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1994

  |   Stanley Vega / Diarioviento   |   Junio 03, 2014


 el 'negro Yarango prosiguió: 

–A la firme que los de la DIRCOTE se lo llevaron. El tío se quedó mudo mientras lo enmarrocaban.

–¿Y los organizadores del recital? –preguntó Montenegro.

–Ni sus puntas.

Que todo había empezado cuando Joaquín Farfán, más conocido en el mundito literario de Chiclayo como 'Colita Vieja' â€“debido a su larga cabellera y a su edad–, fue invitado a participar en un recital organizado por estudiantes del primer ciclo de Lengua y Literatura del Instituto Pedagógico “Sagrado Corazón de Jesús”. Celebraban otro aniversario de su alma máter.

–No entiendo. Pero por lo que sé, el tío no tiene nada de comunista –pensé en alta voz.

–El 'chinoFujimori y Montesinos son unos hijos de puta –replicó Heredia con ese acento español que seguro se le pegó de tanto escuchar a La Polla Records.

Que Joaquín había vivido más de veinte años en diversos países de Europa. Casi la edad que teníamos. Y que cuando vino, vino recontraloco. Que al momento de pasarse de copas se besaba en la boca con algún compañero de arte o se subía a alguna mesa para hacer la finta que cagaba. Y que apareció así, con esa pronunciada calvicie y su larga colita de cabello sobre la nuca.  

–Y no es que sea gay. Es un pendejo, un loco. Tiene mujer e hijos –intervino Berrú pasando el vaso descartable y luego el ron. Recuerden que lo moderno está de moda, acotó.

Que 'Colita Vieja' aparte de escribir poemas, era mimo, pintor y también, desde su regreso, un desempleado más. Que todo el dinero traído del otro continente lo desapareció en unos meses. Y que ese día del recital, vestido con saco y pantalón de color oscuro, se puso de pie frente al público, en su mayoría estudiantes. Que curiosamente y como parte de su manía, apretó sus labios entre sí con cierta levedad para después hacer una larga y surrealista introducción. Que nadie se había dado cuenta que en los asientos del fondo, estaban ubicados dos jóvenes policías vestidos de civil.

Que solo al final del recital vio que se acercaron, le hablaron y allí mismo lo cogieron del brazo para colocarle las esposas.

–Hasta ahora no entiendo por qué –insistí.  

–Porque, según contó después, en una parte de su rollo había dicho que su sangre era roja, roja, rojita.

 

Foto: eldia.com.do

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