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Para los Diógenes contemporáneos (I)

  |   Alex Neira / Descargos de conciencia   |   Septiembre 11, 2013


Mi esposa me ha despertado diciéndome que ya hay un lugar a donde podría mudarme y ella me entendería.

Mi primera impresión fue que sería un desayuno amargo, si es que desayunaba.

En sí era otra de sus “alucinadas arquitectónicas”.

–Se llama Diógenes (Diogene, en italiano) –dijo mientras se sentaba.

Al parecer desayunaría, pero nada estaba dicho todavía en cuanto a que sería un momento amargo o no.

–¿Tiene que ver con Diógenes Laercio o Diógenes el Cínico? –pregunté esperando no supiera la respuesta.

–Diógenes el Cínico –contestó sonriendo.

Imaginé que pese a no saber la respuesta le atraía el título del personaje por alguna relación alegórica o símil o simple ironía antes de acuchillarme.

–Amor, te recuerdo que Diógenes Laercio fue un historiador y Diógenes el Cínico (también conocido como Diógenes de Sinope) un filósofo.

–Ja, ja, ja.

Me preocupé más conforme miraba sus larguísimas uñas repiqueteando sobre la mesa de cristal.

–¿Te acuerdas cuando te dije, hace unas semanas que, Renzo Piano había diseñado un nuevo modelo de vivienda para sobrevivir donde sea?

Aunque no me acordaba mucho preferí decir que sí:

–Obvio, por qué.

–He sido seleccionada para participar en nuevas pruebas para Diógenes, al no poder ir por el bebé, si quieres, podrías ir tú.

Eso me sonaba a que realmente había pasado algo en su cabecilla.

–Cómo crees amor, es imposible.

–Bueno, digo.

–Más bien cuéntame más de esa casita llamada Diógenes.

–¡Por lo visto no recuerdas nada, a ver si lo averiguas por ti mismo!

(Me ha gustado mi tarea).

Diógenes es un proyecto, no un producto que se fabrica en serie.

Se le conoce como “casa mínima”.

Diseñado para una sola persona, si bien contando con todo lo necesario para vivir civilizadamente, de forma autosuficiente; si cabria el término, archiecológico.

El público, o sea yo o tú, podemos participar en las pruebas.

Dentro de su complejidad está el hecho de no ser un alojamiento temporal sino un espacio íntimo para residir.

En palabras de Renzo Piano: dispuesto para que sea un lugar de recogimiento.

¿Qué más necesitaría un escritor o cualquier otro solitario empedernido?

Mi esposa también suele bromear conmigo, ahora entiendo que todo fue una farsa para adentrarme un poco en el cosmos del arquitecto Renzo Piano.

¿A qué edad habrá conocido el señor Piano la historia de Diógenes el Cínico? ¿Si es verdad que desde estudiante le hechizó la idea de crear un espacio mínimo para vivir, habrá sido como consecuencia de la imagen que se guarda del hombre autosuficiente por excelencia que habitaba en una cueva y dormía dentro de un tonel? (Vengo preguntándomelo ya varias veces).

¿Si Diógenes, al mismo tiempo de ser un tipo austero fue un crítico ácido de la superficialidad, de la banalidad, de la riqueza, un defensor del anticonsumismo ya antes de Jesús, este artista tendrá algo de parecido con el personaje, por lo menos es un admirador de lo frugal, al final es un proyecto que nació de él…? (Me interrogo).

Ya antes de conseguir la financiación de su “autosostenible” locura, confeccionó numerosos “modelos”, siendo Diógenes ¡chúpate esa! la versión última.

Hace como diez años Renzo Piano presentó al mundo su proyecto, mediante la revista italiana Abitare, pero eso sí, agregando un comentario al pie: necesitaba un cliente que lo financiara para poder continuar.

Esta vivienda para una persona, de 6 metros cuadrados de superficie, con una cama, una silla y una mesa ¡puede desarmarse y transportarse a cualquier parte!, cuenta con paneles solares fotovoltaicos, natural ventilación y con vidrios de triple acristalamiento; tangible al final de cuentas por la colaboración de Rolf Fehlbaum, el presidente de Vitra.

(Oscar Wilde, con ese su estilo conciso y poético, alguna vez afirmó que “los artistas, como los dioses griegos, se revelan solamente el uno al otro”. Aunque a primera vista Rolf Fehlbaum no lo sea, algo de artista habrá de tener).

Esta empresa “dedicada a mejorar la calidad de los hogares, oficinas y espacios públicos apoyándose en la fuerza del diseño” se caracteriza entre otras cosas por su mezcla con lo opulento y la esencialidad de nuestra especie, ¿o qué opinar de estas palabras finales en la presentación de su portal?: “Iniciativas como la arquitectura del Vitra Campus, el Vitra Design Museum, los talleres, publicaciones, colecciones y archivos forman parte integral de la empresa. Estas nos permiten profundizar en la forma de entender el diseño a la vez que aportan un impulso innovador”.

Vitra es una empresa familiar de origen suizo instituida en 1950, la cual ahora cuenta con diseñadores internacionales de prestigio absoluto; con su sede en Birsfelden bei Basel  (Suiza) y centros de producción en Alemania, Estados Unidos, China, Japón, Hungría. Uno de los tres miembros de su consejo de administración, este señor “Rolf Fehlbaum”, presidente legal de Vitra e hijo mayor de los fundadores de la misma –Willi y Erika Fehlbaum–, se habría quedado lelo con lo publicado por Piano en aquella revista italiana.

Quién si no él habrá escrito estas líneas: “«Diogene» responde en su apariencia a la imagen de una casa simple, siendo, en realidad, una estructura técnica de gran complejidad que satisface las exigencias de sostenibilidad y eficiencia energética, tanto en términos de uso, producción y posterior eliminación. Ya sea como una segunda vivienda en plena naturaleza, un espacio de trabajo en el jardín o una instalación provisional, el producto hace realidad el sueño de habitar un espacio mínimo y ofrece un lugar de recogimiento para el Diógenes contemporáneo: un nómada urbano que ansía volver al modo de vida originario, lejos de las prisas, el ruido y los estímulos de todo tipo del mundo globalizado e interconectado”.

¡Nada mal ah!

¿Diógenes contemporáneo?

Genial, aunque no comparto eso de “un nómada urbano que ansía volver al modo de vida originario”; por lo demás, todo comprensible y aceptable.

Eso sí, aclaración, pondré sobre el tapete los siguientes razonamientos: ¿aparte de la metáfora es posible un nómada urbano? ¿Volver a un modo de vida originario que jamás para nosotros fue originario, sería dable poder “vivir”? ¿No se trata más bien que buscamos intimidad, acaso constante y elemental pero eso, soledad positiva, trabajar en asuntos intelectuales, creativos, sin molestias y en zonas silvestres? ¿Alejarnos de las prisas, el ruido y los estímulos del mundo globalizado e interconectado? En esto último, por completo de acuerdo.

Lástima que el parque arquitectónico ubicado en el Vitra Campus de Weil am Rhein, donde ahora se encuentra “Diógenes”, quede tan pero tan lejos.

Además, si quedara cerca, seguro costaría un dedo gordo, y no digo cuál.

Encima, la vivienda estará disponible para eso de las pruebas recién a partir del 2014.

Renzo Piano, cuando recibió uno de sus tantos premios (Nonino 2011), dijo que la arquitectura es el arte de dar respuesta a necesidades reales, pero también es el arte de dar respuesta a los sueños de la gente, y por eso la llamaba “arte”.

Se puede corroborar su integridad apreciando este habitáculo, “Diógenes”, un sueño para muchísimos solitarios y solitarias de gustos sencillos, como vos muy bien comprenderás.

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