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El fantasma Castillo
| Álvaro Díaz Dávila / Sacado de contexto | Abril 21, 2021
Un fantasma ronda por Europa: el fantasma del comunismo, es la primera frase que se lee en el Manifiesto Comunista, escrito por Karl Marx y Friedrich Engels en 1847. Más de 150 años después, en Perú, un nuevo fantasma acecha las ciudades y las clases más acomodadas de nuestro país. Este fantasma se llama Pedro Castillo, y los cascos de su caballo retumban como un eco en la comodidad de nuestro status quo, esparciendo el miedo y el desconcierto. ¿De dónde salió este señor y cómo es que está muy cerca de cambiarlo todo?
En su programa de gobierno, Perú Libre no se describe a sà mismo como un partido comunista, sino como una organización de izquierda socialista (la principal diferencia estarÃa en que respetarán la propiedad privada y la democracia). Sin embargo, más allá de las etiquetas, lo cierto es que sus propuestas plantean los fracasos más recurrentes de los gobiernos socialistas: estatizaciones, expropiaciones, limitaciones a la libertad de prensa, pobreza extrema y la pérdida de las libertades individuales. Este anacrónico y desfasado ideario polÃtico ha sido escrito por Vladimir Cerrón, y más que un plan de gobierno, es una especie de tributo o elogio a estados socialistas como el cubano y el venezolano, por lo que podemos afirmar que hay motivos suficientes para activar el botón de alarma.
Varios periodistas e intelectuales, como nuestro nobel Mario Vargas Llosa, ya han salido a anunciar que se debe votar por Keiko Fujimori porque ella representa el mal menor. Esa misma inclinación se percibe también en las redes sociales, las cuales están infectadas de testimonios de venezolanos que nos recuerdan la tragedia del gobierno Chavez-Maduro y de memes y publicaciones que desempolvan antiguos argumentos contra la izquierda y el socialismo. Para muchos la palabra “Marx†les suena a como a bomba a punto de estallar, aunque es probable que no hayan leÃdo nunca ninguno de sus libros. De pronto encendemos los celulares y pareciera que hemos regresado a La Guerra FrÃa.
Sin embargo, teniendo en cuenta la última encuesta de Ipsos, este plan de gobierno marxista no parece ser tan atemorizante para la mayorÃa de peruanos. Al menos no por ahora, ya que se supone que en la medida en que la población conozca mejor las propuestas polÃticas de Castillo (y Cerrón) serán más conscientes del peligro que representan, pero por el momento quedémonos con esta primera foto: si las elecciones fueran mañana Pedro Castillo (con 42 %) le ganarÃa a Keiko Fujimori (con 31 %) por una amplia ventaja. ¿Cómo explicar esto?
Considero que este mismo desconcierto explica, en parte, la situación. Es decir, el hecho de que no podamos entender este fenómeno es una muestra de lo alejados que hemos estado de los problemas del paÃs, sobre todo, en lo relacionado con la pobreza y la desigualdad social. Es por ello que considero que el debate ideológico en torno al plan de gobierno de Perú Libre es en el fondo un debate estrecho, demasiado intelectualizado, que solo ha demostrado una excesiva preocupación por la teorÃa, pero que hasta ahora no ha despertado un verdadero interés en profundizar la fuente de todo ello: la enorme indignación y hartazgo de los sectores más pobres por la ineficiencia del Estado y las clases polÃticas. El debate de izquierdas versus derechas para muchos es una discusión estéril, de académicos y opinólogos, que no enfoca el problema esencial: ¿cómo hacer para que el Estado sea más justo para todos? Es por ello que las declaraciones de Mario Vargas Llosa no son solamente apresuradas, sino también ingenuas y enceguecidas. Si después de 30 años sigues defendiendo una democracia que no funciona y un modelo económico que desfavorece a la mayorÃa de peruanos, y sobre todo contradiciéndote a ti mismo y pidiendo que voten por la hija del causante del problema, es porque en realidad no tienes idea de lo que sucede en tu paÃs.
Hasta el momento Castillo ha decidido no retroceder en su propuesta radical. El electorado costeño y de sectores acomodados esperábamos una moderación de su discurso. En nuestro egocentrismo hemos pensado siempre que si quieren nuestro voto deben decirnos cosas que a nosotros nos guste, con las que nos sintamos cómodos. Pasó con Ollanta Humala en 2011, quien tuvo que ponerse el polo blanco e inclinar sus propuestas al centro para que tuviera la aprobación de la mayorÃa; sin embargo, Castillo se reafirma en sus intenciones y eso termina siendo un golpe en el rostro en las clases altas y medias. ¿No será eso justamente el tipo de victoria que buscan los sectores C y D? Nos empecinamos en defender un modelo económico y una democracia que funciona solo para los más privilegiados. “La historia de toda sociedad hasta nuestros dÃas es la historia de la lucha de clases†escribieron Marx y Engels hace más de un siglo y la frase sigue conservando su potencia. No importa cuánto grites que el socialismo es un sistema fallido si hay una percepción mayoritaria que este estado liberal y capitalista ha traicionado a la mayorÃa de peruanos. Es por ello, por ejemplo, que atacar al comunismo desde nuestras redes sociales, en un paÃs donde en los sectores más pobres el 70 % no tiene acceso a internet, es un acto ridÃculo que revela nuestra desconexión con los más necesitados.
Castillo ya ha deslizado la idea de una posible disolución del Congreso y del Tribunal Constitucional (TC) si no se alinean a su programa de gobierno. Es una propuesta que asusta, aunque es posible que con los dÃas esa afirmación se aliviane y se haga más “digeribleâ€, pero lo cierto es que el miedo ya se ha diseminado y ante ello puedo percibir dos posturas en sus seguidores: los que ven con buenos ojos su autoritarismo y los que consideran que en realidad no podrá cumplirlo tal cual.
Con respecto a los primeros, quizás eso es lo que los sectores más desfavorecidos necesitan. La amenaza podrÃa significar un dispositivo que puede dar una garantÃa de solución. Ya hemos visto cómo el Congreso y el TC han entorpecido a los gobiernos de turno; en ese sentido, ¿no es conveniente tener a un gobernante que tenga el carácter para patear el tablero si no le hacen caso? Los sectores más pobres podrÃan estar viendo con mejores ojos a una dictadura, ya que la democracia y su burocracia no les ha servido de mucho.
Por el otro lado, hay un sector que lo apoya porque piensa que en realidad no podrá llegar tan lejos con sus propuestas radicales. Para ellos lo principal es que exista una reforma constitucional y esa es la promesa principal de Castillo. Por lo demás, valoran sus buenas intenciones, pero consideran que el Congreso, las instituciones y la opinión publica les pondrán paños frÃos a sus planes delirantes. Castillo con un congreso opositor puede resultar en un equilibrio saludable para el paÃs. Es preferible un presidente contenido que una presidenta como Keiko Fujimori, cuyo modo de trabajar es comprobadamente corrupto y confabulador. Además, se percibe que Castillo no tendrá a su favor a las Fuerzas Armadas, ya que estas por lo general obedecen a las altas esferas económicas y las clases altas limeñas. Si las cosas se complican, podrÃan sacar a Castillo fácilmente con un golpe de estado militar, como pasó con Salvador Allende en Chile.
Asà que, como verán, este primer éxito de Castillo no solo se explica por el antivoto fujimorista, que de hecho es abrumadoramente alto (55%), sino porque es el mismo Castillo quien tiene en sà mismo atributos que lo hacen un personaje simpático para un electorado que ha sido por años discriminado. Castillo no necesita trabajar en una estrategia de imagen porque es él mismo un personaje empático para un sector del electorado. No digo que no sea premeditado, ningún polÃtico es inocente, pero hasta el momento no hay pruebas contundentes que desmientan al personaje humilde, campechano, pueblerino y moralmente Ãntegro que proyecta. Pese a sus limitaciones en su oratoria y su desconocimiento en materia económica, Castillo ha enarbolado un mensaje claro, simple y potente. A sus votantes no les interesa el materialismo dialéctico de Karl Marx, lo que quieren es un polÃtico que no los traicione.
A ello hay que sumarle que Castillo y sus seguidores son vÃctimas de un deplorable racismo y clasismo que está ensuciando esta campaña con insultos y discriminaciones. Castillo tiene rasgos indÃgenas, surge de un pueblo cajamarquino, usa sombrero y su dejo es inconfundible. Es un serrano auténtico y para muchas personas eso resulta inaceptable. Como dijo Hildebrandt hace poco: “Algunas clases sociales no soportan la idea de que sea presidente alguien que décadas atrás pudo haber sido su choferâ€. Sin embargo, esto podrÃa favorecerlo. En la medida que Castillo reciba más ataques por parte de “personas blancas y pudientes†se generará un efecto contrario. Muchos, en un afán de identificación y por oposición, defenderán y apoyarán a Castillo con un ahÃnco más emotivo que racional. Se puede despertar una antigua ilusión: en la celebración de nuestro bicentenario, una rebelión iniciada por Tupac Amaru hace 240 años, puede terminar con el ascenso al poder de otro indÃgena: Pedro Castillo. O para plantearlo de otra manera: cómo estará sufriendo la derecha limeña, que estaba soñando con tener de presidente a un multimillonario y al final podrÃa terminar siendo gobernada por un rondero campesino.
TodavÃa falta mucho tiempo para saber qué pasará en las urnas. Pedro Castillo tiene que dar explicaciones y responder muchas preguntas, su silencio en los medios no le será conveniente por mucho tiempo. El electorado no es fiel y asà como subió rápido puede bajar igual de rápido. También aún no hemos escuchado a Keiko Fujimori, quien de seguro está planificando una estrategia contundente, que apelará al respeto por la democracia y por salvaguardar la economÃa. Lo más prudente es guardar la calma, esperar, escuchar. Sabemos que ambos candidatos son malos, esperemos a ver quién es peor. Si crees ya has tomado una posición, pues que no te preocupe cambiar de opinión. Al final recuerda que el voto es secreto y que no tienes que estar dando explicaciones a nadie.
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