viaje, como un jardinero o un ingeniero lo son también.

Para colmo de los colmos, menos aún por la vida de los poetas, que en sí son muy distintas, únicas, y que al final de todo muy poco guardan relación con sus obras, en el sentido de que lo relevante no son sus vidas sino su arte.

Por otra parte, hay quienes se consideran poetas debido a que lo sienten muy dentro suyo; hasta oyen una vocecita que les dicta sus versos. También uno se encuentra con personas que se dicen poetas, puesto que, lo gritan muy alto, por su seguridad rotunda al manifestarlo. Qué agregar…. esas blancas palomitas por supuesto se asemejarán al Espíritu Santo, pero sus manifestaciones son, les guste o no: exabruptos, falacias que nada tienen que ver con la poesía. Nadie me negará que en el terreno del arte las buenas intenciones “no cuentan ni un poquitín”. Quien tiene la capacidad la tiene, quien no sencillamente “no”. El arte poético cero le debe al esfuerzo si detrás no hay un marcado talento. A lo sumo, la persistencia, la firmeza, la disciplina, únicamente desarrollan al liróforo que de por sí ya se es.

De cualquier modo, la poesía es una emoción, como la alegría o la tristeza; los profesionales de ella, esto es los poetas, más que nada la llevan hasta su punto de mayor exaltación, pero grandes y chicos la cargamos, como se carga la imaginación y la fantasía. La poesía nadie la ha inventado, es parte constitutiva de cada uno de nosotros.

Para redondear, se trata de mi misma pasión por la poesía: del respeto y admiración que guardo por mis poetas favoritos. Sí, esa es la razón por la cual no me estimo un poeta. Para mí lo que hago es expresar mis emociones paroxísticas de manera versificada, pero eso “no debe” conllevarme a denominarme “poeta”. Al manifestar que mis composiciones son poemas y que por consecuencia soy un poeta me arrastraría inevitablemente al terreno del oficio en sí, o sea mis poetas favoritos vendrían a ser “mis colegas”, y no, definitivamente no lo soporto. Me he engañado muchas veces, seguro en otros planos continúo haciéndolo, pero en esto nooo; ser colega de Borges,  Baudelaire, Gamoneda, Whitman, Pessoa, Szymborska, Masoliver, Pinter, Prévert, Paz, Bukowski, Laforgue, Nietzsche, Vallejo, Bécquer, Rimbaud… ¡ave maría purísima! “Estás loco pero no tanto”, como me diría mi buen amigo Gerard.

Una pequeña historia para terminar:

Dentro de las múltiples lecciones que me ha dado mi padre, una vez lo oí despotricar contra un colega suyo por su poca formación, por lo mal que le dictaba la cátedra a mi hermano Omar, pues este señor era su profesor. Yo, que siempre he tenido un espíritu de contracción, más que por un afán por un estigma, no pude aguantarme y repuse: “Pero qué tanto hablas, al final ha estudiado en la misma universidad que tú y tiene el mismo título que tú”. Mi padre, con esa sonrisa tranquila y limpia que tanto me ha jodido, agregó: “Bueno, uno de mis títulos tendrá, pero al margen de eso Alex, nunca, nunca, nunca jamás te dejes fiar por las “representaciones” simplemente, los títulos en numerosas ocasiones vienen a ser pura cáscara, los mejores van mucho más allá de los grados y las denominaciones, y los peores justamente suelen esconderse en esos rótulos para embaucar a la gente”. Y fíjense: más todavía habrá embaucadores en la poesía, donde no hay examen de ingreso ni ciclos por concluir. Quiero decir: ¡cuántos pobres infelices sensibleros se creen poetas y no son ni buenos fanfarrones, por dios!

Ahora bien, un detallito… cierto, uno construye sus composiciones pero una vez extendidas ya son más de quienes se cautiven con ellas, y otra cosa: no olvido tampoco que, según aseguran otros creadores, las obras sólo se acaban de confeccionar cuando se comparten. En fin… reconozco esto también; ¡uf!, asimismo tampoco sería el primer poeta que no se considera tal, miles han habido antes que yo y miles con la misma profunda convicción vendrán detrás. Y es que lo que argumente para serlo o no, en definitiva, no es contundente… ¡Ay, caracoles…! Bueno,… que cada cual, mañana cuando me vea declamar, saque sus propias conclusiones. See you!


P.D.: Diría que estoy muy agradecido por la invitación de Ciclón de Poesía, pero afirmar esto sería una mentirilla. Estoy más, mucho más que gratificado, sinceramente infinitas gracias a Stanley Vega, a Juan José Soto y a Matilde Granados.

 

Óleo: El espejo falso - René Magritte (1928)

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