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¿Qué paso ayer?

  |   Álvaro Dí­az Dávila / Sacado de contexto   |   Abril 12, 2021

Así­ como la película, hoy hemos despertado con una sensación de resaca en el alma: sospechamos que algo muy malo ha pasado con nuestro país, pero no podemos entender exactamente qué.

Estas son ideas sueltas (no concluyentes) que solo servirán para entender una parte de esta tragedia.

 

Hemos tocado fondo

Hay una sensación de que estamos en una especie de hoyo, y que para salir tenemos que elegir entre la tortura o la muerte. ¿Cómo hemos caído tan bajo? Difícil entenderlo a cabalidad. Quizás sea la estocada final que necesitamos para cambiar en algo las cosas. Pero el victimismo o el lloriqueo no nos servirá de nada. Tenemos que hacernos cargo del problema.

 

Menos imaginación y más sensatez, por favor

Aceptemos los resultados. Si sales a decir que esto es manipulación de encuestas o que es fraude, estás corroborando el problema central: que no eres capaz de entender la realidad del país más allá de tu burbuja. Estás buscando explicaciones en conspiraciones y no estás entendiendo que la razón viene por la enorme desigualdad que hay en el país. Los sectores más desfavorecidos por parte del gobierno y del sistema han elegido a Castillo. Este voto es su voz de protesta.

 

La segunda vuelta no refleja el deseo de la mayoría

El 70 % del país no votó ni por Castillo ni Keiko. Han sido las circunstancias electorales lo que ha terminado favoreciendo a estos dos candidatos. En unas elecciones con tantas opciones, era inevitable la fragmentación. El voto más consciente y educado ha estado muy dividido entre muchos partidos. El voto más duro y radical se ha mantenido firme. Los ataques y la guerra sucia entre candidatos han sido tan intensos que muchos salieron desfavorecidos y permitieron que Castillo y Keiko tuvieran el camino más o menos libre. Esto sumado a la cantidad de ausentismo y votos viciados, han ocasionado que el voto rebelde le gane al voto sensato. 

 

Este ha sido un voto fluctuante

Todos los candidatos han estado subiendo y bajando. No ha habido muchas constantes. Si la subida de Castillo se hubiera dado una semana antes de las elecciones, hubiera recibido tal cantidad de ataques que no iba a terminar primero, pero para cuando llegó a la cresta de la ola ya ha fue demasiado tarde. No se podían comentar las encuestas y nadie â€”salvo unos pocos— lo vio venir. Este resultado tiene que ver más con un estado de ánimo del momento.

 

El status quo está desacreditado

Las élites sociales y políticas están deslegitimizadas. Los ataques hacia la prensa y las encuestadoras (encabezadas por Rafael Lopez Aliaga, otro radical que la tuvo cerca) han sido tan constantes que la verdad y la objetividad se han difuminado. La mancha de la corrupción ha ensombrecido todo. Todos quieren creer lo que se les da la gana. La mentira ha sido la gran ganadora.

 

No es la primera vez que pasa

En 1990 pasó lo mismo con Alberto Fujimori, cuyo crecimiento recién fue en las últimas semanas. A los peruanos les encanta la figura del outsider. La desconfianza en los políticos es una constante. Votar es como un juego para muchos, hay una apatía por un voto responsable. Al peruano le gusta las propuestas populistas y no hemos podido superar esa limitación.

 

Nada está dicho

Keiko no la tiene tan fácil como parece. No tomemos una decisión tan prematuramente. No podemos resignarnos tan rápido a estar obligados a votar por Fujimori. Esperemos a ver las alianzas, a escuchar las propuestas. No sabemos casi nada de Castillo, hay que escucharlo y considerar lo que tiene para ofrecernos. 

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