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Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones

  |   Alex Neira / Descargos de conciencia   |   Febrero 09, 2013

Hace unas horas he sido etiquetado por mi brother Enmanuel a una carátula.

Fotografía de un libro de Bukowski, nada más y nada menos.

Instantáneamente volví.

¿Sería por la hora?

Acaso por los días finales de enero.

Hacía tiempo que no podía retomar algún texto de Charles Bukowski y sin embargo hoy volví.

Quizá si no habría venido de Enma la etiqueta, amigo que en esos tiempos de lectura-bohemia febril vivía a unos pasos de mí, no me hubiera afectado tanto.

Seguro, si él no fuera parte de un ayer que se recuerda con alegría, pendejada y asombro, justamente como a Hank, no hubiera buscado en mi biblioteca libros y anotaciones de su intensa, hondísima y lírica persona.

Releerlo a la distancia… de alguna manera ha sido también volver al Chiclayo de hace más de una década. 

De hecho no mientras lo leía pero sí cuando me senté en el sofá a fumar.

Sí cuando intenté pensar en otra cosa.

¡Cuántas desmesuras y pasadas de vuelta a la sombra de covachas y patios y jardines y discotecas…!

Entonces frecuentaba a Enmanuel Alabau en su cuarto de estudiante, que con las cerillas de los años serían diversos tugurios, hasta finalmente trasladarse a la cochera de la casa de mis padres.

Una vez más fue Pedro Estrella quien me recomendaría buscar un autor para mí por completo desconocido.

Muy de mañana un día cualquiera, entre ecos de profundas relecturas de unos poemas de Las Flores del Mal y Así habló Zaratustra, regresé a mi hábitat decidido a imprimir cualquier cosa relacionada con ese tal “Charles Bukowski”, del cual Pedro sólo me habló segundos antes de despedirnos.

Desde la primera línea vendría a ser un espacio de eternidad bajo un cielo stone: de vientos alcohólicos y lluvias de polvo humeantes.

Fueron madrugadas de incertidumbre, fueron crisis y adioses irreparables, así como épocas de euforia y de amicales revelaciones.

Bukowski iría de la mano con mi vida y la de algunos amigos.

No olvido que le presté Peleando a la contra a Enmanuel, antología en verso y prosa que devoró en unos días.

Vendría Cristhian Cueva y de igual manera, entre un lunes y un jueves de la misma semana lo empezó dos veces.

A mi brother Carloncho se lo di unas horas; al gran Joel ya se lo mostré leyéndole algunos versos, aunque con estos últimos me pasé cuantiosas trasnochadas recordándolo.

Tuve suerte, poco antes había vuelto a la cuadra un amigo, Gabriel, quien contaba con algunos geniales libros, dentro de ellos 3 o 4 de Henry Chinaski.

Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones, lo leí por esos días también. De hecho, fue el segundo libro de este consumado artista que experimenté, y de alguna manera otra antología, aunque los textos aquí expuestos sean cuentos entre 1966 y 1972.

Lo digo por varias de las ficciones que contiene, que cuando menos forman parte de mi antología personal.

Así las cosas, hace unas semanas cuando hablé de memoria de él con un micro, ya percibí debía volver a sus páginas.

Hoy con la etiqueta de Enmanuel percibí otra vez aquel llamado.

Por eso, cierto, puedo decir ya que pese a no haber vuelto a sus páginas desde tiempos lejanos, no ha dejada de acompañarme.

Algo así como me ha sucedido con Enmanuel. Y con Cristhian. Y con Andrés Noria. Y por supuesto, con Pedro Estrella.

Y hasta de tanto en tanto con Luis Alberto Baüer y Luís Arbulú.

Quienes me siguen frecuentando desde aquellos tiempos, o de repente desde un periodo más cercano, entienden que de vez en cuando necesito recitar unos poemas del grandioso Buk.

Es cierto también, con el pasar de las estaciones y las pérdidas y los éxtasis y las lagunas… sólo un puñado de autores se termina por releer tanto que al final, así por así, se descubre nos hemos aprendido algunos de sus versos.

Fuera de que, asimismo, ocurren circunstancias en que me he preguntado si aquellas memorizaciones forman, en realidad, parte de su literatura o… ¡o soy yo quien se lo ha inventado!

Qué va, releyendo hace unas horas a Bukowski me he respondido aquellas preguntas.

Hoy, cuando me he reencontrado con mis apuntes bukowskianos así también me toco con añejos camaradas vestidos con la ropa y sueños de esas edades.

Sea por temor a encontrar demasiado perfecto a un escritor y poeta iconoclasta, crudo, contestatario, directo, contracultural, visceral, y heterodoxo, un día sin más me propuse buscar otras voces, sino como la de él que contengan una autenticidad y desgarro parecidos.

No me equivoqué, siquiera en todo.  Di con autores tan especiales ya para mí como el maestro Charles Bukowski, aunque nadie ha ocupado su lugar, su entrañable sitio en mí… cómo denominarlo.

Me acuerdo que, intercalado entre colores multicolores y tonalidades de gris, a Cass –La chica más guapa de la ciudad–, la busqué por muchos bares, y pubs, y hasta en tres o cuatro polladas.

En estos instantes, comprendo en esencia que no fui el único.

 

Foto: Detalle de carátula del libro "Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones", publicado por Anagrama.

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